Educación Para La Salud

La Educación para la Salud en el ámbito internacional

En el trascurso y evolución de la educación para la salud, se hace importante citar la depresión económica de principios de siglo XX, la Segunda guerra mundial y el modelo económico desarrollista incorporado en Latinoamérica, desde donde los gobiernos promovieron sus intervenciones en educación, vivienda y salud. En este mismo siglo, en 1948 se constituye La Organización Mundial de la salud (OMS) (1), en 1950 la Unión Internacional para la Educación Sanitaria (2) y aparece el primer Parlamento de Educadores (3).

La OMS desde su constitución definió la salud como el estado de completo bienestar, físico, mental y emocional (1), con el objetivo de darle a la salud una mirada holística, no obstante, el modelo biomédico preponderante en la época, poco o nada contribuía a la definición de salud desde las prácticas profesionales, con miradas unicausales de los procesos de salud enfermedad, con enfoque patologista y curativo (4), deshumanizado y descontextualizado en las esferas económicas, sociales y culturales.

Este ejercicio profesional en salud enfocado en la enfermedad y no en la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad, que desconocía las condicionantes sociales en la vida de los individuos, llevó a que en el año de 1978 la OMS y el Fondo de Naciones unidas para la Infancia (UNICEF) patrocinaran y llevaran a cabo La Conferencia Internacional sobre Atención Primaria en Salud (APS), que da origen a La Declaración de Alma Ata donde se subraya que todo el mundo debe tener acceso a una atención primaria de salud y participar en ella con un enfoque de equidad, implicación/participación de la comunidad, intersectorialidad, adecuación de la tecnología y costes permisibles, (5) enfatizando además en que la APS debía incluir como mínimo la educación para la salud de los individuos y de la comunidad sobre la magnitud y naturaleza de los problemas de salud e indicar los métodos de prevención y el control de éstos. (5)

Para lograr el énfasis propuesto, declaró que “el pueblo tiene el derecho y el deber de participar individual y colectivamente en la planificación y aplicación de su atención de salud” y que “la educación sobre los principales problemas de salud y sobre los métodos de prevención y lucha correspondientes era la primera de las ocho actividades consideradas fundamentales en atención primaria de salud”. Así, es esta perspectiva la que fuerza a aplicar un nuevo enfoque a la educación sanitaria (5,6) donde se debe reconocer que ningún aspecto de la atención de salud es estático, por el contrario, para hacerla más eficaz debe ponerse a tono con la visión que de los problemas de salud tengan los profesionales y la población en general (6).

Para el año de 1986 en la primera Conferencia internacional sobre promoción de la salud "Salud para todos en el año 2000" celebrada en Ottawa, la salud se percibe, no como el objetivo, sino como la fuente de riqueza que se crea y se vive en la cotidianidad y los diferentes roles de los seres humanos que han adquirido la capacidad de decidir sobre su propia vida y los factores que inciden en la calidad de la misma (7).

Para esta época, mediados de los años 80, existía suficientes referentes en el ámbito internacional sobre la relación de la Promoción de la salud y la Educación para la salud, sin embargo, por parte de los proveedores de servicios de salud y de algunos educadores, continuaban en una praxis carente de fundamentos teóricos-metodológicos sólidos reduciendo en parte la Educación para la Salud al simple acto de informar sobre salud y enfermedad.

Esta práctica de profesionales del área y educadores, la relación y a la vez independencia de la Promoción de la Salud y Educación para la salud, suscitaron numerosas discusiones, que alcanzaron el ámbito de la XIV Conferencia mundial de Educación para la Salud celebrada en Helsinki, Finlandia en Junio de 1991 (8), la que se pronunció mediante un texto denominado Como afrontar los Desafíos de la salud mundial. Documento de referencia sobre la Educación para la Salud y que pretendía, en cierta medida, contribuir a poner fin a los debates entre partidarios de evitar la hegemonía de la “recién aparecida” Promoción de Salud, sobre la más estructurada Educación para la Salud. (8,9).

Luego de un profundo análisis la declaración de Finlandia concluye que:

En último término, la Educación para la salud favorece la salud de las personas capacitando a los individuos y grupos para conseguir los objetivos fijados con respecto a su salud, mejora y mantiene la calidad de vida, impide la producción de muertes, enfermedades y minusvalía evitable, y mejora la interacción humana (...) las personas que aspiran a alcanzar dichos objetivos deberían hacerlo en el marco de tres estrategias principales: promoción de ideas, capacitación y apoyo (...) (8).

Seis años más tarde, como resultado de la Cuarta Conferencia Internacional sobre la promoción de la salud, se obtuvo La Declaración de Yakarta, Promoción de la salud hacia el siglo XXI, que identifica los enfoques globales como los más eficaces para el desarrollo de la salud, la participación de los individuos, la alfabetización sanitaria, además de identificar cinco prioridades para la promoción de la salud, entre las cuales ubica Promover la responsabilidad social para la salud e Incrementar la capacidad de la comunidad y el empoderamiento de los individuos (10).

Si bien, todas las prioridades identificadas en la Declaración de Yakarta son relevantes, las citadas al final del párrafo anterior, cobran relevancia en los principios de la educación para la salud al comprenderla como el proceso permanente por medio del cual el ser humano apropia e interioriza conocimientos e información que le permiten asumir una posición crítica y reflexiva sobre la realidad a fin de promover cambios. Esto implica un diálogo cultural, intercambiar la cultura educando educador expresada en su historia, lenguaje, simbolización del mundo, formas de trabajo y procesos interactivos, con el objeto de construir nuevos conocimientos sobre la realidad (11).

De esta forma, La educación para la salud comprende las oportunidades de aprendizaje creadas conscientemente que suponen

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