ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

YO ME HE LLEVADO TU QUESO

elbisvargas1 de Enero de 2014

19.518 Palabras (79 Páginas)479 Visitas

Página 1 de 79

YO ME HE LLEVADO

TU QUESO

Si la vida fuera una carrera de obstáculos, este libro no os ayudaría ni a saltar la primera valla.

CARL LEWIS, atleta y medallista olímpico

Primero voy a forrar este libro para que no se estropee y en el futuro, cuando tenga nietos, pienso leérselo como si fuera un cuento y decirles: «Esto es lo que os pasará si no termináis la carrera de Derecho.»

JAMES BYE, del bufete de abogados Bye, Bye, Baby & Co.

Leer este libro no ha afectado mi vida en absoluto.

JOHN ROBBIE, ex jugador de rugby y estrella de la radio y la televisión

Ninguna selva amazónica ha sido dañada durante la elaboración de este libro.

STING

Darrel Bristow-Bovey es un escritor muy... persistente.

CLARE O'DONOGHUE, directora de la revista Style

Darrel Bristow-Bovey escribe con la originalidad y elegancia de autores como... ejem... co- mo...

JEREMY GORDIN, director del periódico Sunday Independent

Siempre supe que Darrel escribiría un libro, pero nunca pensé que sería sobre queso. Cuando era pequeño no le interesaba demasiado. Le gustaba en los macarrones, claro, como a todos los niños, pero si hace veinte años alguien me hubiese dicho: «Roslyn, ¿sobre qué será el pri- mer libro de tu hijo?.», yo no sé qué le habría contestado, pero desde luego queso no. Quizás helado. A Darrel le gustaban mucho los helados.

ROSLYN BRISTOW-BOVEY madre del autor

Todavía le debo una cerveza a Darrel, pero no pienso decir lo que él quiere que diga.

JEREMY MAGGS, presentador de la versión surafricana de ¿Quiere ser millonario?.

Creo que a Darrel Bristow-Bovey le falta un tornillo.

Tim MODISE, locutor de radio

No sé quién es.

OPRAH WINFREY, presentadora de televisión

Se aproxima un frente frío.

Pippo BONTEMPO, hombre del tiempo italiano

Este libro me impresionó tanto que encargué ejemplares para todos mis empleados, y esta Na- vidad voy a regalárselo a todos mis amigos.

MARLENE FRYER, editora del libro

A menudo he considerado cambiar mi vida, pero gracias a Darrel seguiré siendo como soy hasta el día de mi muerte.

BILL, jubilado

Introducción.-

Este no es otro manual de autoayuda. De veras. Yo no os haría semejante cosa. ¿Por qué?.. Pues porque los dichosos manuales acaban con la autoestima del más pintado. Son como las dietas, o la suscripción al gimnasio que nos regalan en nuestro cumpleaños: fingen que pre- tenden ayudarnos pero en el fondo se ríen de nosotros. Nos llenan la cabeza de promesas y esperanzas, pero al final nos dejan deprimidos y con los nervios hechos polvo.

Como las dietas y los gimnasios, los manuales de autoayuda te venden la ilusión de que cabe hacer algo para mejorar como persona, que gracias a ellos es posible encontrar nuestro niño interior, adelgazar o ligar con azafatas o tipos estupendos que estén forrados y conduzcan unos cochazos increíbles. Si sigues sus preceptos, la fortuna te sonreirá y el universo entero se enamorará de ti, dicen. En teoría nos dan alas, pero cuidadito con ponerte a volar.

Los manuales de autoayuda no funcionan, por una razón muy sencilla: porque esperan que el lector haga todo el esfuerzo. Sería más honesto que te vendieran un bolígrafo y un libro con las páginas en blanco. (Una propuesta que, por cierto, le hice a mi editora y que no tuvo el éxito esperado. Y eso que se lo di todo hecho; le llevé un paquete de folios y un boli que me agencié en recepción, pero nada.)

Por mucho que prometan que es fácil, que no cuesta mucho, todos los manuales de autoayuda parten de la base de que el lector se esforzará. Por ejemplo, a simple vista puede parecer que las siete claves espirituales del éxito hayan conseguido condensar varios milenios de filosofía universal en siete bocaditos de fácil digestión. Sin embargo, y por muy ligeros que sean, nadie se libra de tragárselos. Hay que memorizar las siete claves (o anotarlas en la mano) y, lo que es peor, intentar ponerlas en práctica. Los autores de manuales siempre olvidan que si fuéra- mos capaces (o tuviéramos las más mínimas ganas) de hacer todas esas cosas que nos aconse- jan, no necesitaríamos comprarnos sus dichosos libritos.

Si sois como yo -y creo que todos en el fondo lo somos-, no os apetece esforzaros para con- vertiros en mejores personas. Los seres humanos son un poco como Siberia, la playa de Beni- dorm o el Domo del Milenio de Londres: no se puede hacer gran cosa para mejorarlos. Cuan- do uno se da cuenta del problema ya suele ser tarde, y no queda más remedio que tirarlo todo y empezar de cero. Personalmente, yo (que no soy Siberia, ni la playa de Benidorm, ni el Do- mo del Milenio de Londres -aunque mis amigos me dicen que de perfil me parezco un poco a este último-) paso olímpicamente.

Por eso he escrito este libro: para decir que no hay nada malo en pensar así. Adelante, cantad conmigo: «Somos vagos, somos inútiles, no pensamos movernos... ¿qué pasa?.». Aunque no se reconozca, formamos el estrato más importante de la sociedad, la base sobre la cual se asienta cualquier pueblo civilizado. Somos esa mayoría que no acaba de creer en hacer sacri- ficios para conseguir una barriga más lisa o un espíritu más satisfecho. Siempre hemos estado ahí y lo seguiremos estando cuando esos fanáticos de una vida mejor hayan pasado a mejor vida.

Es más, no tenemos de qué avergonzarnos. Somos lo mejor de este mundo de locos: nosotros no nos dedicamos a invadir países vecinos o a crear partidos políticos, ni a inventar monstruo- sidades como Gran Hermano o teléfonos móviles con la musiquita de El bueno, El Feo y El Malo. Sólo queremos que nos dejen en paz: comer bien, vivir bien y hacer el amor con gente guapa. Como mucho, puede que nos saltemos alguna norma de tráfico, pero nunca se nos ocu- rriría infringir las leyes de la naturaleza. Lo nuestro es dejarnos llevar tranquilamente por la evolución natural de la especie.

Si no fuera por nosotros, el mundo sería mucho peor. Somos, por ejemplo, los principales res- ponsables de cualquier tema de conversación interesante. El aforismo ingenioso, el pequeño cotilleo y el comentario mordaz fueron todos inventados por gente como nosotros: personas interesadas en obtener el máximo efecto con el mínimo esfuerzo. De no ser por nosotros, to- dos estaríamos haciendo ejercicio, buscando la luz, afrontando el cambio y otras memeces por el estilo. Si no fuera por nosotros, el mundo se desintegraría de puro aburrimiento.

Evidentemente no hay que confiarse demasiado. Como el estegosaurio o la fondue con sus te- nedorcitos a juego -que ya nadie quiere, no nos engañemos-, si no logramos adaptarnos a es- tos nuevos tiempos, estamos condenados a la extinción. Steven Spielberg hará una película sobre nosotros. Necesitamos mantenernos atractivos para conservar nuestras parejas, y adqui- rir riqueza y salud para crecer y reproducirnos con el fin de pasar nuestros genes apáticos a generaciones venideras.

Aquí es donde entra este libro. Si buscáis consejos fáciles para convertiros en personas fabu- losas con una vida perfecta, ya podéis cerrarlo inmediatamente, porque no os va a interesar (aunque si queréis comprar unos cuantos ejemplares para regalar a vuestros amigos, no os cor- téis). Éste es el manual para la gente que no quiere esforzarse; para los que no quieren ni le- vantarse del sofá. Si sois vagos de nacimiento, este manual os explicará cómo mejorar sin te- ner que hacer el más mínimo esfuerzo.

Por no hacer, ni siquiera es preciso que lo leáis. Sólo con comprároslo y colocarlo en un sitio bien visible de la casa, os sentiréis más felices, inteligentes y deseables. Ello se debe a un re- volucionario tratamiento que le hemos dado al papel, un compuesto químico al que hemos bautizado con el nombre de Osmósix y que puede ser perfectamente inhalado desde una posi- ción horizontal. En los países del hemisferio norte, el Osmósix se identifica por un ligero olor a aceite de freír. En el hemisferio sur se caracteriza por un leve tufillo a roquefort.

Además del Osmósix al final del libro os ofrecemos una serie de páginas en blanco. Aparte de servir para que el tomo parezca más grueso en las estanterías, estas páginas os permitirán fin- gir que leéis -en la playa o en el Metro-, cuando en realidad estéis descansando la vista y pen- sando en el último episodio de Sexo en Nueva York.

Por cierto, si por casualidad se os ocurre compartir este manual con vuestra pareja, miembros de vuestra familia o colegas de trabajo, debo advertiros que Osmósix es un compuesto muy sofisticado que, cual lapa, se pega a la composición química de la primera persona que abra el libro y respire su intenso perfume. El Osmósix funcionará sólo con quien lo haya comprado, por lo que los maridos o las secretarias deberán adquirir su propio ejemplar. Obviamente esto no os hará muy felices pero sí a nosotros. De hecho, en el mundillo editorial, el olor a Osmó- six nos recuerda mucho al de los billetes recién salidos del banco.

Así que seguidme, hermanos y hermanas, y caminemos hacia un mundo más feliz (o un mun- do en que, como mínimo, nuestra cobardía pase totalmente inadvertida). Y mientras avanza- mos, recordad nuestro mantra, entonadlo en voz alta, imprimidlo y pegadlo en la nevera o la guantera del coche, o tatuároslo en el interior de los párpados para poder leerlo mientras dor- mís la siesta. Si queréis, podéis quitaros la camisa, sacar los tambores y cantarlo al ritmo de tam-tam (aunque si decidís

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (114 Kb)
Leer 78 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com