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Funciones Del Estado


Enviado por   •  9 de Mayo de 2013  •  1.646 Palabras (7 Páginas)  •  275 Visitas

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FUNCIONES DEL ESTADO. CONCEPTO.

Consisten en satisfacer los fines fundamentales y complementarios de la población de las distintas comunidades que habitan el territorio en lo que respecta a la libertad, igualdad y demás derechos fundamentales del hombre.

La misma etimología de la palabra función determina cumplidamente su concepto: proviene del latín “Fungere”, que significa hacer, cumplir, ejercitar, que a su vez deriva de “Finire”, por lo que dentro del campo de las relaciones jurídicas de cualquier clase que ellas sean, la función significará toda actuación por razón del fin jurídico en su doble esfera de privada y pública.

La reducción de las funciones del Estado:

La reducción de las funciones del Estado y el debilitamiento de la idea de nación, son asuntos centrales dentro de las tendencias que están modificando el perfil de las sociedades contemporáneas. En el ámbito económico la disminución del poder del Estado es evidente. Con la eliminación de restricciones al flujo de capitales y mercancías, esta instancia pierde progresivamente capacidad para controlar la economía de las naciones. Cada vez más las decisiones importantes en materia económica se toman fuera de su ámbito territorial, en grandes corporaciones, empresas transnacionales o instancias multilaterales. Aspectos sustantivos de la política económica pasan a estar al margen de las decisiones de las burocracias estatales.

Esta pérdida de peso evidentemente tiene resonancia en otros ámbitos. El Estado era el "espacio dotado de autonomía capaz de ordenar la sociedad nacional de acuerdo con su historicidad, sus fuerzas económico sociales, en fin sus contradicciones internas" (Ortiz, 2001,39). Esto está cambiando actualmente. Tal autonomía está siendo fuertemente socavada, con lo cual la idea misma de política como espacio para estructurar la vida social en un proyecto común, también pierde fuerza.

Tal debilitamiento, si bien marca cambios sustantivos en la forma en que se han venido organizando nuestras sociedades, no puede interpretarse aún como la desaparición del Estado nación.[3] Aunque está claro que éste está perdiendo capacidades importantes, quizás sea apresurado e ideológicamente intencionado) decir que el Estado Nación está desvaneciéndose. Como bien afirma Jameson (1998) probablemente con frecuencia se está emitiendo la partida de defunción del Estado de una forma apresurada.

En lo que respecta a sus funciones simbólicas, en muchos casos no es tan evidente que estén desapareciendo. Como sabemos "....el Estado-nación no es solamente una entidad político-administrativa, es una instancia de producción de sentido" (Ortiz, 2001: 40) Las identidades nacionales (a pesar de todas las tensiones y exclusiones que producían internamente) eran fuente central de sentido en las sociedades modernas. Sin embargo, con los procesos de mundialización de la cultura, esta función comenzó a ser compartida por otros referentes creadores de afinidad y de pertenencia. Para muchos se trata de un desplazamiento absoluto que marca el fin de las culturas nacionales. Sin embargo, a mi juicio, es pronto para hacer este tipo de afirmaciones, en especial en América Latina.[4] Considero que la idea de Nación sigue operando como productora de identidad, aunque ésta coexista ahora con construcciones simbólicas mundializadas (como en el caso de las modas juveniles) o localizadas (por ejemplo, las comunidades indígenas) que probablemente tiendan a socavarla. Evidentemente la Nación ya no es la única o principal fuente de producción de sentido compartido; pero aún existen mecanismos a través de los cuales ésta crea vínculos y formas de pertenencia que las personas alternan (de acuerdo a contextos y posiciones específicas) con otros referentes, ya sea locales, étnicos, generacionales, mediáticos o trasnacionales.

El debilitamiento del Estado nación ha propiciado la emergencia de ciertas lecturas y discursos -algunas veces de corte divulgativo, otras de carácter académico- que relacionan estos cambios con el fin definitivo de dicha construcción histórica, y con el comienzo de un periodo signado por la ausencia de centro, de proyectos planificadores, de control y de poderes concentrados.

Del mismo modo, la reducción de restricciones a la circulación de capitales y el flujo veloz de información a cualquier parte del globo, se presentan como el fin definitivo de las fronteras en el mundo. Con ello, por un lado, se ocultan las nuevas trabas al desplazamiento de personas (desde los países Sur) que se imponen como contraparte al libre movimiento de información y dinero[5]. Cuando se habla de los desplazamientos humanos se hacen analogías entre estos flujos migratorios y el dinamismo en el movimiento de personas del Norte. Esta equivalencia entre turistas y ejecutivos e inmigrantes, ignora las diferencias no solo en cuanto a las condiciones de acogida en la sociedad de llegada (para unos marcadas por fuertes restricciones a la ciudadanía) sino también las enormes distancias en las causas, motivaciones y condiciones de estos desplazamientos (Bauman) (De Sousa). Por otro lado, se desconocen las diferencias (a veces abismales) que se están afianzando entre regiones, naciones e incluso entre sectores de la población de un mismo país. El rezagamiento de regiones en cuanto a condiciones mínimas para adaptarse a las exigencias de la sociedad de la información, habla de estas distancias (Castells) así como la ampliación de la brecha en la distribución mundial de los recursos. La polarización social dentro de los países es también indicativa de esas nuevas fronteras no geográficas. De allí que consideremos problemático el uso a la ligera que a veces se hace, de nociones como nómadismo, desterritorialización y descentramiento.

La

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