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Aspecto moral y de la eutanasia

KarenglezcanoDocumentos de Investigación4 de Junio de 2018

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Aspecto moral y de la eutanasia

La bioética en la eutanasia

Para empezar a poder hablar sobre la bioética principalmente debemos de tener en claro la definición y en qué consiste, según la secretaria de salud y la Comisión Nacional de Bioética es la rama de la ética aplicada que reflexiona, delibera y hace planteamientos normativos y de políticas públicas para regular y resolver conflictos en la vida social, especialmente en las ciencias de la vida, así como en la práctica y en la investigación médica que afectan la vida en el planeta, tanto en la actualidad como en futuras generaciones. En relación con otros datos históricos sobre el término Bioética y su aplicación, es importante mencionar que fue acuñado por Fritz Jahr en 1927, quien lo definió como la ética de las relaciones de los seres humanos con los animales y la naturaleza; sin embargo, es Van Rensselaer Potter quien lo incorpora al discurso académico contemporáneo en el artículo Bioética, la ciencia de la supervivencia, publicado en 1970. En la década de los años setenta también sobresalen instituciones dedicadas a estos temas como la Universidad de Georgetown, en Washington, D.C., que centró sus esfuerzos en el ámbito de las ciencias de la salud y los avances científico-tecnológicos. Asimismo, en el año de 1972, André Hellegers crea el Instituto de Bioética Joseph and Ross Kennedy y en Europa -en Barcelona, en 1975- se funda el Instituto Borja de Bioética (Bioético, 2015). Más adelante, en 1979, Tom L. Beauchamp y James F. Childress publican el libro Principles of Biomedical Ethics, cuyo tema principal es el estudio de la ética biomédica. Dicha publicación fue la más representativa de esa época y, aún en nuestros días continúa siendo una de las más empleadas, ya que en ella se basa una de las corrientes más extendidas en el ámbito de la bioética, mejor conocida como Principialismo, a través del cual se pondera una tétrada clásica: Beneficencia; no maleficencia; autonomía y justicia. En si la bioética como aquella parte de la ética orientada a dotar de principios para la correcta conducta humana respecto a la vida en todas las etapas de su existencia mediante la aplicación de la biotecnología avanzada con el fin de promover su salud y calidad de vida, considerada ésta en Derecho como un bien jurídico para el ser humano.  A lo largo de las tres últimas décadas del siglo XX, el desarrollo de la cultura tecno-científica, por un lado, y el impacto de los movimientos de la sociedad civil por el otro, suscitaron una serie de acontecimientos de indudable importancia para el desarrollo de la bioética. Si bien en sus inicios la bioética fue de dominio básicamente anglosajón, posteriormente, a partir de los años ochenta, se extendió a los países europeos y ha tenido, desde los años noventa hasta la actualidad, un desarrollo que incluye a la región latinoamericana y una gran parte de los países del mundo. El objetivo de este documento es reflexionar sobre la eutanasia y sus implicaciones en la bioética, desde la perspectiva moral. Negada, aceptada, rechazada, evitada; así puede manifestarse la eutanasia, es un tema delicado ya que puede causar o más bien desde sus inicios a causado polémica en la sociedad, De hecho, es un imán de discusiones y de deliberaciones frente a los factores y puntos relacionados que lleven a si la Eutanasia puede llevarse a cabo o, en su defecto, no. Negada, aceptada, rechazada, evitada; Así puede manifestarse la Eutanasia. Tales bandos son motivo de constantes controversias dentro de los aspectos individuales, sociales, religiosos, legales y morales.  También el debate sobre la eutanasia no se puede considerar como nuevo en el ámbito medico; sin embargo, en las últimas décadas no solo ha hecho más impacto en los círculos especializados y en el campo de la filosofía, sino que también ha transcendido con fuerza en el interés del público en general donde se ha notado también un cambio de actitud con relación a su aceptación. La muerte como fenómeno humano, también se estudia bajo principios éticos. La muerte es universal, sin ella no habría vida  (I.Chavez, 1979).El hombre, a pesar de saber que lo único seguro  de su existencia es la muerte, experimenta temor de enfrentarla. La muerte es un fenómeno biológico, social, cultural, legal, y psicológico cuya escancia es la transición vida-muerte. Enfrentarla, en una cultura como la nuestra, en donde al mismo tiempo se le niega y teme, nos lleva a buscar una comprensión más allá del ritual que esta implica. El manejo ético que se tenga de la muerte dependerá de las características culturales de cada pueblo y de las relaciones económicas y de producción que en este prevalezcan, pero también de la idea u opinión que cada persona o sujeto tenga de ella. Para el mexicano, las ceremonias rituales acerca de la muerte  “le dan ocasión de revelarse y dialogar con la divinidad, la patria, los amigos y parientes… la vida encuentra en la muerte un fin  “ (Paz, 1972). Entonces, para el mexicano, la muerte adopta una connotación que va aun mas allá de la concepción biológica: implica una ideología propia, la perspectiva que se adopta ante cual cualquier situación que implique morir, en ese momento hablamos de la muerte desde perspectiva social. Las personas, tienen diversas perspectivas acerca de la eutanasia y su confrontación ante la voluntad anticipada, de ahí que la segunda opción sea una decisión individual, que depende de la visión que se tenga de cómo desea morir, cuando existe la posibilidad de hacerlo. Al respecto hay que considerar que los conceptos bióticos se han modificado debido al principio de autonomía, que ha rebasado al de beneficencia. La explicación a lo anterior no depende solamente de los cambios históricos acerca de la bioética, sino,  de forma particular de las características culturales, que acompañan a nuestra sociedad, los aspectos emocionales que matizan nuestra percepción de las cosas, en particular de la muerte, los valores que en algún momento se nos han inculcado, como parte de la formación que como mexicanos tenemos, etcétera. Podemos afirmar que no constituyen eutanasia todas aquellas acciones que pueden provocar la muerte sin buscarlo (directamente): como, por ejemplo, una intervención quirúrgica que tiene un éxito negativo, o el uso de un fármaco con finalidad analgésica que causa la muerte del paciente. Tampoco habrá que considerar eutanasia todas aquellas acciones que aun buscando la muerte de un paciente, no tienen como finalidad la eliminación de su sufrimiento; o sea, aquellas acciones que se realizan con otras intenciones, como pueden ser el mejoramiento de la raza, la resolución de problemas de distribución de recursos sanitarios (desde el ahorro del gasto público hasta la liberación de una cama de hospital), intereses de los familiares o de otras personas, etc. Es claro que con esta definición restringida de eutanasia quedan fuera, por ejemplo, muchos de los crímenes cometidos por el sistema sanitario nazi. En cambio, se incluyen aquellas acciones que provocan la muerte de un paciente sin su consentimiento para evitarle sufrimientos, o de esas otras que la causan sin que exista alguna patología particularmente grave. (Paula, 2004)

En el ámbito de la bioética se suele distinguir entre eutanasia y suicidio asistido, indicando con la primera que la acción letal la realiza una persona distinta del enfermo, mientras que en el segundo caso es el mismo paciente el que la pone por obra (bebiendo algún tipo de sustancia, o accionando algún sistema que permite el acceso a su cuerpo de dicho producto), con la ayuda y asistencia de otras personas. El problema de la eutanasia podemos contarlo hoy entre aquellos que van progresivamente llamando la atención, el interés, y la discusión de la sociedad contemporánea en todos los niveles y en todos los ambientes y así hablamos desde lo político hasta los hombres de la calle. (Osuna, 2002) Algunos argumentos pro eutanasia serian que la sociedad reconoce que un individuo tiene la suficiente capacidad de decisión o la autonomía suficiente dándole sus derechos y libertad de elección, y así  esa capacidad de elección no solo corresponde a la educación, matrimonio, etc., sino también al tiempo y forma de morir. La muerte no debería aguantarse son ansiedad y angustia, mientras la condición física y mental empeora, si no que debería causar la muerte voluntariamente por una decisión libre de la persona autónoma que ha elegido dejar esta vida. Un ejemplo seria que en Holanda sugirieron que a partir de cierta edad la gente o más específicamente los ansíanos tendrían la posibilidad de conseguir una píldora de eutanasia con su médico familiar. Esto les daría la posibilidad a los ansíanos de terminar con su vida en el momento elegido por el mismo. Claro que esta propuesta no tiene aceptación internacionalmente. Pero es un ejemplo de lo importante que es la autonomía de cada persona en el tema de la eutanasia. Bioéticamente hablando no es lo mismo morirse, o dejar morir, que matar o ayudar a otro a matarse. Mientras que morirse es un hecho, dejar morir implica una conducta éticamente relevante, ya que unas veces procederá abstenerse de intervenir, o suspender el tratamiento iniciado, en los casos de enfermedades incurables; y otras veces, dejar morir, pidiéndolo o no el paciente, puede ser un acto inmoral y hasta criminal de dejación de los deberes de asistencia hacia el enfermo. Podría haber una omisión de la conducta éticamente debida hacia la persona enferma, cuando existiendo una mínima expectativa terapéutica, el facultativo dejase de aplicar el tratamiento o suspendiese las medidas de soporte vital indicadas por la lex artis, (El término lex artis médica es utilizado con mucha frecuencia por la jurisprudencia, tanto civil como contencioso-administrativa, en el ámbito de la responsabilidad médica. Puede definirse de modo simple como "aquel criterio valorativo para calibrar la diligencia exigible en todo acto o tratamiento médico"(Sentencia de la Sala de lo Civil del Tribunal Supremo 18 de diciembre de 2006). "Apelando al respeto a la libertad o a la autonomía del paciente. El causar la muerte de alguien, ya sea de forma activa o pasiva, implica una acción transitiva que busca matar, lo que siempre es inmoral por ser contrario a la ley natural y a los más elementales principios de la ética. De modo que, sin perjuicio de que en la eutanasia y el suicidio asistido la finalidad pueda ser compasiva, esta intención buena no hace bueno el medio empleado, y sólo puede modular o rebajar la responsabilidad, moral y jurídica, derivada de una acción que significa “matar”, es decir, terminar con la vida de una persona. Pocos debates en nuestros días suscitan tanta controversia como el de la eutanasia. El “hecho de provocar la muerte sin dolor a un enfermo incurable”, como la define el Diccionario del español actual, tiene tantos partidarios como detractores. Max Charlesworth (1993), bioeticista australiano, sostiene que al no poder existir un consenso público sobre un conjunto de valores centrales en las sociedades liberales, también habrá pluralidad de posturas éticas. Los temas relativos a la ética de la salud o ética médica, o incluso la supuesta bioética, se consideran con frecuencia como una abstracción del contexto político y social del que parten. Sin embargo, es obvio que las decisiones en estos temas serán radicalmente distintas, si se toman dentro de una sociedad liberal democrática, o bien dentro de otro tipo de sociedad no liberal, ya sea teocrática, autoritaria (utilizando este término de forma neutral), paternalista o ‘tradicional’. En una sociedad liberal el valor supremo es la autonomía personal, es decir, el derecho de uno mismo a elegir su estilo de vida propio. Una frase acuñada por John Stuart Mill en el siglo XIX le da presencia a este valor: “Sobre sí mismo, sobre su cuerpo y su mente, el individuo es soberano”, la sociedad siempre tendrá algo que opinar sobre este tema, y es importante recalcar  los derechos que tenemos como pacientes, según el libro de bioética desarrollado por el dr.Roberto Calva Rodriguez,  el primero es el derecho a no sufrir inútilmente, el derecho a que sea respetada la libertad de su conciencia, el derecho a conocer la verdad de de su situación, el derecho a decidir sobre si mismo y el tratamiento a que se le ha de someter, el derecho de mantener un dialogo confiado con médicos familiares, amigos y compañeros y el derecho a recibir asistencia espiritual, también cabe comentar que todas las clases de eutanasia son discutibles y principalmente se debe respetar los derechos del paciente. Teniendo en cuenta esta información, los doctores deben tener bien en claro. En todos los casos, independientemente de si la eutanasia está despenalizada o no, lo que está en juego para los médicos y los equipos de atención sigue siendo lo ético: la ley no prevalece sobre la reflexión ética y personal en la elección de los actos al final de la vida, inyecciones letales, decisión de detener el tratamiento o sedación terminal. En el caso de la eutanasia en particular, la cuestión de su legitimidad ética no se confunde con la cuestión de su legalización o despenalización. Los doctores siempre tendrán distintas opiniones del tema, ya que cada cabeza piensa diferente pero lo que no debe cambiar es su ética como doctor y su deber con sus pacientes, por eso todos los doctores deben estar informados, ya que no saben cuando se les podría presentar una situación que tenga que ver con este tema, también deben tener en claro cuál es su postura, aunque opino que los doctores deben de mantenerse al margen de los pacientes y entender otras opiniones ya que deben empatizar con los demás. “Siempre he creído que acompañar a morir un paciente es un deber ético de un médico, a pesar de que los médicos cristianos creen que soy un asesino o un criminal. ¿Cómo no entender el dolor de una persona a la cual ni la morfina ni los analgésicos le funcionan?”, dice Quintana al recordar varios casos que se han quedado en su memoria. (Quintana, 2012). Dice Quintana al recordar varios casos que se han quedado en su memoria. Uno de estos es el de una mujer diabética de 49 años, paciente que perdió sus riñones y debía someterse cada tercer día a diálisis. El acelerado desarrollo de la enfermedad hizo que perdiera la vista en 15 días y a causa de un problema de circulación tenía programada una cirugía para amputarle sus piernas. Cansada de sus males acudió a Quintana, quien recuerda cada detalle de aquel día. Llegó sobre las 9 de la noche a una pequeña casa en el sur de Bogotá. Como si se tratara de una fiesta, la mujer invitó a sus amigas, vistió su mejor sastre y se maquilló como pudo. El doctor Quintana la tomó de la mano, conversó un poco con ella y le realizó la eutanasia. El médico Gustavo Quintana es un convencido que su deber es evitar el sufrimiento de quienes, en estado terminal, no tienen posibilidad alguna de mejoría. Esto nos dice un doctor de Colombia que ha practicado la eutanasia, el mantiene su postura a favor porque tiene empatía con el paciente, se pone en su lugar ya que no sabemos lo que la persona está sufriendo, probablemente su dolor es superior al que puede soportar, y todos tenemos derecho a decidir cuándo nos rendimos o nos cansamos de luchar por la vida en el caso de enfermedades terminales o enfermedades que tengan dolores crónicos, de seguir con todo el tratamiento que probablemente sea insoportable, hoy en día es bueno tener una mente abierta y aceptar ideas o pensamientos diferentes ya que puede que cambien nuestra manera de pensar para bien. “La muerte no es lo contrario de la vida, solo es la parte final de la vida y la vida es mi opción, no es de Dios, no es mi familia, es de cada quién. De ahí nace el derecho de que cada quien disponga el momento final de su vida”, dice Quintana, quien no ha desaprovechado ningún instante de su existencia. Fue competidor automovilístico, incluso, estuvo en algunas competencias con Pablo Escobar. Es buzo, nadador y amante de la música clásica y salsa. Otra debilidad son las mujeres. Quintana se casó cuatro veces y de cada matrimonio tienen un hijo. El doctor Gustavo Quintana siempre duerme con las ventanas abiertas para ver el amanecer. Es la manera de entender que debe enfrentarse un día más a vida y huirle a la muerte. "No hay ninguna razón ética y médica para que el doctor contribuya a terminar con la vida de un paciente. el rechazo a la despenalización de la eutanasia no se hace con base en razones médicas. Ninguna moral racional puede prohibir categóricamente la terminación de la vida si ha sido ensombrecida por una enfermedad horrible, para la que son inútiles todos los remedios y medidas disponibles. (VALADEZ, 2010) Es cruel y bárbaro mantener con vida a una persona en contra de su voluntad, y el sufrimiento inútil es un mal que debe de evitarse en las sociedades civilizadas", abundó. Afirmo un doctor mexicano dando su opinión a las personas que piensan que la eutanasia no tenía que ser legalizada, muchos doctores en la actualidad han estado cambiando su forma de pensar sobre la eutanasia, ya que los tiempos han cambiado y creen que deben actualizarse al paso del tiempo. La bioética puede ser considerada como un campo inter y transdisciplinario, ya que en ella influyen varias disciplinas y varias herramientas metodológicas consideradas necesarias y útiles para dirimir o disminuir los conflictos que ocupan y preocupan, al médico, al filosofo, al jurista, al sociólogo, al antropólogo y al ciudadano atento a los cambios en las practicas y los hábitos de nuestra sociedad, que necesitan de la legitimidad moral para ser considerados ‘buenos y justos’ por personas de carne y hueso. Hoy en día los cuerpos médicos requieren de una gran  especialización, concientización e información de las responsabilidades que les han sido conferidas, sobre todo porque sus conocimientos, habilidades y acciones deben estar encaminados a producir cambios en la salud de sus pacientes; cambios que pretenden ser siempre benéficos, pero que, en ocasiones, pueden no serlo; así, que requiere de un comportamiento estrictamente ceñido a la lex artis medica, a la bioética y las normas jurídicas. En definitiva pudiéramos decir que esta situación tiende a ser preocupante para cualquiera que está convencido del valor esencial del principio que sanciona el derecho a la vida de todo ser humano como un derecho absoluto  e inviolable, fundamento irrenunciable de cualquier otro derecho y una sociedad digna del hombre La bioética aborda los problemas buscando normas y criterios que garanticen los derechos y dignidad de las personas, en función de las circunstancias y de las distintas culturas. ‘’También debemos considerar que ayudando a buen morir se puede enseñar a bien vivir’’ (Vidal Gual, 1998). Es importante hablar de bioética y enfermos terminales en nuestra sociedad, ya que, al identificar con claridad los valores implicados en su manejo, es más sencillo integrar las acciones que permitan dar respuestas adecuadas a cada paciente. Además, si conocemos las posibilidades actuales de la bioética en el manejo de enfermos terminales, podremos identificar su importancia en la profesión médica y valorar la relevancia de informas y transmitir este conocimiento a los profesionales, y no profesionales, que trabajan con este tipo de enfermos.asi durante el paso del tiempo se vaya entendiendo mas la eutanasia en la bioética.

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