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DESARROLLO Y AMBIENTE EN LAT


Enviado por   •  18 de Abril de 2014  •  3.911 Palabras (16 Páginas)  •  309 Visitas

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DESARROLLO EN LATINOAMÉRICA

Javier Riojas R.

Iniciar una reflexión sobre algún aspecto relacionado con Latinoamérica siempre supone una serie de riesgos que es preciso esclarecer. Las grandes dimensiones geográficas de la región, la diversidad de paisajes, ecosistemas, contextos biofísicos del continente, hacen difícil pensar en una unidad relativamente homogénea desde el punto de vista exclusivamente de sus características naturales. Por otro lado, el tipo de relación que los habitantes de la región han desarrollado con respecto a ese medio, es decir, los recursos naturales, ha dado lugar a una gran diversidad de culturas y procesos socioambientales que, junto con la variedad de problemáticas políticas y económicas nacionales y las ubicaciones geopolíticas de los países, también resisten cualquier intención fácil de generalizar y unificar desde el punto de vista socio político esta realidad que llamamos América Latina. Sumando ambas dificultades, encontramos que esta región que comparte significativas características comunes (historia, lenguas, religiones, procesos de subordinación, razas...), se presenta también como un mosaico de procesos sociales y ambientales de muy diversa índole y como un entramado de contradicciones de diverso signo, donde deterioro ambiental y social no sólo parecen ir de la mano, sino a veces acompañándose sinérgicamente, en un torbellino difícil de aprehender y de encontrarle salida.

Así pues, apuntadas estas dificultades, describiremos y analizaremos los rasgos principales que tiene la crisis socioambiental latinoamericana, los procesos generales que nos permiten comprender la situación de la región como un todo, apuntando en su momento las especificidades. Se enfatizará la relación que existe entre las características naturales del espacio latinoamericano, los procesos poblacionales más significativos y los proyectos o modelos de desarrollo articuladores de los dos elementos anteriores, con la intención de acercarnos a un diagnóstico integrado de la problemática. El espacio de este trabajo impide el tratamiento exhaustivo del tema, por lo que la pretensión final de éste es más bien la de orientar un tipo de estrategia cognoscitiva del proceso latinoamericano, para valorar ponderadamente la crisis ambiental y social del momento y dar algunos datos y elementos ilustrativos de la misma.

EL ESPACIO BIOFÍSICO

La extensión territorial de Latinoamérica es de alrededor de veinte millones de kilómetros cuadrados, dependiendo si se consideran o no las islas del Caribe, ubicados en una franja de continente que va desde los 30 grados latitud Norte hasta los 55 latitud sur. Una masa de tierra que conglomera a los más distintos tipos de zonas ambientales, que incluyen desde las típicamente antárticos o subantárticos (en la parte más austral de Chile y Argentina) hasta zonas francamente desérticas (como el desierto de Chihuahua en México o el de Atacama en los Andes meridionales), pasando por las inmensas masas vegetales húmedas de las selvas tropicales, las grandes planicies llaneras, bosques templados en las áreas subtropicales, selvas de todo tipo y un variadísimo contorno altitudinal, le confieren a la región un patrimonio natural único en el mundo en cuanto a su diversidad y riqueza.

Latinoamérica es la región más húmeda del mundo. Sus ríos vierten al mar el 30% del total de las aguas continentales que desembocan ahí; asimismo, en el continente se encuentra la que se considera la región más seca del orbe: el desierto de Atacama donde, se dice, nunca ha llovido. Un refinado gradiente se encuentra entre ambos extremos, configurando el espectro ambiental más original del mundo. Esta gran diversidad de ecosistemas y habitats explican porque es el continente latinoamericano la región de mayor diversidad biológica del planeta, y también la zona de mayor incidencia de endemismo (especies que solamente se encuentran en ese sitio) en el mundo.

Según las estimaciones más recientes y confiables, se calcula en 180,000 el número de especies vegetales habitantes del área, cifra que es cuatro veces mayor que la del África tropical y Madagascar juntos, dos de las regiones del mundo con más diversidad biológica. Aún cuando no se conoce con la misma precisión la diversidad faunística latinoamericana, se deduce, a partir de la asociación de especies animales con las vegetales, que en Latinoamérica habitan también la mayor cantidad de especies animales de todo tipo del planeta. Seguramente, según los especialistas, la misma situación debe prevalecer en lo que se refiere a peces de agua dulce; sólo en la cuenca del Amazonas se han clasificado 2 mil especies distintas, dato sin precedente en el mundo.

La diversidad y riqueza de los ecosistemas costeros es también relevante en el continente. La disposición longitudinal del mismo, con la consecuente variación de temperaturas y corrientes marinas a las que se ve expuesto, determinan que en América Latina se ubiquen una inmensa variedad de regiones costeras de un gran valor ecológico y económico. Así, un gran porcentaje del total mundial de los manglares (zonas costeras claves para el desarrollo y reproducción de especies marinas, anfibios, aves y terrestres) y arrecifes de coral (ecosistemas de gran diversidad biológica y gran vulnerabilidad), están localizados en aguas latinoamericanas.

Este crisol de ambientes, ecosistemas y habitats que le confieren a Latinoamérica una riqueza natural única en el globo, está pasando de ser el mayor potencial de riqueza para el continente, a ser el tema de mayor preocupación, no sólo dentro de las fronteras de los países del área, sino también internacionalmente. A mediados de la década de los noventa, cuando el tema de la globalización —en este caso ecológica— está en cualquier agenda nacional o internacional, y la asunción de la idea de que el planeta tierra es finalmente el único y último patrimonio de la humanidad, la situación de los recursos naturales y del medio ambiente en general, independientemente de bajo la fronteras dentro de las que se ubique el problema, es un asunto de interés internacional.

El estado de salud en que se encuentran los recursos naturales de Latinoamérica justifican de sobra una preocupación global; algunos indicadores bastan para ilustrar esta situación:

• El 50% del total de áreas tropicales que se deforestan cada año en el planeta es de bosques latinoamericanos; de los 11.3 millones de hectáreas de bosques tropicales que se pierden actualmente, 5.6 corresponden a selvas tropicales del área, esto es una superficie similar a la de Costa Rica. Un panorama similar ocurre con las selvas medianas y altas y con los bosques de coníferas, el ímpetu deforestador en nuestra región también ahí se hace sentir.

• En los últimos treinta años, el área deforestada en Latinoamérica ha sido de unos dos millones de kilómetros cuadrados, es decir, una superficie equivalente a la del territorio mexicano. Este proceso de deforestación, que en la mayoría de los casos es para abrir nuevas tierras al cultivo o a la ganadería (tierras que no son aptas para tales usos), es la principal causa de la pérdida de biodiversidad en el continente. Como se sabe, la extinción de especies vegetales o animales es fundamentalmente consecuencia de la modificación o destrucción de sus habitats naturales; se alteran cadenas tróficas o relaciones de mutualismo u otro tipo de asociación y a raíz de la imposibilidad de adaptación al nuevo entorno, las especies desaparecen.

• Un gran porcentaje de los ecosistemas costeros han sido modificados o francamente destruidos a consecuencia de desarrollos turísticos, urbanos o agrícolas mal planificados, que de diversas formas han impactado negativamente en estos ambientes. Así, estos ecosistemas de una gran importancia biológica y de un gran potencial económico, muchas veces se pierden sin haber sido siquiera conocidos o explorados; este es el caso principalmente de los manglares.

• Se calcula que más de un 10% del territorio latinoamericano se encuentra en algún grado de erosión. Prácticas agrícolas inadecuadas y usos del suelo mal planificados están ocasionando una alarmante y grave pérdida de suelos cultivables, cuyo proceso de una eventual recuperación es o muy costoso o muy prolongado. Esta situación está íntimamente conectada con los tres fenómenos apuntados con anterioridad.

• Sin que existan datos precisos pero con suficiente evidencia como para afirmarlo, la proliferación de productos químicos o sintéticos, tanto para la actividad agrícola como para la industrial urbana viene provocando serios y a veces ocultos daños a la calidad de las aguas para consumo humano o productivo, a la calidad del aire en numerosos centros urbanos del continente y a alimentos sometidos a procesos de producción, en los que utilizaran sin control los pesticidas y agroquímicos. A la par de estos problemas, tales productos químicos presentan serios riesgos tanto en su proceso de producción como en el de su transportación y manejo.

• Aunados a estos problemas de corte fundamentalmente doméstico, los problemas ambientales de talante típicamente global, y el eventual cambio climático, la degradación de la capa estratosférica de ozono, el tráfico internacional de desechos peligrosos y su depósito en zonas de bajo control ambiental, la contaminación internacional de mares y océanos y la proliferación de plantas nucleares sin el debido monitoreo y control de su operación, se dejan sentir también en diferentes grados en los distintos contextos del continente, sea por los efectos que causan, o por las presiones y políticas internacionales para controlarlos.

Este panorama ambivalente, de una región con una gran riqueza y potencial ecológico por un lado, y graves problemas de destrucción o degradación de esa riqueza por otro, están íntimamente relacionados con los procesos de corte socio-económico como son la dinámica poblacional y las políticas de desarrollo de la región. Sin la consideración de estos elementos, también cada uno de ellos complejo, no se entendería ni se podría revertir el proceso de debacle socioambiental del continente. Se tratará en seguida lo más importante de cada uno de ellos.

LA DINÁMICA POBLACIONAL LATINOAMERICANA

Para entender la relación entre los procesos poblacionales (que incluyen los estrictamente demográficos pero que no se agotan ahí) y los vinculados con el deterioro ambiental en América Latina, habría que considerar cuando menos cuatro rasgos importantes de los primeros:

1. El crecimiento absoluto de la población, que de 1950 a 1990 aumentó de unos 300 millones de personas a más de 450, lo 1990 aumento de unos 300 millones de personas a más de 450, lo que proyectado daría, de mantenerse el actual crecimiento demográfico, que en el año 2000 habrá alrededor de 600 millones de latinoamericanos. Esto trae aparejado un aumento en la demanda de recursos para satisfacer las necesidades mínimas (que en la mayoría de los casos no se logra) y un ocupamiento y transformación de áreas naturales ahora ocupadas por centros de población cada vez mayores.

2. La concentración de la población en determinadas áreas, particularmente las grandes ciudades, que desequilibró la relación entre distribución de la población y ubicación de los recursos naturales, provocando una excesiva presión poblacional sobre las zonas sobrepobladas.

3. Urbanización de la población resultado de las grandes migraciones campo-ciudad y entre centros urbanos, que llevó a un incremento en la demanda de bienes y servicios, provocando un aumento sin precedentes en el mundo en cuanto a la magnitud de este proceso. Asimismo se da como proceso concomitante el auge de la actividad industrial en contados y localizados centros industrializados del continente: ciudad de México, Sao Paulo, Buenos Aires, Caracas, Santiago, como los más resaltantes.

4. Abandono de la población rural en lo referente a estímulos para la producción y comercialización de sus productos, orillando a una gran masa de habitantes del agro a avanzar en la apertura de tierras al cultivo sobre terrenos no aptos para tal práctica (áreas selváticas principalmente), reforzando este fenómeno el de destrucción y mal uso de los recursos forestales.

Sin embargo, la comprensión del fenómeno poblacional, complejo de por sí, incluye además de los anteriores, otros procesos articulados (patrones de consumo, relación entre géneros, expectativas de desarrollo, y tendencias culturales) que aglutinados presentan un conjunto de tendencias interrelacionadas que finalmente impactan sobre el ambiente. El efecto negativo que tales fenómenos han tenido sobre el medio ambiente y los recursos de la región está condicionado por las políticas de desarrollo con las que se ha operado en esta segunda mitad de siglo en la mayoría de los países de América Latina; por ende, las alternativas que se produjeran para revertir el proceso de deterioro socioambiental latinoamericano debieran considerar esta relación.

POLÍTICAS Y PROCESOS DE DESARROLLO

Se podrían contar por decenas las voces que durante las últimas cuatro décadas han anunciado los proyectos, modelos o políticas de desarrollo para América Latina. Un continente que se ha catalogado dentro del archivo de los "subdesarrollados", en esta segunda mitad del siglo se ha empeñado en dejar tal categorización que se le ha impuesto, obstinándose, la mayoría de los casos, por desarrollarse o modernizarse. Así, han desfilado por la pasarela de los proyectos de desarrollo diversos apellidos para este mismo sustantivo: Desarrollo por sustitución de importaciones, Desarrollo estabilizador, Desarrollo compartido, alianza para el Progreso, Desarrollo con equidad, y así muchos más.

Por otro lado, a la par del desfile de los diversos proyectos, modelos o políticas de desarrollo, promovidos por los gobiernos de la región y en muchas ocasiones diseñados. financiados o presionados desde el exterior, también se han sucedido variadas corrientes críticas a los programas de desarrollo.

Se puede decir que en ambos casos, tanto en el diseño de las políticas de desarrollo predominantes como en las corrientes críticas a tales procesos, siempre ha estado permanentemente ausente la consideración sobre el medio ambiente y el uso sustentable de los recursos. Esto no es de extrañar ya que, hasta fechas muy recientes, los paradigmas del desarrollo económico y social consideraban, implícitamente, irrelevante esa dimensión. De esta forma, en el rejuego de discusiones y operación de los programas de desarrollo en América Latina, se dejaban ver los efectos de una teoría económica basada sobre presupuestos muy problemáticos para el medio ambiente. En los paradigmas dominantes de la economía, recurrentemente se consideraba a la naturaleza como una fuente inagotable de recursos dispuestos a ser extraídos, explotados o transformados por la actividad humana, para crear riqueza social; y además como un receptorio infinito de desechos que, los procesos naturales se encargarían de asimilar, transformar o de alguna forma "digerir", pero que nunca significaban un elemento a considerar para la economía y los procesos o programas de desarrollo.

En la orientación de esta dinámica, donde el criterio fundamental de éxito lo constituían indicadores como el crecimiento económico, PIB per cápita, y otros, tanto los recursos naturales como los efectos poblacionales agresivos no tenían relevancia significativa, aunque suponían la base material y humana del desarrollo.

Agregándose a la característica gravemente ecocida de la racionalidad de los programas de desarrollo latinoamericanos (con escasas y honrosas excepciones), se encontraba su carácter excesivamente sesgado e interesado en fomentar la acumulación de capital en el sector industrial urbano, generando una gran polarización de la población, y un distorsionado uso de los recursos, tanto por los sectores favorecidos por el proceso como por los empobrecidos a raíz de él; aunque no con la misma responsabilidad y sin encontrar el mismo beneficio por la destrucción ambiental. Así, ha llegado el momento de declarar la imposibilidad natural y la limitación ética para que este dinamismo de deterioro ambiental y degradación social continúe. Proyectado hacia el mediano plazo, la recurrencia de estas tendencias va a llevar necesaria e inevitablemente a un colapso socioambiental, como se ilustra en el primer apartado, de consecuencias irreversibles. Formulado en término más actuales, el proceso de desarrollo económico y social latinoamericano, la dinámica que sigue su población y el tipo de uso que se hace de una de las fuentes de riqueza biológica más importante del mundo es insustentable.

La búsqueda de un tipo de desarrollo que pudiera llamarse sustentable, para Latinoamérica, necesariamente debe involucrarse en esta complejidad. La idea fundamental del desarrollo sustentable implica una consideración de los intereses de las generaciones futuras, "es el tipo de desarrollo que busca satisfacer las necesidades de la generación presente, sin comprometer la posibilidad de que las generaciones futuras satisfagan las propias"; pero también implica una consideración intrageneracional, es decir, que si no se toma en consideración que la generación presente satisfaga sus propias necesidades, principalmente la de los más pobres, es probable que se comprometan los recursos para los ciudadanos futuros.

En América Latina esto último es fundamental. Sin duda una de las principales causa del deterioro socioambiental, si no es que la principal, es la polarización exacerbada de las sociedades de la región. Mientras la mitigación de la opulencia y la miseria no vaya encontrando mecanismos efectivos de resolución, será difícil pensar en la sustentabilidad del continente. Además de los otros muchos problemas que abre esta crisis. En la actualidad se vienen gestando diversos mecanismos técnicos, institucionales, organizacionales y académicos que quieren apuntar hacia la colaboración para el desarrollo sustentable. Dentro de la gama de estos mecanismos, destaca la necesidad y la urgencia de mecanismos legales y normativos que acoten el espacio de degradación socioambiental cada vez más, de manera que la contaminación y degradación de los recursos se ubique en márgenes sustentables. En este marco, la ciencia jurídica tiene un inmenso trabajo por realizar: la filosofía del derecho, la teoría del derecho, la elaboración de normas y procedimientos concretos que señalen, desde el ámbito de lo legal el camino a transitar para la sustentabilidad del desarrollo son un rico campo de crecimiento para los juristas latinoamericanos. Las posibilidades de un futuro social y ambiental más equitativo y más amable con nuestra naturaleza, atraviesan necesariamente este ámbito tan importante.

Política Ambiental

La política ambiental venezolana se encuentra sustentada en nuestra Constitución, en los acuerdos internacionales suscritos y bajo una extensa y completa legislación ambiental. Aunque la República Bolivariana de Venezuela ha sido tradicionalmente un país defensor de las causas ambientalistas, la puesta en vigencia de la carta magna de 1999 representó un cambio importante en materia ambiental, ya que puso de manifiesto que el Desarrollo Sustentable es el camino que el país debe tomar en sus planes de desarrollo. De esta forma, el país da cumplimiento a los principios de desarrollo sostenible descritos en la Declaración de Río sobre Medio Ambiente y Desarrollo en 1992 (Agenda 21), reconociendo que la superación de la pobreza y el mejoramiento de la calidad de vida de la población, no son posibles si no se garantiza la protección del ambiente.

En la Constitución de 1999, por primera vez en la historia constitucional del país, se dedica un Capítulo (IX) exclusivamente a los Derechos Ambientales (artículos 127, 128, y 129). En este capítulo se expresa la obligación del Estado, con la activa participación de la sociedad, de garantizar que la población se desenvuelva en un ambiente libre de contaminación, en donde el aire, el agua, los suelos, las costas, el clima, la capa de ozono y las especies vivas sean especialmente protegidos.

En este contexto, la variable ambiental forma parte de los procesos de planificación y gestión del desarrollo del país. Esto puede ser corroborado en el Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación, cuyos objetivos, estrategias, políticas y proyectos buscan alcanzar la justicia social, el desarrollo económico de la nación y la protección de la naturaleza. Bajo este marco de actuación, el Estado venezolano también ha previsto su adecuación hacia el cumplimiento de los acuerdos internacionales suscritos, en especial a la Agenda 21 y los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), como principales plataformas de acción para alcanzar un desarrollo ambientalmente sostenible.

Leyes y decretos ambientales

Nuestro país cuenta con una amplia legislación ambiental que cubre desde la gestión forestal y conservación de ecosistemas hasta manejo de sustancias tóxicas, entre otros. En total se cuenta con un cuerpo de más de 37 leyes (orgánicas y ordinarias) y 32 decretos ambientales que, de acuerdo a nuestra Constitución y en armonía con acuerdos internacionales, garantizan el compromiso nacional con la protección del ambiente.

B. Convenios internacionales

Internacionalmente, Venezuela siempre ha sido un agente divulgador de las causas ambientalistas y ha participado activamente en importantes reuniones de negociación en temas como recursos hídricos, cambio climático, diversidad biológica y seguridad química. Venezuela ha ratificado más de 50 tratados y acuerdos internacionales en materia ambiental. En las distintas conferencias y reuniones internacionales nuestro país ha impulsado la promoción del principio de reconocimiento del agua como un derecho humano fundamental, considerando que este recurso constituye un bien social y no económico. En materia de cambio climático, la nación bolivariana ha confirmando su compromiso con el planeta, ratificando el Protocolo de Kyoto en el 2005. En el ámbito de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), Venezuela ha apoyado el desarrollo de iniciativas de cooperación en materia ambiental con Bolivia, Cuba y Nicaragua.

Si desea obtener mayor información, por favor, consulte la Legislación Ambiental de la República Bolivariana de Venezuela y sus Normas Afines.

C. Logros en el área ambiental

El gobierno del presidente Hugo Chávez trabaja en conjunción con el pueblo venezolano para garantizar a sus habitantes unas condiciones de vida digna, en el ámbito de un modelo de desarrollo ecológicamente amigable. Entre los logros que el gobierno ha alcanzado en esta área destacan:

Educación ambiental:

 Formación de docentes a escala nacional para incorporar contenidos ambientales en el currículo.

 Formación, fortalecimiento y capacitación en el área de agroecología, organización comunitaria y conservación ambiental.

 Creación de las Unidades Móviles Ambientales (UMA), para proyectar videos y desarrollar actividades didácticas en materia ambiental.

Participación comunitaria:

 Creación de 2.639 Comités Conservacionistas que incluye el sector escolar en todos los niveles y modalidades, que agrupan a casi 30.000 personas que promueven acciones de reforestación y conservación ambiental en el ámbito del programa Árbol Misión Socialista.

 Creación de más de 3.000 Mesas Técnicas de Agua, las cuales atienden los problemas y asuntos del agua en las comunidades.

 Conformación de las Mesas Técnicas de Energía, los cuales atienden los asuntos de suministro eléctrico y gas en las comunidades.

Agua potable y saneamiento:

 Reconocimiento del agua como derecho humano fundamental no negociable.

 Alcance en 2001 de los objetivos del milenio establecidos por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) respecto a acceso de agua potable .

 Reforestación con fines protectores, agroforestales y comerciales de las cuencas del país, a través de la Misión Árbol (Árbol Misión Socialista).

Bosques:

 Prohibición de aprovechamiento de especies forestales en bosques naturales amenazadas de extinción.

 Disminución, en 34,5 %, de la superficie de vegetación afectada por la acción de los incendios forestales .

 Diseño y desarrollo del Sistema Nacional de Información Estadística Forestal.

Diversidad biológica:

 Prohibición de la pesca de arrastre.

 Incorporación del Delta del Orinoco en la Red Mundial de Reservas de Biosfera de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

 Construcción de la sede del Laboratorio de Referencia para Detección de Organismos Modificados Genéticamente o Transgénicos.

Ordenación del territorio:

 Formación de la Comisión Nacional de Ordenación del Territorio.

 Elaboración de las directrices del Plan Nacional de Ambiente que permite la armonización del plan de desarrollo de la nación con la protección ambiental.

 Implementación del Proyecto de Demarcación de Tierras y Hábitat de los Pueblos y Comunidades Indígenas.

Calidad ambiental:

 Saneamiento y clausura de vertederos a cielo abierto.

 Evaluación e inscripción de miles de empresas manejadoras de sustancias, materiales y desechos peligrosos en el Registro de Actividades Susceptibles de Degradar el Ambiente (Rasda).

 Remodelación de la infraestructura de los laboratorios ambientales ubicados en los estados Monagas, Anzoátegui y Miranda.

Vigilancia y control:

 Establecimiento de dos aduanas ecológicas.

 Avance en el control de la contaminación atmosférica producida por fuentes móviles.

 Automatización del Sistema de Permisologías Ambientales.

Energía:

 Reemplazo de 68 millones de bombillos incandescentes por bombillos ahorradores de energía.

 Implantación de 806 Sistemas Fotovoltaicos (SFV) que están generando energía en escuelas, casa comunales, puestos fronterizos de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) y otros.

 Colocación de más de 100 plantas potabilizadoras de agua que funcionan con éstos SFV, lo que beneficia a unas 600 comunidades en el territorio nacional.

Cooperación y gestión internacional:

 Ratificación del Protocolo de Kyoto en 2004 y participación en las reuniones de negociación en el seno de la ONU.

 Establecimiento del comité interinstitucional sobre cambio climático.

 Realización de dos expediciones científicas a la Antártida, a cargo de investigadores venezolanos, para recabar información que contribuya al cambio de estatus de la nación dentro del Tratado Antártico.

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