Boceto para una interpretación a Luis Carlos Lopez

El presente texto reseña el capítulo Boceto para una interpretación de Luis Carlos Lopez, cuyo autor es Héctor Rojas Herazo en 1976 en el libro Señales y garabatos del habitante, perteneciente al mismo autor. En primer lugar se dará una breve exposición del contenido de su texto y la postura que asume frente al poeta Cartagenero Luis Carlos López presentada en su crítica.

Rojas Herazo organiza su texto en cuatro partes mediante las cuales sustenta su tesis: “Luis C. Lopez es un juez, enjuicia a través de su estilo costumbrista con el toque exacto de modernismo en sus obras, más no es un poeta; en sus obras no se encuentra un resquicio de plenitud, dicha y tampoco esperanza”.

Primeramente, Rojas, plantea una afirmación para con el modernismo “.. no dio un solo gran poeta. No podía darlo. Su tarea fue de incubación. Dio, eso sí, fastuosos operarios de la palabra inquietantes obreros metafóricos.” Hace referencia al idioma siendo sometido a un programa salvador en el que las palabras son “purificadas por el fuego” (Pg. 21)

Continuando, Rojas Herazo destaca un inconveniente para los que en ese entonces eran los modernistas “Los días estéticos se les fueron en la semipenumbra del estudio o en la enrarecida atmósfera del socavón”, por otro lado, también realza aportes de este movimiento artístico al idioma.

Como segunda parte, Héctor Rojas introduce a su texto a Luis C. Lopez alegando el papel del modernismo, el cual no va más allá de lo estrictamente necesario, en sus obras y justificando parte de su tesis “.. Lopez no es un poeta..” haciendo referencia a las críticas y juicios por los que se mira atraído Lopez.

Seguidamente, el autor describe no solo la época, sino también ciertos aspectos de la ciudad nativa de Luis C. Lopez; Cartagena de Indias, como su aire pretérito debido a su arquitectura en los diferentes monumentos, paseos, tiendas y cafetines. Una ciudad silenciosa y con alma profunda. Sin embargo; Rojas también realiza un contrapunto cuando realiza la afirmación de las hibrideces propias de las ciudades costeras del caribe, en el caso de Cartagena; algunos raizales, otros con siluetas de hijodalgo y aquellos que portan el perfil de un congolés o bantú. Rojas también hace referencia a la vida social en la ciudad donde todos parecían ser una gran familia donde se reconocían por apodos y por cómo corrían las anécdotas; todos conocían la vida de todos, no parecía haber algo llamado vida privada.

Para finalizar la segunda parte, autor, realiza una conclusión con los elementos anteriores: debido al ambiente, la Cartagena anteriormente descrita, se formase un “espectador profundo”, un hombre con visión aguda y como tal reconoce a Lopez como un Costumbrista; una persona con la tendencia artística y literaria que elige las costumbres típicas de un lugar o de un grupo social como tema principal de una obra de creación (según la Real Académia Española). Adicionalmente realza el idioma que emplea Lopez, pues este “parece un hombre que quisiera, no más, hacer travesuras con el idioma… Pero la sabiduría -sabiduría formal de típica extracción modernista- salva López del desplante. Le imprime seguridad usted a su aventura” (Pg.25).

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