El Negocio De La Salud Y Su Aporte A La Desigualdad En Chile

“EL NEGOCIO DE LA SALUD Y SU APORTE A LA DESIGUALDAD”

La organización Mundial de la salud define en términos particulares como un buen sistema de salud a un órgano u organismo gubernamental que mejora la vida cotidiana de las personas de forma tangible. Una mujer que recibe una carta recordándole que su hijo debe vacunarse contra una enfermedad potencialmente mortal está obteniendo un beneficio del sistema de salud. Lo mismo ocurre con una familia que finalmente puede acceder al agua potable gracias a la instalación en su aldea de una bomba de agua financiada por un proyecto de saneamiento del gobierno, o con una persona con VIH/SIDA que obtiene medicamentos antirretrovíricos, asesoramiento nutricional y exámenes periódicos en un ambulatorio asequible. El principal responsable por el desempeño global del sistema de salud de un país es el gobierno, pero también resulta fundamental la buena rectoría de las regiones, los municipios y cada una de las instituciones sanitarias. El fortalecimiento de los sistemas de salud y el aumento de su equidad son estrategias fundamentales para luchar contra la pobreza y fomentar el desarrollo.

El anterior corresponde a un canon en relación a dirimir cuando un sistema de salud es bueno o malo, y corresponde al punto de partida de la actual discusión por salud. Según datos de la encuesta CEP, la cual define al tema salud como el principal foco de preocupación por parte de las familias chilenas, por sobre la educación, delincuencia, etc. Lo cual resulta bastante coherente, ya que eventualmente no solo limita la calidad de vida (por cuanto una persona imposibilitada de salud disminuye su calidad de vida al no ejercerla como lo haría en ausencia de dicha imposibilidad) sino que además y como se manifiesta en el caso chileno, la presencia de una enfermedad ataca dos veces, y la segunda perjudicada es la economía del hogar, principalmente porque para recibir una atención oportuna, rápida y certera, se necesita dinero.

El sistema de salud chileno contempla dos partes esenciales, un componente público y otro privado, el público actúa mediante el Fondo Nacional de Salud, también conocido como FONASA, a través del cual todo ciudadano activo debe por obligación cotizar el siete por ciento de su ingreso con fines de salud, el cual le permite recibir atención médica en cualquier hospital o consultorio de la red pública de salud no importando que tan cuantioso o escueto resulte ser ese siete por ciento antes descrito. Por otra parte el sistema privado lo conforman todos los prestadores y administradores de dichos fondos que otorgan servicios ligados al ámbito de salud, en el caso de las isapres (administradores del siete por ciento) pueden acotar planes de salud a través del cual el paciente (también conocido como “cliente”) puede añadir a este porcentaje más dinero con el fin de recibir mejores prestaciones a las que recibiría en el sistema de salud público (referidos principalmente a planes de salud que les permiten acceder a mejor infraestructura, atención, preocupación especial, etc.) y la red de prestadores que la conforman las clínicas y centros de salud especiales (mencionar de manera especial hospital del trabajador y hospital minero) que son los que entregan los servicios de salud propiamente tal a través de su infraestructura, servicio unipersonal, entre otras características (que le otorgan más comodidad principalmente). Además y como un plan que busca “beneficiar” al paciente se creó el sistema AUGE (del sistema público) mediante el cual el gobierno hace uso de más recursos para que en caso de ciertas enfermedades especiales (enfermedades AUGE) el paciente pueda recurrir al sistema privado de salud.

El problema de la salud no subyace necesariamente de que existan estas dos subdivisiones, ya que es normal que personas con mayor poder adquisitivo quieran acceder a prestaciones de “lujo”, dado que el lujo es algo que no se puede financiar públicamente, no obstante, la motivación del sistema privado es el lucro, lo cual

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