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La Crisi Delle Scienze Europee E La Fenomenología Trascendentale

pameta15 de Octubre de 2012

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HUSSERL, Edmund

La crisi delle scienze europee e la fenomenología trascendentale

Il Saggiatore, Milano 1965 (1ª ed. 1961), 548 pp.

(t. o.: Die Krisis der europaischen Wissenschaften und die transzendentale Phänomenologie)

Edmund Husserl (1859-1938) redactó esta obra entre 1935 y 1936, inspirándose en parte en una conferencia que pronunció con gran éxito en Viena los días 7 y 10 de mayo de 1935 (La filosofía en la crisis de la humanidad europea). Llegó a publicar las partes I y II en la revista "Philosophia" de Belgrado (1936). No pudo acabar su proyecto a causa de una enfermedad de la que falleció en 1938. El resto del trabajo, incompleto, quedó en sus manuscritos, si bien la parte III estaba ya preparada para la publicación.

La Krisis fue publicada enteramente por primera vez en Husserliana en 1954, dando a conocer nuevas facetas del pensamiento de Husserl. Esta traducción italiana comprende tres secciones: a) la obra de la Krisis, con sus tres partes (a las que debía seguir una 4ª parte); b) tres disertaciones que están en relación con la temática de la obra; c) un apéndice con textos tomados de los manuscritos (del grupo K III), temáticamente vinculados a ciertas partes de la obra principal.

Estamos ante el último gran trabajo del fundador de la fenomenología. En él se preocupa por primera vez de la historia y emerge en primer plano el concepto de "mundo de la vida" (Lebenswelt). En síntesis, Husserl considera que la gran empresa teorética que comenzó con la filosofía griega y la ciencia galileana ha quedado frustrada por el objetivismo científico moderno, provocando una crisis de la cultura europea que es una crisis del hombre mismo. La ciencia, al desconectarse del mundo de la vida, ha perdido su significado originario. Esta situación es superable sólo con la fenomenología trascendental. La reflexión sobre el mundo de la vida y la psicología pueden ayudar a introducirse en la subjetividad trascendental, último nivel filosófico en el que se ha de entender el sentido de las ciencias y del hombre mismo.

El texto, como toda la obra de Husserl, es denso y vuelve sobre las mismas ideas tenazmente y bajo diversas perspectivas. No se tienen presentes, al menos en apariencia, los nuevos desarrollos de la filosofía que Husserl mismo había ocasionado (fenomenología de Scheler; existencialismo de Heidegger). Los subtítulos son numerosos y, conforme al estilo de la época, largos. Pese a que la obra está en un contexto científico hoy anticuado (la física moderna es aún poco conocida; referencias a la psicología de principios del siglo XX), la Krisis despertó interés en los últimos decenios por su vigorosa denuncia del positivismo científico y porque daba a conocer nuevos aspectos de Husserl, ciertamente en substancial continuidad con sus escritos anteriores y en particular con su última fase fenomenológico-trascendental. Presentamos a continuación una síntesis de su contenido[1].

I. La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología trascendental.

Parte I. La crisis de las ciencias como expresión de la crisis radical de vida de la humanidad europea[2]

"La exclusividad con que, en la segunda mitad del siglo XIX, la visión del mundo global del hombre moderno admitía ser determinada por las ciencias positivas y con que se dejó deslumbrar por la prosperity que de ahí resultaba, significó un alejarse de esos problemas que son decisivos para una humanidad auténtica. Las meras ciencias de los hechos crean hombres fácticos (...) En la miseria de nuestra vida —se oye decir— esta ciencia no tiene nada que decirnos. Ella excluye por principio los problemas más candentes para el hombre, que en nuestro tiempo atormentado se siente a merced del destino: los problemas del sentido o del no-sentido de la existencia humana en su conjunto (...) La mera ciencia de los hechos no tiene nada que decirnos a este respecto: ella abstrae precisamente de cualquier sujeto" (pp. 35-36).

Husserl comienza de este modo dirigiendo a la ciencia moderna la acusación de que, no obstante su rigor y sus éxitos, al aceptar la reducción positivista a una "ciencia de los hechos ha acabado por perder significado para la vida humana.

Esto no fue siempre así. En la revolución científica del Renacimiento el saber se veía como una liberación de la razón de las tradiciones, del estilo medieval, como una plasmación pura de la racionalidad sobre el modelo de la antigua teoría griega, guiada por la filosofía[3].

El positivismo cortó con estos ideales. Se dejaron de lado las cuestiones metafísicas, los problemas absolutos más importantes para la razón humana: el problema de Dios, de la libertad humana, de la inmortalidad. La ciencia moderna había nacido en un ambiente de apertura a la filosofía. Todavía en el siglo XVIII se reconocía a la filosofía como reina de las ciencias y el mismo iluminismo mantenía una tensión filosófica, educativa, social. Pero ya con Hume y Kant la filosofía comenzó a verse como problemática y pareció que el método racionalista sólo era eficaz en las ciencias positivas. La crisis actual de la filosofía es una crisis del espíritu europeo y de la razón misma. El ideal de la epistéme ha quedado reducido a dóxa. Se trata de una crisis de la verdad misma, que trae consigo una pérdida de la fe del hombre en sí mismo. Ya no hay esperanza, porque no hay fines ideales y porque no se cree en nada necesario. El estado presente es de miseria a causa del escepticismo.

Husserl hace un llamado a los europeos para que recuperen la filosofía, que es la razón que se va autorevelando como finalidad de la humanidad misma. El secreto del hombre es su razón, que se reveló sólo en Europa, porque las demás culturas han producido sólo tipos antropológicos empíricos. En Europa está la esencia universal de la humanidad. La meta es llegar a una "humanidad fundada en la razón filosófica y sobre la conciencia de no poder ser de otro modo" (p. 44). Los filósofos han de asumir la función de "funcionarios de la humanidad", responsables de un fin (télos) de la humanidad que no puede realizarse sino por la filosofía misma. Hace falta para ello una filosofía universal, con evidencia apodíctica y plena autonormatividad y auto-comprensión.

Parte II. El origen del contraste entre objetivismo fisicalístico y subjetivismo trascendental. La primera parte de la Krisis era sólo propedéutica. En esta segunda sección Husserl presenta una interpretación personal de la ciencia y de la filosofía moderna, con la que pretende introducir al lector en la fenomenología trascendental.

Escoge a Galileo como figura emblemática de la ciencia moderna. Galileo ha visto la naturaleza como un universo matemático ideal. En la experiencia intuitiva común de la vida cotidiana, desde las variaciones múltiples de las cosas, se llega a una forma típica general invariante. Pero la ciencia moderna de estilo galileano se eleva a una invariancia matemática, eliminando las cualidades sensibles, estimadas subjetivas, en base a su reducción a formas objetivas matemáticas.

El universo matemático de la física moderna comenzó a tomarse como una objetividad autónoma, olvidándose el sentido que originariamente tenía, ya que había nacido sólo para medir el mundo circunstante o de la experiencia ordinaria. Se produce así un "desplazamiento de sentido". El conocimiento cualitativo, propio de la vida ordinaria o del "mundo de la vida", se reduce a algo subjetivo, irreal, sin valor. Galileo en este sentido es un genio que "descubre" pero también "oculta".

Con el andar del tiempo, los científicos se olvidaron de la relación de origen de sus conocimientos: la idealización se tomó como objeto independiente que ocultaba su último significado. La ciencia sin esa contextualización cesa de ser un conocimiento y se vuelve pura técnica, manipulación sin que se sepa por qué o para qué. Se autogenera un mundo objetivo cerrado, sin referencia a la vida humana. El estudio de sus diversos aspectos da lugar a la especialización científica y a los "profesionales" del saber, cada uno con una visión cada vez más estrecha. Se pretende hacer lo mismo con la psicología, transformando el estudio del psiquismo humano en un saber natural especializado (incluso la metafísica se ha querido ver como un saber objetivo especial: Leibniz, Wolff, Spinoza). Husserl propone redescubrir el sentido de la ciencia moderna volviendo a sus orígenes históricos: la raíz de las ciencias está en el mundo de la vida.

Hasta aquí la crítica al objetivismo podría interpretarse en el sentido del realismo filosófico tradicional. Pero para el autor, el retorno al mundo originario de la vida implica ante todo un paso de la objetividad a la subjetividad fundante. En las páginas que siguen en esta sección Husserl vuelve a retrotraerse en la historia de la filosofía moderna para detectar los momentos en que fue advertida la exigencia de la subjetividad. En Descartes y en el empirismo inglés (Hume, Berkeley), en las críticas escépticas de la objetividad racionalista y científica, comenzó a atisbarse la importancia de lo subjetivo, si bien en un plano demasiado psicológico. En realidad toda la historia del espíritu moderno es una lucha entre el objetivismo científico y el trascendentalismo subjetivo. La filosofía moderna se entiende como una dirección teleológica, no siempre consciente, hacia un momento final de madurez que para Husserl está en la fenomenología trascendental. La revolución filosófica más importante es el paso desde el objetivismo científico a la subjetividad trascendental.

Seguidamente el autor se detiene

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