Exito evolutivo de mamiferos

Éxito evolutivo de los mamíferos

Los primeros animales con aspecto y comportamientos similar a mamíferos

-🡪 mamaliaformes. Descendían de los cinodontes, especies que preservaban características reptilianas.

Algunos fósiles de mamaliaformes descubiertos, eran similares a ratones. Cubiertos de pelo, que aísla el frío y disipa el calor. La forma de articulación mandibular y desarrollo de musculatura masticatoria del cráneo les otorgaron mayor fuerza de mordedura y precisión respecto a los cinodontes. Cúspides dentales, de los molares posteriores, eran más aptas para masticar.

¿Qué son las cúspides dentales?[pic 1]

Sus innovaciones en la mandíbula fueron en paralelo con el desarrollo dental.

Los cinodontes tenían dientes de crecimiento continuo (caían y volvían a salir a lo largo de su vida). Los mamaliaformes tenían la de nuestro tipo, la dentición de leche es reemplazada por la permanente. Esto podría explicarse sugiriendo que aquellos jóvenes desdentados podían alimentarse de la leche materna de las glándulas mamarias, tal como nosotros los mamíferos actuales. Esto permitió a las crías crecer más rápido y sobrevivir mejor. El metabolismo acelerado, gracias a esta alimentación, les permitía ser activos en entornos más fríos y en la oscuridad de la noche.

También, mostraban indicios de mayor inteligencia y percepción sensorial. Gracias al estudio de sus cráneos, se pudo saber que poseían cerebros enormes, sin alcanzar el tamaño de los mamíferos actuales. Este cerebro albergaba bulbos olfatorios y regiones auditivas. También eran más voluminosas las regiones responsables de procesar la información táctil de la piel y el pelo. El oído interno había evolucionado rodeándose de hueso macizo, que lo dotaba de mayor sensibilidad y lo aislaba de los ruidos provocados por la masticación.

Pese a todo, la fauna dominante eran los cocodrilos y los dinosaurios. Sin embargo, los mamaliaformes eran diversos y con una gran diversidad adaptativa a la alimentación.

Su gran capacidad sensorial y su fina coordinación motriz, aunados con su metabolismo acelerado, habrían permitido prosperar en el frío y la oscuridad. Siendo estas mismas facultades las que les permitieron sobrevivir cuando se produjo una nueva catástrofe, logrando así ocupar nichos ecológicos inaccesibles para otros vertebrados coetáneos. Si bien numerosos dinosaurios sobrevivieron a esta extinción masiva, los mamíferos experimentaron otra explosión evolutiva.

Se descubrieron fósiles, entre ellos uno del tamaño de un perrito de las praderas, con manos y pies palmeados y cola aplanada como la de un castor. Es el mamífero más antiguo que se conoce con adaptaciones a la natación.

Otro excavaba galerías gracias a sus manos con garras en forma de pala y sus dedos anchos con la articulación fusionada.

Otra era capaz de trepar ágilmente a los árboles y chupar su savia después de roer la corteza con sus dientes en forma de pala.

El más extraño de todos, tenía un aspecto similar a la ardilla voladora, gracias a una membrana que se extendía entre sus miembros anteriores y posteriores.

De alguna forma en todos estos nuevos hallazgos, se aprecia la morfología propia de los pequeños mamíferos actuales.

Durante el jurásico medio los mamíferos tuvieron una evolución acelerada que creó las bases de la división del árbol de los mamíferos actuales: linajes que conducen a los monotremas (ovíparos) y a los terios modernos (placentarios y marsupiales) se separaron como grupos hermanos.

A inicios del cretácico, la morfología básica de los mamíferos ya estaba consolidada. Cerebro voluminoso y crecimiento rápido, eran clave. Pero un nuevo cambio evolutivo apareció: molares tribosfénicos, en lo que las cúspides de las piezas dentales superiores encajan con las fosetas de las piezas inferiores y permiten triturar la comida como un mortero

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