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Estiramiento Isquiotibial


Enviado por   •  26 de Septiembre de 2014  •  1.984 Palabras (8 Páginas)  •  183 Visitas

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Estiramiento isquiotibial en supino

Acuéstese boca arriba ("decúbito supino") con la rodilla izquierda flexionada y la planta del pie izquierdo apoyada en el suelo. Estire la pierna derecha y pase un cinturón o cable por la planta del pie derecho, sujetando sus extremos con las manos.

Desde esa posición de partida, levante muy lentamente la pierna derecha. La rodilla derecha debe mantenerse completamente estirada y debe levantar la pierna ayudándose con sus brazos (no sólo haciendo fuerza con su pierna). Cuando empiece a notar tirantez por detrás de la rodilla, deje de subir la pierna y manténgala en ese ángulo. Mantenga esa posición durante un mínimo de 30 segundos, usando sus manos y el cinturón para sostener el peso de su pierna. Es importante que compruebe que en ningún momento flexiona la rodilla derecha, sino que en todo momento debe mantener la pierna completamente estirada.

Después de 30 segundos, baje lentamente, descanse 30 segundos y repita el movimiento. Debe hacerlo como mínimo 5 veces a cada lado.

A medida que pase el tiempo, irá pudiendo levantar cada vez más la pierna antes de notar la tirantez en la parte de atrás de la rodilla. Cada día debe subirla todo lo que pueda sin que la tirantez llegue nunca a ser dolor.

Para evitar el dolor de espalda es recomendable hacer ejercicio o, en todo caso, mantenerse físicamente activo, evitar el sedentarismo, adoptar una actitud mental valiente ante el dolor y cumplir las normas de higiene postural destinadas a realizar las actividades cotidianas de forma que la espalda soporte la menor carga posible.

En este apartado se ofrecen consejos acerca de cómo llevar a cabo las actividades diarias (dormir, inclinarse, cargar pesos, levantarse, estar de pie, sentarse, etc.) del modo menos perjudicial para la espalda, con una clasificación por grupos de población (mayores, trabajadores, niños, población general). También se describe cuáles son los principales riesgos para la espalda de cada deporte. En general pueden incrementar algo el riesgo de padecer dolores de espalda aquellos que someten al cuerpo a vibraciones, los que requieren movimientos de flexoextensión o torsión, y los que obligan a mantener posturas de flexión o hiperextensión. Sin embargo, la realización de ejercicios físicos que desarrollen una musculatura compensada puede paliar los efectos adversos.

Las primeras y más importantes fuentes de información para conocer las causas del dolor de espalda son la historia clínica y la exploración física. Las otras pruebas -radiológicas, analíticas o funcionales- sólo tienen valor si sus resultados se corresponden con los de la exploración física. Y dado que algunas son dolorosas y otras entrañan ciertos riesgos, sólo se debe recurrrir a ellas cuando los resultados del interrogatorio o la exploración física determinan su conveniencia.

Cuando duele la espalda, lo más importante es:

Determinar si se trata de un dolor debido a un problema de la propia espalda (es decir una "patología mecánica del raquis") o a una enfermedad general que se está manifestando en la espalda (por ejemplo, una infección, un tumor o una afección metabólica -como la osteoporosis-). En más del 95% de los casos el dolor se debe a una patología mecánica del raquis.

Determinar si hay signos de que algún nervio esté siendo comprimido y cuál es la causa concreta del dolor, con el fin de aplicar el tratamiento más adecuado, con la urgencia que requiera.

Con ese fin, es indispensable realizar una detallada historia clínica y una meticulosa exploración física. Sólo si sus resultados lo indican, puede pedirse alguna prueba diagnóstica más. Ésta puede ser: radiológica -por ejemplo, la radiografía o la resonancia magnética-, analítica -como un análisis de sangre- o funcional -como un electromiograma-. Seguidamente se describen estas pruebas, pero antes hay que insistir en que las fuentes más importantes de información son:

1. La historia clínica del paciente, que indaga sobre sus antecedentes, cómo apareció el dolor, su localización y características, los factores que lo desencadenan o agravan, etc

2. Una meticulosa exploración física, que estudia las posturas y movimientos que desencadenan el dolor; la sensibilidad, reflejos y fuerza, la existencia de signos de compresión de raíces nerviosas, etc.

Sólo tiene sentido pedir pruebas diagnósticas cuando la información recogida en la historia clínica y la exploración física sugieren su conveniencia. De hecho, el resultado de las pruebas diagnósticas, incluyendo las más sofisticadas, sólo es valorable cuando se corresponde con la información obtenida en el interrogatorio clínico y la exploración física. Por ejemplo, dos pacientes con una imagen de hernia discal muy similar en su resonancia magnética, deben ser tratados de manera completamente distinta si los resultados de la exploración física son normales en uno de ellos, mientras que muestran signos de compresión del nervio en el otro. Es un grave error tratar imágenes en vez de pacientes.

Algunas pruebas diagnósticas son dolorosas, otras tienen riesgos y todas tienen un coste considerable para el paciente, ya sea en dinero, incomodidad o pérdida de tiempo. Por eso sólo hay que pedirlas cuando el tratamiento va a modificarse en función de su resultado o cuando es necesario para ajustar el pronóstico. En caso contrario, es inútil y puede ser contraproducente: algunas anomalías de la columna vertebral son frecuentes entre la población sana. Ver estas anomalías en un paciente cuyo dolor se debe a otras causas, puede inducir al médico a proponer tratamientos innecesarios. Por ejemplo, aproximadamente el 30% de la población sana tiene hernias discales que no dan ningún problema pero que se pueden ver en un TAC o resonancia magnética. Si en el caso de un paciente con dolor de espalda debido a una contractura muscular de dos o tres semanas de evolución, se pide una resonancia y se ve una de esas hernias discales irrelevantes, el médico puede pensar equivocadamente que esa es la causa del dolor y llevar a cabo una operación quirúrgica innecesaria y contraproducente.

Tanto la AHCPR como el RCGP y el CSAG coinciden en que a un enfermo que lleva menos de 4 semanas con dolor sólo hay que hacerle un interrogatorio clínico y una exploración física. Únicamente si sus resultados sugieren que es necesario, tiene sentido pedir pruebas diagnósticas -como rayos X, resonancia magnética, análisis de sangre, etc. En caso contrario, los resultados no van a cambiar el tratamiento del paciente, por lo que sería inútil realizarlas.

Además

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