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CONTENIDOS PRELIMINARES DE LA POLICÍA DE PROXIMIDAD

Martin AnicetoTrabajo7 de Mayo de 2016

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UNIDAD N° 2: 

POLICÍA Y PREVENCIÓN

Contenidos:

I - Contenidos preliminares de la Policía de Proximidad.

II - Principios Básicos, expectativas de la policía de proximidad.

III - Modelos de Gestión Policial.

IV – Bibliografía Unidad 2.

I – CONTENIDOS PRELIMINARES DE LA POLICÍA DE PROXIMIDAD

A lo largo de la última década se ha llevado han llevado a cabo en Latinoamérica, diversos trabajos sobre la cuestión del rol preventivo de la policía, notablemente este interés se ha despertado insipientemente desde universidades, donde han dado inicio a la discusión sobre del rol de las policías y la prevención y que han llevado a la publicación de diversas publicaciones e informes[1].

Entre los países que han puesto en foco el estudio del fenómeno de la seguridad, encontraremos Chile, EEUU, Colombia, Nicaragua, Guatemala, Brasil y en menor medida Argentina.

A pesar de algunas acciones puntuales sobre algunos espacios académicos, el período 2002-2005 marcó una pausa en las investigaciones sobre el presente fenómeno, imputándosele, en gran medida, al impacto de los atentados terroristas, donde las restricciones a las libertades individuales (en los países más involucrados en la temática), han intensificado la militarización y/o policialización del fenómeno.

Así como el período 1980-2000 se caracterizó por una serie de experimentaciones sobre diversos registros, la mayoría de las veces en torno al tema de la  “policía comunitaria”  o de la  “policía de proximidad”, así a posteriori de septiembre del 2001 se ha notado no sólo un detenimiento sino también y a menudo un cuestionamiento de esas experimentaciones. Tanto más cuando muy pocos estudios de evaluación habían podido demostrar realmente su valor o sus debilidades. A esto se agrega la fatiga, para numerosas organizaciones policiales, de haber servido, y no siempre de buena gana, como “laboratorio” social de la recomposición de las relaciones entre el Estado y el ciudadano, y de haber sido objeto de investigaciones internas o externas, de miradas escrutadoras y de auditorías de desempeño.

No es sorprendente entonces que la policía preventiva haya perdido parte de su entusiasmo a lo largo de los tres últimos años. De todos modos, la función preventiva no es por eso menos importante ni es menor su demanda. Esta nota sobre la problemática tiene por objetivo trazar un panorama a grandes trazos y propone una serie de observaciones preliminares identificando algunos desafíos clave.

Observaciones Preliminares

A pesar de la adopción, durante la última década, de nuevas leyes que encuadran los servicios de policía en numerosos países pudiendo mencionar (Colombia, Chile, Inglaterra, Sudáfrica, Bélgica, Quebec y Ontario en Canadá...), la misión impartida a las organizaciones policiales no han conocido grandes cambios en el curso de los últimos cincuenta años. Aún hoy se habla del mantenimiento del orden, de la paz y de la tranquilidad pública, así como de policía judicial.

Por el contrario, la demanda de servicios de policía ha tenido modificaciones significativas. En el plano cuantitativo, se observa un crecimiento de la demanda y una diversificación de los objetivos. Así, por ejemplo, si bien siempre han formado parte en mayor o menor medida del campo de intervención de la policía pública, los comportamientos “antisociales” tales como la mendicidad, la vagancia, o las formas a veces consideradas “perjudiciales” del espacio público, aunque se desprendan del ámbito “infrapenal”, han sido objeto de una demanda cada vez más alta de control por parte de los habitantes de las ciudades en la mayor parte de los países. Igualmente, a causa del aumento de la disponibilidad y del uso de alcohol y de drogas ilícitas, los comportamientos que se vinculan directamente de ello tales como su consumo en público o su microtráfico (Narcomenudeo en Córdoba), pero también las que se derivan mediatamente como el hecho de conducir ebrio, han generado una demanda más notoria de intervención policial, ya sea de la parte de los legisladores, de los habitantes o, con mayor peso, de ambas partes. Las demandas de intervención policial en materia de violencia intrafamiliar y de delitos de carácter sexual contra menores también se acrecentaron. En un plano totalmente distinto, los atentados terroristas han ejercido, en los últimos años, una presión importante sobre los servicios policiales, cuestionando incluso en varios casos algunos “conocimientos adquiridos” de las dos décadas precedentes en materia de policía de proximidad o de policía de resolución de problemas, especialmente debido a la reafectación del personal.

Más allá de las presiones recientes imputables a la lucha contra el terrorismo, el aumento cuantitativo de la demanda, que por otra parte es anterior a ellas, puede explicarse por la conjunción de tres grandes factores : la inflación penal y la juridización creciente de las relaciones sociales en las sociedades modernas, el individualismo y la disminución consiguiente de los controles sociales informales y de la eficacia colectiva, y el éxito de las organizaciones policiales para volverse “indispensables” y responder a un número cada vez más alto de expectativas sociales y políticas de control de las desviaciones y de la delincuencia.

A este aumento cuantitativo se ha agregado una complejidad creciente de los fenómenos tratados, que requiere a menudo nuevas competencias y enfoques para su tratamiento. La prevención del terrorismo, la lucha contra el blanqueo de dinero, la ciberdelincuencia y el tráfico de seres humanos, por no citar otros ejemplos, exigen desarrollar nuevas técnicas de infiltración y de investigación, además de implicar, con frecuencia, procedimientos largos y complejos, lo que se incrtementa en caso de presentación ante la justicia. Incluso si parecen más benignas, la delincuencia menor y las contravenciones cotidianas han acarreado una inflación de las tareas policiales. Afectada por un lado por los fenómenos de la globalización y de liberalización de los intercambios y por el impacto de las nuevas tecnologías, la complejidad de la tarea policial se inscribe también en la evolución de la interdependencia que caracteriza a las sociedades contemporáneas y en especial al trabajo de los poderes públicos cada vez más marcados por los enfoques horizontales y transversales de los que ofrecen un buen ejemplo las políticas locales de prevención. Ya no se trata solamente de trabajar al lado de otros sino con ellos, ya no sólo de ser responsable sino de co-producir, no únicamente de participar en grupos de discusión sino de inventar realmente las herramientas de una obra común, empezando por la elaboración de visiones comunes. La multiplicación de los lugares de concertación y la obligación de consultar y de mantener abiertas las líneas de comunicación con otras instituciones y con los organismos de la sociedad civil, son fuente de una complejización creciente, cuando no de frustración en la medida en que el espacio de autonomía parece encogerse incesantemente.

En esta misma línea, también la organización policial ha pasado por diversas modificaciones. En varios países, los enfoques de la policía llamada comunitaria o de proximidad están, netamente, perdiendo velocidad: es el caso de Francia, Estados Unidos y Canadá, por ejemplo. Ciertamente, las organizaciones policiales siguen estando preocupadas por la calidad y la proximidad de sus lazos con los habitantes; por otro lado no es raro que la satisfacción de los habitantes sirva de importante patrón de medida del desempeño. Varias razones pueden explicar estos planteos críticos[2]. De allí que se planteen dificultades en la puesta en marcha de la proximidad, especialmente en lo que respecta a la palabra de los habitantes. En varios casos, se ha creado foros locales de seguridad pública en los que la organización presenta sus prioridades de acción y recibe los comentarios de los funcionarios electos y de los ciudadanos. A menudo formales, a veces impermeables a las demandas de los habitantes, estos foros han conseguido en alguna medida hacerse un lugar real entre los habitantes. En otros casos, los mecanismos son más flexibles, también más hospitalarios, pero se ve entonces que son siempre los mismos habitantes los que participan, con el riesgo de una especie de apropiación por parte de los intereses particulares en detrimento del interés general[3]. Se ha observado también una separación entre el discurso de la proximidad y su aplicación interna en el mismo seno de las organizaciones policiales; de este modo, mientras que la policía comunitaria invitaría a elaborar indicadores diferentes de evaluación de desempeño tales como el conocimiento íntimo de los actores y de los puntos fuertes y débiles del barrio, o la capacidad de movilizar a los socios de la coalición, los indicadores cuantitativos tradicionales como el número de arrestos o los casos resueltos siguen predominando. Por otra parte, han aparecido otras demandas en cuanto a la imputabilidad y la rendición de cuentas, a veces en contradicción con los objetivos de una policía de proximidad; es por cierto legítimo aumentar la eficacia de las investigaciones para mejorar la tasa de solución de delitos, pero puede resultar de ello una deslegitimación del policía comunitario si hay confusión de roles. Finalmente, en varios casos, las organizaciones policiales han modificado su grilla territorial con los consiguientes cambios en la cobertura de los diversos niveles de cuerpos policiales: es el caso, por ejemplo, de Bélgica, de Quebec, pero también de Inglaterra o de Australia. Este nuevo recorte de los servicios y los cambios de personal en los barrios no han contribuido siempre a una efectiva puesta en marcha de la policía comunitaria.

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