¿Es posible implementar todos los ODS?

¿Es posible implementar todos los ODS?

La tierra no es para nada nueva, tiene 4,543 miles de millones de años, pero lo más curioso es cómo durante tanto tiempo, cada ser viviente que ha existido y ha logrado un equilibrio junto con ella se ha extinto, siendo una de las principales razones las mismas fuerzas naturales. El ser humano ha sido una excepción y con la adquisición de conocimientos y el desarrollo de diversas herramientas ha logrado sobrevivir pese a las adversidades presentadas, sin embargo, esto no ha sido del todo positivo. Se encuentran debates como lo sucedido con la megafauna que habitaba algunos continentes de la tierra y si su extinción fue causada por los cambios climáticos, algún tipo de intermediario natural o por la aparición del ser humano en casi todas esas localizaciones (Elena Sanz)[1]; junto con más afectaciones a nivel mundial, se terminó por desencadenar en el cuestionar de las acciones humanas y el emprendimiento de actos que puedan solventar años de daños contra la naturaleza y con la misma sociedad. Es así entonces como en primera instancia surgen los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) propuestos por la Naciones Unidas y su adopción en el año 2000, tratándose de una vía para el desarrollo humano en los planos nacionales y mundiales, siendo el año limite 2015; prontamente se percibió que el tiempo establecido para alcanzarlo no sería suficiente y que no abarcaban todas las áreas importantes donde se debería influir, por lo que para el año 2012, los ODS se empezaron a plantea Los Objetivos de Desarrollo sostenible (ODS); se entienden entonces, como el marco normativo (Sachs, 2015)[2] que orienta las acciones de los actores en aras de alcanzar las aspiraciones sobre un modelo de desarrollo sostenible para la humanidad que corresponde a la actual Agenda de 2030, compuesta por los 17 ODS y 169 metas que pretenden ser de carácter integral e indivisible, según lo plantea la misma ONU (Cepal, 2018)[2], y enfrentar desafíos globales que vinculen las dimensiones económica, social y ambiental del desarrollo sostenible. Pero ¿es realmente tan global como aspira a serlo? O, por el contrario, ¿su implementación no es del todo holística y se contraria consigo misma? Con el uso de técnicas de análisis de redes (Le Blanc, 2015) [2], ha sido posible evidenciar como existen conexiones significativas entre ciertas metas y objetivos y también unas conexiones más débiles, ya que “las metas y los objetivos interactúan e impactan entre sí y lo hacen en diferentes direcciones (Weitz et al., 2018, p. 532) [2]. Ahora, si bien no deberían priorizarse un objetivo sobre otro, en diferentes países con las políticas públicas, se pueden evidenciar la jerarquización de acciones respecto a sus orientaciones, lo que resulta en que se produzcan distintos efectos a los que se esperan con la Agenda 2030, pues “Mientras los 17 ODS y sus 169 metas son claramente delineados como metas individuales, las propiedades estructurales del sistema son pobremente entendidas como un todo” (Weitz et al., 2018, p. 532) [2], es decir, empieza a haber una falta de coordinación, coherencia e integración al momento de plantear las actuaciones desde el punto de vista político, es decir está fragmentado, por lo cual, para cumplir con la indivisibilidad propuesta, debe promover interacciones positivas que refuercen en conjunto las formas de lograr la implementación simultanea e integral de las ODS.

Adicional al mal direccionamiento y la jerarquía presentada, se debe entender que, para un futuro de desarrollo sostenible,

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