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Efectos del calentamiento global y cambio climático en la distribución geográfica de las especies

Juan Montes de OcaApuntes29 de Abril de 2019

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Efectos del calentamiento global y cambio climático en la distribución geográfica de las especies

Generalmente se asume que la distribución actual de los organismos está definida por factores del clima como son la temperatura y la precipitación. No obstante, en los últimos 100 años se ha presentado un aumento promedio de la temperatura global de 0.680C y por tanto, un cambio en las condiciones del clima en la mayor parte del mundo. La modificación del área de distribución (migración) puede considerarse el mecanismo de respuesta más inmediato ante el cambio climático; es decir, si el cambio en las condiciones climáticas no favorece el mantenimiento de una especie en un determinado lugar, ésta intentará migrar a lugares con condiciones más adecuadas. En este caso, el éxito de una especie conllevará una modificación en la forma y/o tamaño de su área de distribución actual que dependerá de i) la cantidad y conectividad de las regiones que en el futuro tendrán condiciones climáticas adecuadas y ii) la capacidad de la especie para desplazarse y colonizar estas nuevas áreas habitables.

Los efectos del calentamiento global se están monitoreando a nivel de especie, ya que el incremento en la temperatura se vincula estrechamente con restricciones fisiológicas y por tanto con su distribución geográfica. En este sentido, se han documentado cambios recientes en la distribución de algunas especies de plantas, aves migratorias y mariposas de zonas templadas. Sin embargo, no ha sido fácil determinar la relación causal entre los factores climáticos y los límites en su distribución geográfica, ya que se requiere de evidencia que sugiera que el incremento en los límites de temperatura actual está promoviendo mayor mortalidad y evitando el desarrollo del ciclo de vida completo de las especies y con esto modificando su distribución geográfica reciente. Hasta ahora la mayor parte de los estudios que están evaluando la vulnerabilidad, a nivel de especies, ante el cambio climático se basan en los llamados modelos de distribución de especies (MDE). Estos modelos establecen la influencia de las variables climáticas sobre la distribución geográfica de una especie para generar mapas de idoneidad climática. El resultado puede proyectarse sobre escenarios de cambio climático con el objetivo de estimar el impacto potencial del calentamiento global sobre la distribución de las especies. A pesar de las debilidades de estos modelos, son de los pocos procedimientos que disponemos para anticipar los efectos del cambio climático sobre la distribución de los taxa. Así, las predicciones derivadas de los modelos de distribución son de gran utilidad para adaptar los planes de conservación de las especies a un contexto de cambio climático. Los MDE permiten no sólo hacer una estima del cambio en el área de distribución con condiciones climáticas adecuadas para cada especie, sino también segregar las áreas que podrían actuar como refugios climáticamente estables de aquellas otras en las que las poblaciones serían más vulnerables como consecuencia de cambios drásticos en sus condiciones climáticas. De manera similar, estas predicciones permiten identificar regiones no ocupadas en la actualidad por las especies, pero que serían climáticamente favorables en el futuro y que, por tanto, podrían actuar como áreas receptoras de conjuntos bióticos. Hasta hora estos modelos han predicho un mayor impacto en especies de climas templados y de montaña, fundamentalmente la reducción en su distribución geográfica.

No obstante, la mayoría de la información disponible hasta ahora son hipótesis sobre la respuesta geográfica de diversos grupos de organismos. Por ejemplo, se espera que muchas especies y en particular los insectos fitófagos, muestren respuestas relativamente rápidas al incremento en las temperaturas cambiando sus límites de distribución hacia los polos o elevaciones más altas. Un caso ya documentado es el de Thaumetopoea pityocampa, la polilla del pino, cuyas larvas se han visto favorecidas en su desarrollo durante todo el invierno, lo que ha permitido expandir su distribución hacia los polos más allá de sus límites históricos recientes, en un margen de 27 km por década. En este caso la distribución de la planta huésped no ha restringido la expansión de T. pityocampa hacia los polos y hacia mayores altitudes, ya que están presentes muchas especies hospederas además de otros hospederos potenciales.

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