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Bioquimica


Enviado por   •  25 de Abril de 2013  •  1.913 Palabras (8 Páginas)  •  329 Visitas

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Wu Wei, el curso de los acontecimientos

Según la creencia taoísta, los acontecimientos en el mundo se suceden en perfecta armonía. Del mismo modo en que la molécula de ADN se libera y se combina de nuevo, dando paso a nuevas formas de vida, los sucesos en el mundo se desencadenan según la ley divina y según la conciencia del Tao. Manteniendo una intención clara de lo que se intenta conseguir, los hechos se precipitan para producir los resultados deseados.

Intención

En la práctica, el arte del Wu Wei implica el establecimiento, el refinamiento y la concentración de la intención pura cualquier propósito que se persiga. En el ámbito de la curación, la intención es el aspecto más importante de este arte. Supera todas las demás técnicas de curación.

La intención pura abre la puerta de contención para que penetren las fuerzas creativas. Esta acción es más un distanciamiento para dejar que ocurra algo que un trabajo para conseguirlo. Haciendo esto se alcanza Wu Wei.

Sin embargo, no sería cierto creer que alcanzar el Wu Wei es lo mismo que no hacer absolutamente nada. No hacer nada no responde automáticamente a todas las necesidades y a todos los deseos. No hacer nada simplemente no conduce a nada.

Para crear, lo primero que se necesita es preparar un espacio metafísico que puedan llenar las fuerzas creativas.

Individualmente puede hacerse a través de la relajación y de la unión con el Tao. Cuanto más cerca se esté de esta meta, mayor será la sabiduría de la intención y más valiosos e inmediatos los resultados. A medida que se vayan aprendiendo las técnicas, se debe integrar en esta práctica el concepto del Wu Wei: liberar la tensión y dejar que el propósito de curación guíe el cuerpo.

Wu Wei. El arte de hacer desde la no-acción

Desde tiempos inmemoriales, algunos antiguos sabios chinos acuñaron un concepto cuya sola enunciación representa un inmenso logro en la historia del conocimiento filosófico a la par que la expresión del método de conducta más sutil y poderoso que existe.

Frente a los habituales y manidos valores del voluntarismo, la acción desbordante, la energía frenética, o el dinamismo de la excitación, la propuesta de este paradójico hacer sin acción, se revela tan seductora como inaprensible si se trata de comprender desde una perspectiva limitada o reduccionista. Es evidente que nuestra educación occidental ha sido cimentada precisamente en la exaltación de esos principios, y hemos sido formados en la cultura de que por encima de los medios está la consecución de los objetivos, y que son los logros los que determinan ese apreciado valor social llamado éxito, que a veces de manera lastimosa tratamos de alcanzar incluso a costa de las conductas más destructoras tanto con uno mismo como con los demás. Tal vez por ello, el Wu Wei sea para nosotros, los occidentales, más difícil de comprender que para los pueblos de Oriente aunque, en realidad, el factor educacional es mucho menos condicionante que el deseo sincero que cada persona tenga de orientar su vida hacia la conquista de la paz interior.

Pero, ¿es este concepto algo más que una reflexión ingeniosa fruto de alguna mente extravagante? Y, lo que es más importante: ¿es susceptible de ser aplicado en el ámbito de lo concreto, en el mundo de lo práctico?, ¿cómo es posible hacer desde el no-hacer?, ¿no son ambas ideas antagónicas? Pues bien, la práctica del Wu Wei en la vida diaria no sólo es posible, sino que reporta unas cotas de calidad de vida, tanto exterior como interior, de gran valor.

Veamos ahora las tres pautas principales sobre las que es posible desarrollar el Wu Wei y cuyo aprendizaje crea un modelo de escenario idóneo donde el arte del no-hacer puede manifestarse.

La tranquilidad

Si la definimos como la virtud de no desasosegarse con facilidad y el dominio en la eliminación de los movimientos –tanto físicos, como emocionales y mentales-, la brusquedad y la violencia, con su obtención lograremos un elemento imprescindible para la acción correcta en todos los órdenes de la vida.

Si bien es cierto que la tranquilidad es un fruto que crece a la luz de la madurez y la experiencia, no es menos cierto que se trata de una actitud asumible y adaptable a nuestra conducta a través de un aprendizaje consciente.

La ligereza

Dentro de la enseñanza taoísta, podemos definir la ligereza como la virtud de no cargar de contenidos densos el significado de los sucesos en los que somos protagonistas –tanto si son felices como si son funestos- así como el dominio de discernir adecuadamente entre aquello que es importante y lo que no lo es o, dicho en palabras de los antiguos sabios, separar lo fundamental de lo accesorio. Es obvio que esta separación, realizada desde un cierto nivel de consciencia, invita necesariamente a ser liviano ya que, en realidad, aquello que es realmente importante “un hombre de verdad es capaz de llevarlo dentro de sí mismo”.

La sencillez

Aplicando una somera observación a la conducta humana, se evidencia de inmediato la enorme tendencia que tiene el hombre a complicar las cosas, lo cual está íntimamente ligado a su asombrosa capacidad para perjudicarse a sí mismo. Si definimos la sencillez como la virtud de gestionar la vida con la menor inversión de tiempo, esfuerzo, energía y medios posibles, podremos observar que el beneficio se multiplica en proporción directa a la reducción de la complejidad. Además, si en la virtud de la sencillez está presente la calidad intrínseca a la falta de artificio y la carencia de ostentación, encontraremos en esta conducta ante la vida una de las más queridas por los aspirantes a la maestría del Wu Wei.

Antes de continuar debemos aclarar que el Wu Wei no tiene nada que ver, ni con la pasividad, ni mucho menos con la inactividad. Muy al contrario, siendo como es el arte de “permitir que las cosas sucedan siguiendo el flujo natural de la existencia”, podemos afirmar que el no-hacer es la máxima expresión de la acción. Y, en este mismo orden de definiciones,

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