Violencia De Estado, Guerra, Resistencia
DALIRENDIAZ20124 de Marzo de 2015
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Estoy muy satisfecha de volver a Barcelona
esta tarde para hablarles de la relación entre la
guerra y las culturas visuales, pero también de
la relación entre la precariedad y una nueva
crítica del poder del Estado desde la izquierda.
Desde mi punto de vista, tenemos que repensar
los términos del materialismo con el fin de
comprender cómo las cámaras funcionan
como instrumentos de guerra, pero también
desarrollar una política contra la guerra que se
centre en los desposeídos, lo que requiere nuevos
vocabularios y nuevas acciones. Voy a comenzar
con una reflexión sobre las dimensiones
visuales de la guerra, para volver luego
4 Esta conferencia tuvo lugar en el Centro de Cultura
Contemporánea de Barcelona (CCCB) el 7 de abril de 2010.
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a la cuestión más amplia de cómo comprender
las nuevas formas de opresión y desposesión,
así como las estrategias que es necesario
considerar.
Cuando pensamos acerca de cómo se llevan a
cabo las guerras, qué formas toman las acciones
de guerra, tendemos a pensar primero en los
instrumentos materiales de la guerra, y tendemos
a pensar que sabemos lo que queremos
decir con "instrumentos materiales" cuando así
los mencionamos. Aun cuando se esté de acuerdo
en que las cámaras son instrumentos materiales
de la guerra, resulta difícil decir que ellas
hacen la guerra o que son parte de la acción de
guerra. Después de todo, son las personas las
que hacen la guerra, y se dice que ellas utilizan
las cámaras. Pero ¿qué ocurre si los instrumentos
adquieren su propia agencia y las personas
se convierten en extensiones de esos instrumentos?
Lo que se debe considerar es cómo
pensamos acerca del material de guerra, qué
cuenta como material y si las cámaras y sus
imágenes son parte de esa materialidad extendida.
Pero también debe dirimirse si las personas
utilizan instrumentos, o si los instrumentos
no sólo utilizan personas, sino que también
redefinen la noción de persona como una
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especie de instrumento, útil y desechable
al mismo tiempo.
Por supuesto, esta cuestión ha dado lugar a
algunos viejos debates que se discuten desde
hace tiempo en los estudios sobre filmación y
medios de comunicación, y que tienden a centrarse
en la distinción entre la cámara y la imagen.
En el contexto de la fotografía de guerra, la
imagen puede reflejar o incluso documentar la
guerra; a veces puede convocar respuestas emocionales
a favor o en contra de la guerra, pero
incluso entonces se entiende que asiste o apoya
un esfuerzo de guerra o la resistencia a ella.
Pero ¿forma realmente parte del hacer la guerra?
Puede que sea más fácil decir que las cámaras
son parte de la acción de guerra, ya que están
literalmente agregadas a los misiles y a los dispositivos
de bombardeo, y reemplazan a la agencia
humana en el caso de los drone,* cuya
* En inglés a este tipo de aviones se los denomina
técnicamente UAV (Unmaned Air Vehicle: Vehículos aéreos
no tripulados), pero se los conoce popularmente como
"drone", en el ámbito internacional, o como "aviones espía",
en la prensa en español. Se trata de vehículos teledirigidos
que llevan cámaras y sensores incorporados y que se
emplean para misiones de combate. En el texto mantengo la
denominación original de la conferenciante, ya que se trata
de un término internacionalmente utilizado. [N. de la T.]
capacidad de destrucción en la guerra de
Afganistán quedó fuera de duda. En efecto, la
cámara-bombardero que es el drone ha causado
muchas muertes de civiles, ya que localizan su
objetivo a través de sensores térmicos cuya
precisión es dudosa.
El avión no tripulado encuadra y alcanza su
objetivo, pero ¿qué hacemos cuando miramos
la guerra a través del encuadre de su cámara?
¿Se identifica nuestra perspectiva con el propio
drone convirtiéndonos así, sin darnos cuenta,
en instrumentos visuales de la guerra? Hago
estas preguntas porque a veces se produce una
confusión cuando suponemos que, por una
parte, hay guerra y que luego se da su representación;
lo primero es material, y lo segundo
menos. Y a pesar de que atribuyamos algún sentido
de materialidad a la imagen, tendemos a
distinguir entre ese sentido de materialidad y el
que pertenece a las pistolas, las bombas y los
instrumentos de guerra directamente destructivos.
Aunque tendamos a aceptar que los medios
de comunicación del Estado contribuyen en la
ejecución de la violencia de Estado, quizá sea el
momento de reconsiderar la tesis de que los
recientes esfuerzos por parte de estados, como
el mío, para controlar las dimensiones visuales
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y narrativas de la guerra no sólo han perseguido
controlar y estructurar los modos de comprensión
pública formulada y ratificada dentro de
los campos visuales y audibles, sino también
establecer los parámetros sensoriales de la
realidad misma, incluido lo que puede ser visto
y oído.
Por una parte, está la cuestión de la posición
epistemológica en la que se nos sitúa cuando
contemplamos sucesos de guerra o escuchamos
las noticias. Por la otra, se construye cierta
realidad mediante nuestro propio acto de recepción
pasiva, ya que se nos solicita que aceptemos
cierto marco de la realidad, tanto por lo que
hace a su constricción como a su interpretación.
Cuando los estados emiten directrices acerca de
cómo informar sobre la guerra, y si debe informarse
sobre la guerra, parecen estar tratando de
regular la comprensión de la violencia, o la apariencia
de violencia dentro de una esfera pública
que se ha transformado de manera decisiva a
causa de Internet y de otros medios digitales.
Pero si podemos en efecto preguntarnos si esta
regulación de la violencia es también de algún
modo violenta, si forma parte de la violencia,
entonces necesitamos un vocabulario más preciso
para distinguir entre la destrucción de la
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bomba y el marco de su realidad, aunque, como
sabemos, ambos ocurran al mismo tiempo. Del
mismo modo que Althusser (basándose en
Spinoza) sostuvo que puede haber diferentes
modalidades de materialidad, sin duda puede
haber, y hay, diferentes versiones de violencia y
de los instrumentos materiales de la violencia.
¿Cómo comprender los marcos como parte de
la materialidad de la guerra?
Los debates públicos sobre estas cuestiones
tienden a centrarse en el contenido, como si el
contenido fuera separable del modo en que se
exhibe. Esos debates públicos acerca de si mostrar
o no hechos de violencia presuponen un
problema más fundamental. Aunque se muestre
la violencia, ésta también se da encuadrada, y
este marco no sólo construye activamente la
comprensión pública de la violencia, incluida su
presentación como un objeto de consumo visual,
sino también su inteligibilidad. Y esta
construcción tiene lugar mediante la expulsión
de cierto contenido, mediante decisiones que
institucionalizan en qué consistirá ese contenido.
En otras palabras, antes de que lleguemos a
la cuestión ¿debería censurarse este contenido o
no?, ya hemos pasado por la censura, porque lo
que se considera "contenido" ya ha sido encua1
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drado y moldeado para nosotros. Desde luego,
no se puede ver sin algún tipo de marco y quizá
tampoco haya historia sin algún tipo de organización
del contenido narrativo. Pero el marco de
la guerra es precisamente lo que permite que la
guerra se convierta en inteligible, lo que significa
que debemos preguntar acerca de las formas
implícitas de censura que nos presentan la guerra
como inteligible. El marco no sólo trata de
mostrar "qué es" y de este modo establecer el
contenido relevante, también presenta la interpretación
y la justificación de qué es precisamente
mediante un marco que no está abierto al
escrutinio crítico. En este sentido, el marco no
simplemente contiene o exhibe lo que contiene,
sino que participa activamente en una estrategia
de contención, produciendo y haciendo cumplir
de un modo selectivo lo que se contará como
realidad. Aunque el marco no siempre pueda
contener lo que trata de hacer visible o legible,
sin duda permanece estructurado con el fin de
instrumentalizar
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