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Propuesta Educativa Condorcet

lauraivonnne17 de Octubre de 2013

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El proyecto de educación universal, laica y gratuita en la Revolución Francesa

“Desde hace mucho tiempo he considerado ideas como sueños que no se realizarían más que en un futuro indeterminado y para un mundo en el cual yo ya no existiré. De repente, un afortunado acontecimiento abrió un camino inmenso a las experiencias del género humano; en un solo instante se puso a un siglo de distancia entre el hombre del presente y el de mañana”… Condorcet (1790).

Desde los inicios de la Revolución Francesa, se tenía por propósito disipar la ignorancia y combatir los prejuicios que envilecen al pueblo. La tiranía se basa en la ignorancia; la libertad, en cambio es solidaria del genio de las letras y las artes. Es una promesa, pero también es una necesidad, “necesidad de contar con ciudadanos instruidos”. Solo mediante una educación regenerada y pública se podrán reafirmar los valores y los principios.

En el transcurso de la Revolución se fusionan, dos utopías o, si se quiere dos sueños sociales. Echar a andar la historia desde cero, instalar la nueva nación soberana y feliz. Y la utopía pedagógica que pretende la transformación de los hombres y hacer de ellos ciudadanos a la altura de las nuevas leyes.

En su propuesta Condorcet afirma que la sociedad le debe al pueblo una instrucción pública, la cual representaba poner fin a la dominación de la iglesia en la enseñanza, e incluso su casi monopolio escolar. Ya que Condorcet afirma que lo que mantiene al pueblo sometido es la religión y el poder que esta tenía sobre la educación, y es necesario que los hombres sean capaces en todo momento de consultar a su razón, ya que solo la reflexión razonada y clara nos da la medida de cualquier control.

Separa la idea de educación nacional y prefiere la de instrucción pública, ya que la primera solo brinda los conocimientos y la segunda las virtudes. Entonces se pretendía formar ciudadanos, con la educación dirigiéndose a los corazones, orientando las pasiones hacia el bien común.

Propone una instrucción moral en los diferentes niveles educativos institucionales. Dicha educación moral la concebía como tarea inacabada (tarea de la familia y la escuela) ya que no era suficiente una mera instrucción que se limita a la transmisión de conocimientos y principios, sin que también era indispensable provocar en los hombres la reflexión y el juicio sobre sus propias acciones, evitando la enseñanza de cualquier dogma o doctrina política o religiosa, puesto que una educación moral verdadera debe rechazar la enseñanza de cualquier culto.

Afirmaba que la primera condición de toda instrucción es la de enseñar solamente verdades con total independencia de cualquier autoridad política y que esta es la única forma de poder llegar al consentimiento razonado que permite, desde la igualdad, el acuerdo entre los hombres.

Afirmaba que la familia juega un papel clave en todo el proceso formativo y consecuentemente que los padres deberían ser instruidos para evitar que la ignorancia y los prejuicios degraden a la humanidad y para adquirir medios para dirigir los hábitos de sus hijos hacia la felicidad, la sabiduría y la virtud. Concibe una instrucción compartida por hombres y mujeres (Porque las mujeres tienen el mismo derecho que los hombres a la instrucción pública, para que éstas puedan vigilar la educación de sus hijos y porque a falta de instrucción en las mujeres, se introduciría en las familias una desigualdad contraria a su felicidad).

Condorcet defiende una enseñanza facilitadora de los medios de felicidad individual y de prosperidad común, siendo el resultado de una mezcla perfecta o el ideal entre la naturaleza humana y la razón.

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