Violencia En El Futbol
Parroquial1 de Agosto de 2013
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Análisis y soluciones para la violencia en el fútbol PDF Imprimir Correo electrónico
El Secretario Ejecutivo de la Presidencia de la Asociación del Fútbol Argentino fue uno de los principales disertantes en el Seminario realizado el 3 y 4 de julio en el Salón Dorado de la Municipalidad de La Plata organizado por el Instituto de Estudios Políticos y Sociales y el Observatorio para la Prevención de la Violencia y la Discriminación en Espectáculos Deportivos.
I Seminario Internacional “El rol del Estado frente a la violencia y la discriminación en Espectáculos Deportivos”.
A continuación, los extractos más sustanciales de la exposición de José Luis Meiszner.
"En la actualidad, frente a un lamentable y desgraciado hecho de violencia en el fútbol aparecen inmediatamente las colas por el sí o por el no, importan muy poco los fundamentos, mucho menos los atenuantes, ni siquiera los agravantes, y se ponen en funcionamiento diferencias jurídicas como la de las responsabilidades penales objetivas. Entonces, ha muerto alguien en ocasión de un partido de fútbol y un dirigente es un asesino. Esto, muy lejos de propiciar un camino que nos conduzca de una vez por todas a tratar, cuanto menos paliar, las consecuencias de un flagelo social como lo es la violencia, nos aleja cada vez más de intentar una búsqueda para modificar conductas colectivas, sociales, que, sabemos absolutamente en plenitud, está muy lejos del alcance de una gestión breve, efímera. Pero por lo menos empezar a trabajar para atenuarlas, a partir de que el ideal debe ser siempre posible cuando hablamos de cuestiones trascendentes en la vida.
Cuando se produce un hecho de estas características, todo el mundo sale corriendo a ver quién se saca el lazo con una pata y se lo pone al de al lado para hacerlo depositario de una desgracia de semejante magnitud. Entonces, esto de hablar de fútbol y de violencia no alcanza si no es serio y no tiene un sustento de razonabilidad. Mucho menos puede fundar la reflexión de ser un colaborador para mitigar las consecuencias de este flagelo, que no es del fútbol sino del hombre y en consecuencia de la sociedad.
Quita de puntos
Puntualizando en un hecho lamentable y violento que haya ocurrido en una cancha de fútbol, si el organizador ha pagado la policía, si la gestión policial está siendo llevada a cabo por los funcionarios policiales, si ha habido un cacheo, si se ha cumplido con todas las normas, si se inspeccionó el estadio y el organizador cumplió con todo, aquello de la responsabilidad penal objetiva y de sancionar con quita de puntos a alguien que no tuvo la posibilidad de evitar lo que iba a ocurrir, no parece ser un argumento para quedarse muy tranquilo. Ahora, cuando sí aparece manifiesta, por acción o por omisión, la responsabilidad del organizador sí puede ser pertinente el descuento de puntos.
No obstante, hay que tratar de restringirlo al máximo posible porque no pareciera ser justo que una institución pague por esos diez delincuentes en detrimento de muchos otros miles de personas de comportamientos ajustados a la convivencia, al derecho y las buenas costumbres. Siempre es preferible aprehender y sancionar a los malos. De lo contrario, es mucho más aproximado a la justicia militar. En cambio, la justicia civil merece el esfuerzo de la paciencia, la aprehensión y el juzgamiento y en lo posible no hacer pagar a un justo por pecador. Ese también es un bien jurídico a recuperar.
La reducción al 50 por ciento de la capacidad de las tribunas
En realidad no se redujo la capacidad sino que se instalaron asientos. La obligación ya casi universal e indiscutida del público sentado ha llegado a nuestro país y en algunas jurisdicciones estamos a menos de un año de que todo el mundo esté sentado. En aquellos lugares donde todavía el público estaba de pie, la reducción de la capacidad más allá de los beneficios para la individualización, lleva el propósito que todo aquel que esté de pie tenga la posibilidad de sentarse. Porque un hombre sentado ocupa el doble de cm2 que un hombre de pie. Esa es la razón fundamental del 50 por ciento.
Los clubes y su colaboración para erradicar a las barrabravas
No hay dos clubes que sean iguales. En algunos clubes existen extorsionadores que les quitan la mejor calidad de vida a los dirigentes para pasarla bien o tener una ventaja en un partido de fútbol. Esto es cierto, como es verdad que existen extorsionadores que limpian un vidrio en el cruce de una calle y de mala manera le piden a uno cinco pesos, así como existen extorsionadores en la puerta de un club que si no le pagan diez pesos no está el auto a la vuelta. Eso existe.
Ahora, saquemos el hipotético caso de una asociación ilícita entre directivos de un club y barrabravas que, sinceramente, de esa característica no conozco ninguna. Pero que el dirigente de fútbol vive preocupado por estos hechos, que en definitiva son los que ocurren en muchos órdenes de la vida, sí, vivimos preocupados. No todos tienen la posibilidad de poder contar con medios suficientes como para poder enfrentarlos y combatirlos. Aquella respuesta que “el que no tenga valor y que no lo haga se tiene que ir a la casa”, me parece otra respuesta fascista. En todo caso, habrá que hacer lo posible para que el extorsionador no llegue al dirigente. Porque si todo hombre bueno que no quiere convivir con delincuentes se tiene que ir a la casa, las calles van a estar cada vez más pobladas de delincuentes y los hombres buenos se quedarán dentro de sus casas.
Aquella barrabrava tradicional, llegada hace 30 años, de manos de algunas organizaciones gremiales, que iba a los clubes y pintaban paredes, ya no existen. Ahora, hay muchos que de forma absolutamente ilegítima, repudiable, viven alrededor del fútbol sacando la pequeña ventaja, cobrando el estacionamiento, tratando de sacar cuatro entradas de protocolo para venderla, intentando organizar un viaje juntando de cualquier manera un recurso, etc., Todas esas porquerías existen. Pero están presentes en un club de fútbol como en la esquina de un club o en la otra cuadra de un club. Pero no son organizaciones gestadas, alimentadas, ni mucho menos, que le signifiquen el menor de los réditos a aquél que tiene la desgracia de tener que soportarlos.
La trascendencia que el fútbol le otorga a un hecho violento o discriminatorio
Cualquier acto de violencia en ocasión de un partido trascendente de fútbol, se multiplica por millones y el conocimiento de las inconductas de ese delincuente trasciende a límites que jamás hubiera podido trascender. Entonces el fútbol es el lugar buscado por muchos, -por intereses, ideologías, por cualquier otra cosa que no sea el de buscar razonablemente la ecuación causa-efecto- como el origen de muchos de los males que nos avergüenzan como hombres y como ciudadanos. Lo cierto es que no podemos negar que el fútbol constituye un fenómeno que está muy lejos de ser, simplemente, la consecuencia de ser espectador de un partido de fútbol.
Algunos sociólogos dicen que el fútbol ha permitido que el hombre sostenga aquello que por ley natural le está dado, su arraigo al pedazo de tierra sobre el cual nació, donde vive y donde eligió morir también. Esto tiene bastante que ver con el hecho de justificar el porqué en determinados momentos el fútbol moviliza y apasiona. Y el apasionar, que es un hecho simplemente objetivo, que no es ni bueno ni malo, empieza a agregarle condimentos al deporte fútbol. De esta manera, la circunstancia empieza a tener que ver y es un valor agregado para entrar a comprender la violencia en ocasión de los partidos de fútbol. Porque la pasión, el sentimiento, el fanatismo con el que se va cargando la presencia de los espectadores -primero de los vecinos después de los espectadores- le van permitiendo al organizador de un espectáculo de fútbol no otra cosa que, al abrir las puertas de un estadio, recibir a quienes ingresan, con todos los condimentos agregados productos y subproductos que llevan a un ser humano a ver un partido de fútbol. Por eso debe ser un elemento de atención y preocupación la violencia, cómo contenerla, cómo prevenirla.
Después de ver algunos mundiales y de concurrir a algunos congresos de FIFA, puedo decir que no creo que exista un foro ecuménico de mayor respeto por el ser humano, de menor desprecio por descalificar a alguien por su religión. En el fútbol a nadie se lo mira por cómo se viste o cuál es el color de su piel. Es casi la antítesis de lo que realmente preocupa o debe preocupar cuando se habla de discriminación en un partido de fútbol. Por eso esto tiene muy poco que ver con aquello que significa pretender atribuirle al fútbol ser un nicho en el cual se gestan o se magnifican las conductas reprochables de los discriminadores o de aquellos que de alguna manera utilizan un partido de fútbol simplemente para que tenga mayor expresión pública aquello que quiere hacer. Pero no es aceptable la ligera imputación de que el fútbol es una actividad generadora de violencia o discriminación.
Volviendo a nuestro país, los argentinos somos muy particulares para magnificar algunos de estos atributos individuales y colectivos y este fanatismo, que nos prestigia como un país absolutamente involucrado con el interés por el fútbol, hace que este deporte tenga en nuestro país una carga, una serie de valores agregados, que nos lleve realmente a estar preocupados cada vez que se abre un estadio de fútbol y en cada ocasión en que se realiza un partido de fútbol.
Como decía antes, hasta hace 25 o 30 años,
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