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Producto 8 educación ambiental


Enviado por   •  26 de Marzo de 2014  •  813 Palabras (4 Páginas)  •  203 Visitas

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PRODUCTO 8

SESIÓN 6

Experiencias afectivas y sentimientos en el proceso educativo

La vida me dio la oportunidad y la bendición de ser formadora de seres humanos, de formar conciencias y tocar corazones, de conocer a maravillosos adolescentes que me han regalado instantes de inmensa felicidad, que con sus sonrisas y voluntades me han sorprendido gratamente y como todo en la vida, claro, he sido participe de algunas tristezas y desventuras. Ser parte del proceso educativo de mis niños me brinda diariamente momentos para aprender de y con ellos, y de reinventarme no sólo como maestra, sino como persona.

Siempre he dicho que he tenido la fortuna que me asignen los mejores estudiantes, y no sé si lo sean, pero yo pienso y siento que lo son, los convenzo, me convencen, nos convencemos y nos aseguramos a través de arduas jornadas de enseñanza y aprendizaje que así sea.

Repetidamente, es decir, cada ciclo escolar, he sido renuente a tener nuevos grupos (aunque así ha sucedido todos los años), porque me duele separarme de lo que me ha costado mucho esfuerzo y porque realmente termino enamorada de mis grupos. Sólo duele lo que se quiere, y con tristeza tengo que despedir, y desprenderme cada año de mis niños, viéndolos madurar y crecer aunque no de manera tan cercana como antes.

Pienso y siento que al convivir seis horas diarias, se crean vínculos estrechos entre alumno-alumno y entre estudiante y maestro; estar presente de esa manera en sus vidas me ha ayudado a conocerlos. Estar con un grupo todo el ciclo escolar, me permite formar fuertes lazos de confianza, de fe en la juventud y en la humanidad; de amor, de solidaridad; estar con un grupo de adolescentes que no pertenecen a mi familia me ha ayudado a dejar el egoísmo, a dejar de pensar sólo en mí, asumiendo el compromiso y teniendo el deseo de buscar beneficios para ellos.

Recuerdo el primer día que llegué a mi primera escuela en una comunidad indígena en la sierra de Zongolica, quedé impactada por las condiciones en la que vivía la gente de ahí, tuve sentimientos encontrados, estaba feliz por comenzar de manera formal mi profesión docente y, al mismo tiempo, paralizada, con ganas de irme de ahí por las “incomodidades” con las que iba a convivir diariamente y porque me alejaría de mi familia, algo que nunca había sucedido. Conforme pasaba el tiempo, puse toda mi energía, atención e interés en mis alumnos, en la mañana y en la tarde, convivía con ellos en actividades escolares y extraescolares, me iban a buscar en cualquier horario, y yo siempre estaba dispuesta a ayudarles o conversar con ellos.

Nos volvimos muy cercanos, ellos conmigo y yo con ellos, eran lo más importante que tenía en ese lugar y eran por quienes dejaba a mi familia, ellos también dejaban a la suya para poder estudiar (vivían en un albergue).

Fueron

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