INFECCIONES VAGINALES
lamami819 de Febrero de 2015
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INFECCIONES VAGINALES
Durante el embarazo, la mayoría de las mujeres expe-rimentan
un incremento en las secreciones cérvico-vaginales que,
por lo general, son cremosas y claras, con un alto contenido
de lactobacilos, abundantes células epiteliales, pocos leucocitos
y con un pH ácido. Esta es una respuesta normal a la estimulación
hormonal durante el embarazo y protege a la mujer
de otras infecciones (Minkoff et al, 1984).
Las alteraciones en la flora normal se pueden deber a
varios factores como son: uso de antibióticos de amplio
espectro, desinfectantes, desodorantes y patógenos de transmisión
sexual que pueden llevar a vaginitis severas con pérdida
de la flora cérvico-vaginal normal y aumento de la incidencia
de abortos espontáneos, ruptura prematura de membranas,
parto pretérmino e infecciones en el postparto.
Vaginosis bacteriana
La vaginosis bacteriana es una infección superficial de la
vagina que se caracteriza por un aumento de la flora
anaeróbica sin que exista una respuesta inflamatoria, de allí
el término de vaginosis y no el de vaginitis. Esta condición ha
sido denominada con diversos nombres: vaginitis no específica,
vaginitis por Gardnerella, vaginitis bacteriana mixta y
vaginosis anaeróbica. En 1955, Gardner y Duke identificaron
un organismo que posteriormente se denominó
Gardnerella vaginalis, que se aisla en la vagina de más del
95% de las pacientes con ésta condición y en 60 % de
pacientes asintomáticas (Amsel et al, 1983).
Existen ciertos organismos anaerobios como: Bacteroides,
Peptococcus, Eubacterium, Bifidobacte-rium, Mobiluncus,
Streptococcus viridans y Mycoplasma hominis que se encuentran
como componentes de la flora vaginal normal pero, al
igual que la Gardnerella vaginalis, aumentan en la vaginosis
bacteriana. Las enzimas de los anaerobios (trimetilamina,
putrescina y cadaverina) metabolizan los aminoácidos en
diversas aminas que producen un aumento del pH vaginal y
una descamación del epitelio que se manifiesta en la forma de
un flujo. A medida que el pH aumenta las aminas se hacen
volátiles y el olor típico a “pescado”, que puede empeorar
luego de las relaciones sexuales, se hace evidente (Spiegel,
1989). También ocurre una disminución en el número de lactobacilos
(Hill et al, 1984).
Entre los factores que favorecen la aparición de esta infección
se encuentran los siguientes: relaciones se-xuales, infección
concomitante por Trichomona vaginalis y uso de dispositivos
intrauterinos. Sin embargo, aún no se ha establecido
que sea una enfermedad de transmisión sexual.
Aproximadamente el 50% de las pacientes son asintomáticas
y cuando los síntomas están presentes la queja más frecuente
es el “olor a pescado”. El diagnóstico se basa en la
presencia de tres de los siguientes cuatro criterios (Sobel,
1989).
1. Flujo fino homogéneo adherente a las paredes de la
vagina a menudo presente en el introito.
2. pH vaginal mayor de 4.5.
3. Presencia de olor a amina con la adición de KOH al
10%.
4. Presencia de abundantes cocobacilos y escasos lactobacilos
en las secreciones vaginales.
Las pacientes sintomáticas deben recibir metronidazol a
la dosis de 500 mg por VO cada 12 horas, que es activo
contra la mayoría de los anaerobios y la infección se
resuelve en la gran mayoría de las pacientes. Si la infección
se presenta en el primer trimestre no se puede usar el metronidazol,
en estos casos se usa la clindamicina, a la dosis de
300 mg VO cada 8 horas por 7 días. Cuando ocurren infecciones
recurrentes se deben alternar estos medicamentos,
usar preservativos y tratar a la pareja.
La vaginosis bacteriana se ha relacionado con: ruptura
prematura de membranas, parto pretérmino, corioamnionitis
diagnosticada histológicamente y mayor incidencia de
endometritis postcesárea (Chaim et al, 1997; Watts et al,
1989), por lo que, debido a una alta tasa de infección en
mujeres asintomáticas, se ha recomendado el despistaje de
vaginosis bacteriana en los controles prenatales iniciales
(Govender et al, 1996).
Tricomoniasis
La Trichomona vaginalis es un protozoario flagelado que ha
sido reconocido como un patógeno vaginal desde comienzos
de 1900. Este organismo se encuentra únicamente en el
tracto genito-urinario inferior de la mujer (vagina, glándulas
de Skene, glándulas de Bartolino y uretra) y en el tracto genito-
urinario inferior del hombre. Es un germen anaerobio
estricto que se puede desarrollar con un pH que varía desde
3.5 a 8.0, aunque la movilidad se altera cuando el pH es
mayor de 4.5 Se transmite por contacto sexual y aproximadamente
el 80% de las parejas de hombres infectados
contraen la infección (Thomason and Gelbert, 1989).
Aproximadamente el 50% de las pacientes son asintomáticas.
El síntoma más importante es el aumento de flujo
vaginal, que cuando se hace grisáceo se presenta en el 10%
de los casos, también puede haber prurito, sobre todo luego
de la menstruación cuando el pH es mas alto, y disuria. Al
examen ginecológico la vulva puede estar edematosa y en
2% a 3 % de las pacientes se pueden observar hemorragias
puntiformes en el epitelio cervical, que producen el llamado
“cuello de fresa” o “colpitis tigroide”. El pH generalmente es
mayor de 4.5. En las mujeres embarazadas se han señalado
los siguientes síntomas: flujo amarillo, grisáceo o sanguinolento
procedente de la vagina o el cuello, olor anormal
luego de añadir KOH a la muestra vaginal, pH vaginal
mayor de 5.0 y cuello friable (Pastorek et al, 1996).
El diagnóstico se realiza con el examen en fresco del
flujo vaginal, donde se observa el organismo en movimiento
rodeado de abundantes leucocitos. En el examen de orina se
pueden ver como organismos móviles unicelulares. Cuando
no se observan al exa-men en fresco, se puede realizar cultivo
en medios especiales que se hace positivo en 2 a 7 días.
El tratamiento en aquellos casos con sintomatología severa,
luego del primer trimestre de embarazo, es con metronidazol,
a la dosis de 2g por VO en dosis única. En caso de
falla en el tratamiento, se debe tratar de nuevo con 500 mg
BID por 7 días, o usar el clortrimazol intravaginal. En todas
las situaciones anteriormente descritas, la pareja debe ser
tratada simultáneamente. Las tasas de curación con este
esquema de tratamiento son entre 86% y 100% (Lumsden et
al, 1988).
Candidiasis vaginal
En la mayoría de las mujeres las levaduras se encuentran
como organismos comensales en la vagina sin producir enfermedad;
sin embargo, existen alteraciones en el ecosistema
vaginal que le permiten proliferar y desarrollar una vaginitis.
Entre los agentes causales de esta alteración vaginal se
encuentran el uso de antibióticos como penicilinas, cefalosporinas
y tetraciclinas, que ori-ginan una disminución de los lactobacilos,
y condiciones como la diabetes, el embarazo y el uso
de anticonceptivos orales con elevada concentración de
estrógenos, que producen un aumento del glucógeno vaginal
que favorece el desarrollo de candidiasis vaginal (Sobel,
1979). La alteración de la inmunidad mediada por células
asociada con el embarazo puede contribuir al aumento de la
candidiasis en éste períodd (Rein, 1989).
Los síntomas incluyen prurito, sensación de quemadura
en la vagina o la vulva y puede haber disuria. La vulva y la
vagina pueden estar eritematosas y haber lesiones satélites
en la periferia del eritema vulvar, se observa un flujo que
varía en apariencia, pero que ge-neralmente es blanco y
adherente. El diagnóstico se realiza con el examen en fresco
o con preparaciones de hidróxido de potasio (KOH), en las
que se pueden observar hifas o esporas.
Entre los tratamientos más utilizados están los imidazólicos
y la nistatina, siendo los primeros los más efectivos. La
dosis de nistatina es de 100 000 uds hora sueño (HS) por 14
días, por vía vaginal. De los imidazólicos uno de los más usados
es el clotrimazol a la dosis de 200 mg HS por 3 días,
vía vaginal, o esquemas alternativos como 100 mg HS vía
vaginal, por 7 días o crema al 1%, 5 gr intravaginal por 7
días. Durante el embarazo se pueden utilizar los imidazólicos
en las pacientes sintomáticas, pero se sugiere retardar el
tratamiento hasta el segundo trimestre del embarazo
(Eschenbach, 1986).
INFECCIÓN POR ESTREPTOCOCO
DEL GRUPO B
La infección por Estreptólogo del Grupo B (EGB) del tipo b
hemolítico, conocido como Streptococcus agalactiae es de
gran importancia, debido al elevado número de casos de
infección neonatal que ocurren anualmente, que exceden el
número de casos de toxoplasmosis congénita, rubéola, sífilis
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