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Enfermedad de Aujeszky


Enviado por   •  23 de Septiembre de 2014  •  2.747 Palabras (11 Páginas)  •  275 Visitas

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Enfermedad de Aujeszky

Agente etiológico: Virus de la enfermedad de Aujeszky.

Reservorio silvestre principal: Jabalí, con una prevalencia en torno al 45 por ciento en el centro-sur peninsular. Muy poco frecuente en el norte. El jabalí presenta una infección sin síntomas aparentes.

Forma de transmisión: Consumo de jabalí crudo. En raras ocasiones, por mordedura de jabalí infectado. Por lo tanto, los perros de rehala y, en general, los utilizados en la caza de esta especie se hallan especialmente expuestos.

Desarrollo de la enfermedad: Desde el momento de la infección, pasan 3-6 días hasta que aparecen síntomas. El cuadro clínico es una encefalitis sobreaguda, con muerte en un máximo de 48 horas a partir de entonces. Primero se observa un cambio en la actitud del perro, desde excitabilidad a letargo: luego pueden aparecer diarrea, vómitos o disnea. Un signo común —aunque no específico de esta enfermedad— es un picor muy intenso, llegando el perro a automutilarse. Debido a estos síntomas, en los países anglo-sajones se conoce a esta enfermedad como falsa rabia.

Tratamiento: No tiene cura. Se puede tratar al perro para aliviar los síntomas, pero la muerte es segura.

Profilaxis: Evitar que los perros consuman jabalí crudo o tengan contacto próximo con jabalíes o cerdos. Existe vacuna para el cerdo, pero no se ha evaluado su uso en perros.

Parvovirosis

Agente etiológico: Parvovirus canino (CPV).

Reservorio silvestre principal: Zorro. Estudios recientes han encontrado anticuerpos en el 11 por ciento de zorros de Andalucía y en el 4.5 por ciento en el centro-norte peninsular. También ha sido detectado en lobos en el norte de España con prevalencias altas (62 por ciento), pero debe tenerse en cuenta que el lobo es menos abundante que el zorro o el perro, y por tanto es poco importante como reservorio.

Forma de transmisión: Fecal-oral. Un animal se infecta al olfatear o lamer los excrementos de otro.

Desarrollo de la enfermedad: Esta enfermedad es especialmente dañina en perras preñadas —por provocar abortos—. También cachorros de menos de 8 semanas cuando las madres no están vacunadas. Aunque antiguamente los principales signos de los cachorros eran cardíacos, actualmente se suele detectar con más frecuencia una gastroenteritis hemorrágica. Los signos comienzan con vómitos que no suelen controlarse con tratamientos convencionales, anorexia, fiebre, deshidratación y finalmente diarrea líquida con sangre —incluso llegan aparecer algo parecido a trozos de intestino—, que es lo que le da el olor característico a esta enfermedad. En perros adultos el virus produce una enteritis, con diarrea, anorexia y deshidratación. Aunque no es frecuente, puede producirse la muerte a los dos días del comienzo de la enfermedad.

Tratamiento: El tratamiento en cachorros requiere la hospitalización y cuidado exhaustivo del animal. Hay que proporcionar una fuente importante de hidratación, nutrición endovenosa para que no vomite y una buena cobertura antibiótica para prevenir infecciones concurrentes. El periodo crítico de tratamiento se sitúa aproximadamente en la primera semana, superada la cual normalmente el paciente no tiene recaídas. Como regla general, cuantas más semanas tiene el cachorro más probabilidad hay de que sobreviva a la enfermedad. En adultos, en los que la enfermedad es menos grave, se tratan los síntomas, especialmente los debidos a la deshidratación por la diarrea.

Profilaxis: Existen vacunas comerciales. Se recomienda vacunar a todos los perros adultos anualmente. El plan de vacunación debe empezar en los cachorros amamantados a partir de la sexta semana de vida, periodo en los que las defensas que proporciona la madre por la leche empiezan a desaparecer. La primera vez que se vacuna un cachorro —primovacunación—, se deben inyectar tres dosis con un intervalo de tres semanas e impedir que el cachorro entre en contacto con otros perros potencialmente peligrosos hasta que tenga la última vacuna. Si es una zona propensa a tener este tipo de problemas se puede llegar a vacunar cuatro o hasta cinco veces al cachorro.

Infecciones por mordeduras

Agente etiológico: Diversas especies de bacterias. Las más frecuentes son Pasteurella, Streptococcus, Staphylococcus y Corynebacterium.

Reservorio silvestre: Los perros pueden sufrir mordeduras por zorros u otros carnívoros como tejones. Las mordeduras de felinos son más profundas que las de los cánidos y es más probable que provoquen abscesos. Los perros de madriguera se hallan especialmente expuestos. También pueden recibir mordiscos por otros perros (por ejemplo debido al hacinamiento en los remolques).

Forma de transmisión: Mordedura.

Desarrollo de la enfermedad: El tiempo que transcurre desde la mordedura hasta el inicio de la infección se sitúa entre 12 y 24 horas dependiendo de la especie de bacteria implicada. Se observa eritema, tumefacción y dolor, acompañados de exudado sero-sanguinolento o purulento, que tiene mal olor y color amarillo oscuro. Si no se trata, se puede producir una septicemia potencialmente mortal.

Tratamiento: Se debe lavar meticulosamente la herida e irrigarla abundantemente con solución fisiológica. Si la herida es en una extremidad, ésta se debe elevar. La necesidad de intervención quirúrgica la debe evaluar un veterinario. Conviene realizar un cultivo de la herida para conocer la especie o especies de bacterias implicadas y su resistencia a antibióticos, lo que permite el correcto tratamiento antibiótico.

Profilaxis: Los perros de madriguera y otros perros de caza tienen un riesgo intrínseco a mordeduras —podríamos llamarlo gajes del oficio—, por lo que no existe una profilaxis específica. Durante el transporte de perros de caza debemos evitar una densidad de perros excesiva para evitar ataques entre ellos. Se debe revisar al animal exhaustivamente después de cada jornada de caza para descubrir lo antes posible los posibles focos de infección, ya que, a menudo, el perro no se queja de este tipo de heridas.

Hepatitis infecciosa canina

Agente etiológico: Adenovirus canino (CAV-1).

Reservorio silvestre principal: Zorro. Estudios recientes han observado una prevalencia de anticuerpos en torno al 17 por ciento en zorros en Andalucía. Un 10 por ciento de los animales presentaba infección activa en el momento

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