La Cultura En La Biología Y La Biología En La Cultura

LA CULTURA EN LA BIOLOGÍA Y LA BIOLOGÍA EN LA CULTURA

Simón Robledo Cardona

Antropología

INTRODUCCIÓN Y DEFINICIÓN DE CULTURA:

La cultura, como principal objeto de estudio de la antropología, es el concepto a relacionar con la biología en este ensayo. En el orden para lograr esta correlación, es preciso pues, procurar unos límites al (a veces amplio y un tanto ambiguo) concepto de cultura.

La real academia de la lengua española nos brinda tres definiciones un tanto satisfactorias de la “cultura”:

1. Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico.

2. Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.

3. Conjunto de las manifestaciones en que se expresa la vida tradicional de un pueblo.

Sin embargo, limitarse a simples definiciones de diccionario, sin abordar el concepto desde un punto de vista diacrónico, es quedarse cortos en el ámbito antropológico.

Hace un siglo, Edward Tylor propuso que los sistemas culturales (comportamiento y pensamiento) humanos obedecen a leyes naturales, convirtiendo la cultura como un objeto de estudio de la ciencia (1): “La cultura es la totalidad compleja que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, las leyes, las costumbres y cualesquiera otras capacidades y hábitos adquiridos por el hombre como miembro de la sociedad” (Tylor, 1871/1958: pág. 1). De esta definición nace la primera asociación y a la vez diferencia entre la cultura y la biología. La asociación consiste en enfocar la cultura bajo un panorama medible, objeto de las ciencias de la vida: La cuantificación de las tradiciones y hábitos culturales como ejemplo de ello, por medio de la etnografía (y su posterior análisis mediante la etnología).

La diferenciación radica en la frase clave de la anterior cita: “adquiridos por el hombre como miembro de la sociedad”. El enunciado hace referencia a la manera de adquisición de atributos sociales; esto es por medio de una tradición cultural específica y no por medio de una herencia enteramente biológica, genética (1). He aquí como los senderos, distanciados bajo una mirada rápida pero entrecruzados bajo una mirada meticulosa, de la cultura y la biología se asocian en un zigzag largo y un tanto tedioso de difícil comprensión, que solo a la luz de cierto trabajo investigativo es posible desenmarañar y recalcar sus puntos de unión.

Otro punto de asociación y disociación entre los senderos biológicos y culturales es la afirmación de que la cultura se aprende. Desde la perspectiva asociativa, el aprendizaje es un proceso de origen netamente biológico, nacido de la necesidad común de la vida compleja de no repetir los errores de su ascendencia y de adaptarse a su medio vía comportamental sin necesidad de atravesar un cambio fisiológico. Algunas animales aprenden por medio de la experiencia, otros por medio de interacciones sociales; en cambio los humanos usamos un lenguaje enteramente simbólico a la hora de aprender.

El aprendizaje humano es la mutación progresiva de habilidades, destrezas, conocimientos, conductas o valores como resultado del estudio, la experiencia, la instrucción, el razonamiento y la observación. Todo bajo un riguroso alfabeto simbólico, característica única de nuestra especie. Es así como surge el segundo punto de divergencia expuesto en este ensayo: la simbología es un aspecto cultural, no necesariamente relacionado con la biología y las demás ciencias naturales.

Haciendo alusión al sistema simbólico que rige la actividad cultural, Clifford Geertz enuncia: Las culturas son “mecanismos de control: planes, recetas, reglas, instrucciones, que los ingenieros de computación llaman programas para el gobierno del comportamiento”

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