Dinamica Poblacional
kelyn908 de Junio de 2015
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/media/ALEXANDRA/Nueva carpeta/dinamica poblacional.pdfINTRODUCCIÓN
Las bacterias fitopatógenas viven generalmente en la proximidad de las plantas sobre las que son
capaces de causar daños y habitualmente no son patógenas del hombre ni de los animales.
Actualmente existen más de 60 especies reconocidas que incluyen alrededor de 300 subespecies
y patovares. Sin embargo, todavía se continúan identificando nuevas bacterias fitopatógenas que no
habían sido citadas anteriormente como tales. El comercio global de plantas y sus derivados ha conducido
a la introducción creciente de nuevas bacteriosis en los últimos años. Las consecuencias económicas son
considerables y el riesgo de nuevas introducciones aumenta proporcionalmente al crecimiento del
comercio global y de los nuevos patrones de distribución.
Algunas de las especies causantes de bacteriosis tienen una fase epífita durante la cual viven
asociadas a la planta sin causar daños, y cuando se modifican las condiciones climáticas o de cultivo y se
dan los factores favorables para el incremento de la población bacteriana, se observan los síntomas de la
enfermedad. Las bacterias fitopatógenas ocasionan un gran número de síntomas que dependen de la
bacteria, del tipo de huésped y de su estado fisiológico y fenológico. Además, están fuertemente
influenciadas por el ambiente, afectando a la multiplicación e inducción síntomas en las plantas
infectadas. En general, los diferentes síntomas pueden agruparse en 6 síndromes: manchas foliares o en
frutos; chancros y marchitamiento de plantas leñosas; marchitamiento en plantas herbáceas; hiperplasias y
proliferación; roñas o costras; y podredumbres blandas.
La mayor parte de las plantas cultivadas pueden ser atacadas por una o varias bacteriosis y las
pérdidas ocasionadas por éstas son muy variables. Algunas enfermedades son consideradas como muy
graves y otras de importancia mínima. Algunas bacteriosis constituyen factores limitantes de algunos
cultivos en determinadas zonas, debido a la gravedad de los daños que causan, sus posibilidades de
diseminación y la carencia de métodos eficaces de control. Entre éstas se encuentran el fuego bacteriano
de las rosáceas causado por la bacteria Erwinia amylovora, la mancha bacteriana producida por
Xanthomonas arboricola pv. pruni, la marchitez bacteriana de la patata debida a Ralstonia solanacearum,
podredumbre anular de la patata debida a Clavibacter michiganensis subsp. sepedonicus , o el chancro
bacteriano del tomate causado por Clavibacter michiganensis subsp. michiganensis. Estos patógenos se
consideran como organismos nocivos de cuarentena en la Unión Europea (UE), para los que existe
legislación específica sobre medidas preventivas contra su introducción y difusión en el territorio nacional
y en la UE. En esta normativa se establecen las disposiciones de régimen fitosanitario comunitario y se
especifican las condiciones, los procedimientos y los trámites de carácter fitosanitario que deben
cumplirse para la introducción de vegetales y productos vegetales en la UE o su desplazamiento en el
interior de ésta. Otras especies de bacterias fitopatógenas producen enormes pérdidas debido al gran
número de plantas que afectan, más que a la gravedad de sus ataques en cada caso particular. Es el caso
de podredumbres blandas en numerosas plantas hortícolas y ornamentales causadas por bacterias de los
géneros Pectobacterium y Dickeya, o Agrobacterium spp., que es capaz de producir tumores en más de
600 especies vegetales.
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EPIDEMIOLOGÍA DE LAS BACTERIOSIS
Las interacciones bacteria-planta. Las bacterias se han adaptado a coexistir con los vegetales,
pero sólo algunos géneros y especies de bacterias son capaces de colonizar estructuras u órganos de las
plantas con un elevado porcentaje de especialización. La colonización puede producirse en la superficie
de la parte aérea (bacterias epífitas) o de la zona radicular (bacterias rizófitas), o bien pueden afectar al
sistema conductor (bacterias endófitas).
En muchas bacterias fitopatógenas existe una fase residente epífita en la que la bacteria se
multiplica y bajo determinadas condiciones alterna con una fase patógena que infecta la planta. La fase
epífita del ciclo se inicia con la adhesión a la superficie de la planta que parece ser muy específica.
Continúa con una multiplicación como comensal (aprovechando las sustancias de secreción o excreción
de la planta sin afectarla negativamente) en determinadas zonas de la superficie de ciertos órganos, y se
completa con la dispersión de las bacterias por acción del lavado de la lluvia, formación de aerosoles por
el viento, e insectos vectores que contaminan nuevos órganos o plantas. Bajo determinadas circunstancias
como la producción de heridas, o simplemente por vías naturales de entrada (lenticelas, estomas,
cicatrices foliares, etc.) las bacterias pueden superar la barrera epidérmica e interaccionar
intratisularmente (Huang, 1986). Si la interacción es compatible, se produce una invasión, infección y
multiplicación en el espacio periplásmico. La dispersión intratisular se produce como consecuencia de la
invasión del tejido conductor o de los espacios intercelulares y de la motilidad de la mayoría de las
especies de bacterias fitopatógenas.
Dinámica poblacional. Las bacterias fitopatógenas bajo condiciones ambientales favorables
presentan una elevada capacidad de multiplicación (crecimiento exponencial) y llegan en poco tiempo a
niveles poblacionales muy elevados. La dinámica poblacional está determinada principalmente por la
temperatura, la disponibilidad de agua y el estado fenológico de la planta huésped (Gross y col., 1983).
Para la mayoría de bacterias fitopatógenas su multiplicación óptima se sitúa a temperaturas de
20-25oC, humedad relativa superior al 75-80%, o bien condiciones de humectación. La disponibilidad
de agua es el factor más crítico, especialmente cuando las temperaturas son favorables. No obstante, una
vez desencadenado el proceso de infección, el propio contenido en agua de los tejidos de la planta
garantiza las condiciones adecuadas de disponibilidad de ésta.
El estado fenológico del huésped es otro de los factores más determinantes en la progresión de la
infección y de la capacidad de colonización epífita de las bacterias fitopatógenas. En general, los tejidos
jóvenes, poco lignificados, con bajo contenido en compuestos fenólicos, suelen ser mucho más sensibles
que los viejos. También existen diferencias en función del tipo de órgano de la planta.
En condiciones de campo y en la parte aérea de las plantas, la temperatura, humectación y estado
fenológico varían según macrocambios estacionales a lo largo del ciclo anual, e incluso con los ciclos día-
noche. Todo este conjunto de condiciones óptimas debe coincidir en el tiempo para que la actividad de
multiplicación de las bacterias sea adecuada. La existencia de fuertes variaciones temporales en los
niveles poblacionales tiene grandes implicaciones en Fitopatología.
Supervivencia y dispersión. Las bacterias fitopatógenas pueden sobrevivir mediante uno o varios
sistemas dependiendo del patógeno: en tejidos de la planta como epífitas o en dormancia si la planta es
plurianual, en material vegetal infectado en descomposición en el suelo, en plantas no huéspedes
(reservorios), en semillas infectadas, o como residentes en el suelo. Los mecanismos de dispersión de las
bacterias fitopatógenas pueden estar ligados a la propia actividad agronómica o ser de tipo natural. En
relación con los mecanismos agronómicos, el intercambio de material vegetal (semillas y material de
multiplicación) es la vía de dispersión de las enfermedades bacterianas a larga distancia. La maquinaria,
el instrumental, e incluso el propio agricultor, diseminan las bacterias con facilidad entre plantas, e
incluso, entre plantaciones. El agua de riego contaminada puede actuar como vehículo de dispersión de
las bacterias. Los mecanismos naturales de dispersión engloban tanto el efecto de agentes meteorológicos,
como el viento o la lluvia, como los insectos o incluso aves vectores (Logan, 1964; Graham y Harrison,
1975; Graham y col., 1976; Graham. y col., 1977; Harrison y col., 1977; Kloeper y col., 1979; Palacio-
Bielsa y Cambra, 2006, 2008).
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MÉTODOS DE CONTROL DE BACTERIOSIS EN LAS PLANTAS
El control de las enfermedades causadas por bacterias fitopatógenas resulta muy difícil y
constituye uno de los mayores problemas de la agricultura. Los métodos de control se basan en medidas
preventivas y curativas. Las más eficaces son las medidas preventivas que, aunque son de naturaleza
muy diversa, se pueden agrupar en medidas reguladoras para evitar la introducción
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