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Aprovechamiento De Los Recursos

jose962 de Septiembre de 2013

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Aprovechamiento de los recursos

La acción antrópica busca el aprovechamiento de los recursos naturales, surgiendo así los paisajes humanizados. Tales aprovechamientos pueden ser muy variados, destacando, entre otros, los siguientes:

- Relieve: varían desde las prácticas agrícolas, propias de los llanos, hasta los usos paisajísticos de la alta montaña..

- Suelo: la variedad edafológica española permite múltiples aprovechamientos agrícolas.

- Subsuelo: se relaciona con la potencialidad mineral del territorio, que se explota tanto en minas a cielo abierto como en las subterráneas.

- Costas: permiten la construcción de puertos y el disfrute pesquero y turístico.

- Ríos y humedales: garantizan el consumo humano de agua y el abastecimiento agrícola e industrial, a lo que se une su valor ecológico.

- Clima: los climas españoles, situados en el área templada, facilitan el poblamiento, la agricultura y la actividad turística.

- Vegetación: los bosques permiten el aprovechamiento maderero y el desarrollo de algunas tipologías de ganadería. [1]

Actualmente, la mayor parte de los alimentos que consume la humanidad proviene de plantas y animales domesticados. Sin embargo, esto no significa que el hombre haya dejado de depender de la vida silvestre. Una porción importante de la población, sobre todo la que se encuentra en situación de pobreza y que habita zonas rurales, utiliza leña como fuente de energía, y millones de personas obtienen casi toda la proteína de su dieta a partir de la pesca o la caza. Si bien muchos de los productos que se extraían de poblaciones silvestres ahora son cultivados (e.g., plantaciones forestales o granjas piscícolas), la práctica más común en los países en desarrollo sigue siendo que la mano del hombre no intervenga en la producción o crianza de estos organismos, los cuales simplemente se obtienen del medio silvestre.

Tal forma de explotación tiene la particularidad de que la tasa con la que se pueden extraer de manera sostenible los recursos depende, en gran medida, de los ciclos biológicos de las especies aprovechadas y no de innovaciones tecnológicas. El inconveniente es que, en muchos casos, partes fundamentales de dichos ciclos son difíciles de advertir, como la fase planctónica por la que atraviesan muchos peces y crustáceos o las complejas interacciones entre especies de importancia cinegética y sus depredadores o presas, que son factores determinantes en el tamaño de sus poblaciones y, con ello, en la posible tasa de extracción.

Desde un punto de vista económico, estos procesos naturales que sustentan la vida silvestre son igualmente “invisibles” en términos monetarios. La producción de un tablón tiene un costo evidente en cuanto al salario del leñador, operarios y transportistas, herramientas, administración, etcétera, a todo lo cual se le puede asignar un precio específico. Sin embargo, ¿cómo incluir en el costo de producción a los polinizadores que permitieron generar las semillas que dieron origen al árbol, las aves que dispersaron las semillas o los hongos simbiontes que lo proveyeron de nutrimentos? Más aún, ¿cómo valorar los “costos” ambientales por el corte del árbol y sus implicaciones en la erosión del suelo, como liberación de bióxido de carbono y recarga de acuíferos?, por mencionar sólo algunos.

Puesto que permanecemos al margen de dichos procesos naturales es fácil sobreexplotar los recursos silvestres sin darnos cuenta. Si bien las ciencias ambientales y la economía están desarrollando modelos que incorporan los ciclos naturales que subsidian la cadena productiva humana, éstos aún no han madurado lo suficiente como para estimar con precisión y confianza las estrategias de explotación sostenible, por lo que el monitoreo cuidadoso del aprovechamiento de la vida silvestre sigue siendo necesario para asegurar su sustentabilidad.[1]

Recursos agropecuarios

Los grupos humanos realizan diferentes actividades económicas cundo producen, comercializan o consumen un producto. Cuando estas actividades permiten obtener directamente lo que produce la naturaleza se les llama primarias, y son las actividades agropecuarias, pesqueras, forestales y mineras.

Las agropecuarias se dividen en agricultura y ganadería.

La agricultura consiste en el cultivo de la tierra para obtener alimentos como frutos, vegetales, granos y otros productos como el algodón, del que se obtienen fibras para fabricar telas.

México produce principalmente maíz, que se cultiva en más de la mitad del territorio; frijol, que se produce en casi todo el país; cereales como trigo, arroz, cebada, centeno y sorgo. En regiones de clima cálido se produce café, caña de azúcar, plátano, mango y limón; además, la producción de naranja es muy importante y se realiza en el noreste y este del país. También se produce chile en más de cien variedades.

La ganadería consiste en la cría de animales como la vaca, la cabra, el cerdo y el caballo, entre otros.

La cría de ganado vacuno es la más abundante, llevándose a cabo en los estados de Sonora, Chihuahua, Coahuila, Veracruz, Tabasco y Chiapas, principalmente.

La cabra se cría en las zonas áridas del país; el cerdo, en casi todo el territorio, preferentemente en la zona que rodea a La Piedad, Michoacán.

Asimismo, la actividad pesquera consiste en extraer del mar, así como de ríos y lagos, peces y mariscos de diversas especies.[2]

Implementación de los principios de manejo de los recursos naturales y agropecuarios (producción, conservación y restauración). El campo y la explotación racional y responsable de los recursos naturales ocupan un lugar preponderante en la estrategia de desarrollo de la presente Administración. Se trata de impulsar su modernización, con el fin de elevar la productividad y competitividad, y con ello, los ingresos de las familias. Al efecto, las acciones y programas a cargo de las Secretarías de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, de la Reforma Agraria y de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca, se ejecutaron en un marco de estrecha coordinación interinstitucional y de coparticipación con los gobiernos locales, así como con los sectores social y privado.

El objetivo general del Instituto de Agroindustrias consiste en desarrollar proyectos productivos que promuevan a la industria agroquímica, agroalimentaria y biotecnológica de la región Mixteca, Oaxaca y en general de México. Esto se lleva a cabo a través de tres grandes vertientes: Conocer las propiedades químicas y biológicas de flora y fauna que sea factible de ser transformada en un alimento de consumo humano o permita el aislamiento de compuestos químicos de interés biológico. Realizar el procesamiento de plantas y animales convencionales y no convencionales para potenciar y conservar las propiedades organolépticas y nutricionales, confiriéndoles de esta manera un valor agregado. Desarrollar proyectos de transferencia tecnológica donde se vincule a los sectores productivos de la sociedad, relacionados con la producción y transformación de recursos agropecuarios.

Objetivos Específicos. Los objetivos particulares del Instituto de Agroindustrias se desglosan de la siguiente manera: Determinar las propiedades químicas de la flora y fauna de la región. Determinar las propiedades biológicas de la flora y fauna de la región. Desarrollar tecnologías y procesos de conservación de alimentos mediante la investigación y el desarrollo de tecnología menos agresiva.

Estudio y evaluación de la seguridad microbiológica y química de alimentos. Determinar las propiedades biológicas de la flora y fauna de la región.[2]

Conclusión de recursos agropecuarios

Los niveles de vida, tanto actuales como su potencial de desarrollo futuro, dependen de la calidad y de la disponibilidad de los recursos naturales. El potencial de los recursos se puede concebir como un continuum que se extiende desde los sistemas situados en áreas frías o áridas hasta aquellos situados en áreas fértiles que cuentan con riego. Algunos ejemplos de sistemas de producción ubicados en áreas de bajo potencial incluyen el Sistema Agro-pastoril Mijo/Sorgo del África y el Sistema Mixto de Tierras Altas (Andes Centrales) de Latinoamérica. Aunque 21 de los 51 sistemas calificables son considerados sistemas de baja potencial, su población agrícola es bastante limitada con solamente 290m o un 17 porciento del total del mundo en desarrollo. Contrastando con lo anterior, los 26 sistemas de producción situados en áreas que presentan un alto potencial abarcan una población de 1 450m de personas, y incluyen: todos los sistemas con riego; el sistema de Cultivo Mixto Cereales-Raíces Comestibles situado en la sabana húmeda del Centro y Occidente de África; el sistema Mixto Extensivo (Cerrados y Llanos) de Latinoamérica; el sistema de Cereales-Vegetales a Gran Escala situado en Europa Oriental y Asia Central; y el sistema Mixto de Cultivos Arbóreos del Asia Oriental y el Pacífico.

Los sistemas de producción agropecuaria situados en áreas de potencial promisorio, que cuentan con suelos relativamente fértiles y un clima favorable, por lo general tienen una mayor diversidad de oportunidades para la intensificación y diversificación de la agricultura que aquellos sistemas situados en áreas con un potencial deficiente. Para los sistemas de potencial bajo, estas estrategias están relativamente sin importancia. En cambio, una sola estrategia - el abandono de la agricultura como medio de subsistencia

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