Cazadores de Microbios Capítulo I
Zab DominguezEnsayo15 de Noviembre de 2018
981 Palabras (4 Páginas)306 Visitas
[pic 1][pic 2][pic 3][pic 4]
Ensayo: Cazadores de microbios.
Capítulo I: El primer cazador de microbios.
En éste capítulo se presenta a Anton Van Leeuwenhoek, un tendero holandés cuyo trabajo e incesante curiosidad dio como resultado uno de los que, para mí, han sido de los más grandes y maravillosos descubrimientos en la historia de la humanidad junto con la invención del aparato más básico que un médico debería tener o al menos saber usar como complemento para su profesión; la microbiología y el microscopio.
Nacido en 1632 en Delft, Holanda, proveniente de una familia trabajadora, Leeuwenhoek se convertiría en la primera persona en adentrarse en un “nuevo mundo” de seres que a simple vista parecerían inexistentes. Aunque durante 20 años pasó desapercibido durante su adultez, su curiosidad, desconfianza y hambre de conocimiento lo llevaron a aprender a fabricar lentes tan finos para ver las cosas de la vida diaria aumentados cientos de veces. Él poseía una característica muy llamativa y que, a mi parecer, comparto con él; no le bastaba con hacer un trabajo medianamente o completamente bien, si no que, buscaba la manera de no conformarse con un resultado antes logrado, era todo un perfeccionista.
Ésta cualidad lo llevo a aislarse por completo del mundo mientras trabajaba con su trabajo, lo cual es algo un tanto negativo pero necesario para obtener los resultados deseados. Inclusive llegó a ser tildado de loco por sus vecinos y la gente cercana.
Una vez que consiguió fabricar lentes finos menores a tres milímetros de diámetro no paraba de observar y maravillarse con los detalles de las cosas más simples y que a su vez lo llevaban a contemplar objetos más complejos, como tejidos de seres vivos, insectos y hasta su propio ser.
Era muy escéptico y constantemente miraba cientos de veces los objetos que antes ya había observado, siendo ésta una virtud que se debe tener sin lugar a duda en el ámbito científico, pero lo llevaba a cabo de una manera poco practica y laboriosa, dado que en vez de retirar lo que sea que estuviera viendo en su microscopio, volvía a empezar de cero a fabricar nuevos aparatos uno tras otro para poder seguir contemplando las cosas las veces que quisiera. Todo esto con tal de volver a examinar los primeros especímenes y analizar y confrontar el resultado de las nuevas observaciones. Sin duda algo que hoy en día es mucho más sencillo, sin tener que comprar o fabricar un nuevo aparato cada que necesitemos realizar éste tipo de estudios.
Para mí es muy emocionante conocer que Anton nació y trabajó durante una época en que las personas ya no se creían las supersticiones o hechos que eran impuestos en ignorancia por medio de la religión o por consenso mayoritario. Vivió en una época en la que la ciencia por fin veía la luz después de tanto tiempo ser castigada, obstruida y condenada por la Inquisición. Al fin era aceptable poner en duda los conocimientos o hechos que se daban por sentados, dando así pies y cabeza para lo que considero un verdadero progreso en el conocimiento humano.
Leeuwenhoek era muy huraño, y eso haría pensar que no le gustaría compartir sus hallazgos, pero sucedió todo lo contrario. Mostró a la Real Sociedad de Inglaterra aquellas diminutas lentes, únicas en toda Europa, haciendo que algunos de los miembros de esta sociedad se sintieran avergonzados incluso de sus propios aportes.
Luego de mostrar sus avances, Anton, siguió perfeccionando sus lentes - ¿qué no la ciencia debe de buscar esto? - hasta que en su curiosidad se detuvo a mirar una gota de agua de lluvia. ¿Qué es lo que encontró? Nada más y nada menos que los primeros microorganismos observados alguna vez por el hombre.
...