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VIRGINIDAD FEMENINA - 2000 AÑOS DESPUÉS


Enviado por   •  23 de Junio de 2014  •  2.422 Palabras (10 Páginas)  •  378 Visitas

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VIRGINIDAD FEMENINA - 2000 AÑOS DESPUÉS

Este artículo tratará de esclarecer las concepciones del tabú de la virginidad, determinado por la presencia de un himen intacto.

El himen es una membrana que rodea o cubre parcialmente la apertura vaginal externa. Anatómicamente forma parte de la vulva y de los genitales externos femeninos. El tamaño de la apertura del himen aumenta con la edad, y, aunque se practica muy a menudo, no es posible confirmar con certeza que una niña o mujer es una virgen, mediante el examen de su himen.

El himen se puede romper por medio de la actividad física, los tampones o como resultado de las relaciones sexuales.

LA IMPORTANCIA DEL HIMEN - COMO MEMBRANA MORAL

Al himen intocado, o "cofia de doncella", se le considera desde el siglo XIX, sello de garantía de la virtud y la pureza de las jóvenes. Desde entonces, las mujeres sobrellevan esta carga ignominiosa impuesta, desde esos tiempos, por la moralidad victoriana.

En el siglo XIX la virginidad era un estado biológico y decoroso. Pocos discutían que para la mujer no fuera "la gema más esplendente en la corona de la virtud femenina". Al cuerpo intacto de la adolescente virgen se le sacralizaba en la era de Victoria por representar la pureza, la integridad humana, y el futuro de las coronas.

La reverencia al himen era componente integral de esta idea de protección, y se traducía en una preocupación general por preservar la virtud y la inocencia de las jóvenes de familias puritanas o de posición socioeconómica elevada.

Las niñas "buenas" no sólo eran castas, sino que estaban más allá de cualquier tentación, mientras su conducta personal afianzaba la noción de que las mujeres cristianas dignas, eran sexualmente pasivas y también puras.

De antaño, la virginidad poseía un marcador anatómico palpable. De acuerdo con la vieja sabiduría popular, una mujer permanecía virgen hasta que su himen, una delgada membrana cartilaginosa en el introito de la vulva a la vagina, fuera roto por el empuje de un pene. Aunque hoy entendemos que los hímenes se desgarran por razones muy diversas; a un himen intacto se le consideraba tradicionalmente como el signo más seguro y la "mejor evidencia" de la intachable virginidad.

En la Grecia antigua, Himen o Himeneo era el Dios del Matrimonio, y también el término que se aplicaba a los tradicionales himnos nupciales que se entonaban en los dramas clásicos de Aristófanes y Eurípides.

Hace unos doscientos años, el himen era una membrana importante con un enorme valor social y emocional. Como resultado, un himen intacto era el requisito para un buen matrimonio de clase media, por tanto, muchas madres y muchos padres velaban por su conservación en sus hijas. A los futuros maridos también les preocupaba esto, porque una novia que llegara sin un himen intacto al matrimonio era vista como una mercancía dañada. En este contexto, el himen de una moza era en efecto una "propiedad" que compartían su familia, el novio y la propia joven.

VIRGINIDAD CEREMONIAL EN EL HOMBRE PREHISTÓRICO

Para el ser primitivo, la virginidad no era un hito de la subordinación femenina, sino un peligro del que resultaba necesario protegerse. En lugar de constituir un atractivo para el hombre, la virginidad de su pareja estaba asociada al tabú, de ahí deriva la noción de que el privilegio de la desfloración de la joven prometida se consumara a veces con la asistencia, en público, del brujo o hechicero.

Dado que los investigadores encuentran en el hombre primitivo un terror al espectáculo producido por el derrame de la sangre, esto los lleva a relacionar al tabú de la virginidad con dicho miedo. En tiempos remotos, durante el período menstrual, las adolescentes, según algunos testimonios, eran consideradas propiedad de un antepasado, representado en un ser sobrenatural con quien estarían teniendo relaciones íntimas mientras durara el curso catamenial. El efecto real de esta concepción imaginaria consiste en convertirla en intocable para su prometido. En cuanto al efecto simbólico, éste se anuda en el ceremonial colectivo de hacer pasar a la adolescente por un ritual que la purifique sexualmente.

Lo imaginario, lo real y lo simbólico, se vinculan así en el ceremonial, conformando una

La mujer, como objeto sexual, ha sido el misterio más poderoso de nuestra especie para nuestras sociedades.

LA MUJER COMO TABÚ

Freud planteó que el tabú no se refiere simplemente al primer coito, sino que toca toda la vida sexual de la mujer y en general todo su ser.

En los tabúes que la mujer significa y representa, el hombre aparece siempre en posición de temor. La mujer puede debilitarlo, puede contagiarlo con su feminidad, convertirlo en impotente o castrarlo. Esto quiere decir, no que la mujer sea peligrosa, sino que el goce de lo sexual femenino es asociado con el daño, porque algo, en ese regodeo, siempre escapa todo su control.

De ahí deriva el mito de la vagina dentada o la vagina con dientes, que habla de las mujeres con vaginas dentadas; las cuales se contaban con el objeto de prevenir sobre los riesgos de mantener relaciones sexuales con mujeres desconocidas.

LA VIRGINIDAD COMO HECHO SOCIAL

La Virginidad como hecho social, que consiste en valorar positivamente la necesidad de cumplir con llegar al matrimonio sin haber tenido relaciones sexuales.

Rige y regía mucho más hasta el fin del segundo tercio del siglo XX – con la característica de ser una regla social. En los hombres constituyó siempre más una declaración o “preferencia” que una verdadera regla. No había sanción social para su incumplimiento. En cambio, los hombres exigían a las mujeres su acatamiento: hasta el matrimonio debían mantenerse vírgenes. Los hombres tenían también tan internalizado ese hecho social, que sentían que una que no cumpliera con ese requisito no merecía ser la mujer elegida para siempre. La norma era muy fuerte y tenía muchas consecuencias, ninguna buena.

ORIGEN:

El origen de este hecho social puede rastrearse en la confluencia de situaciones muy antiguas propias de los orígenes mismos de dos de las ramas principales de la cultura de la humanidad, que se entroncaron en una sola. Sin mucho explorar, cualquier estudiante del Derecho Romano conoce las formas que asumía en la etapa más primitiva de ese derecho la importancia del “pater familiae”, al punto de tener derecho de

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