CALIDAD EDUCATIVA, ¿REALIDAD O FICCIÓN?

Hablar de calidad educativa implica analizar la incidencia de educación en el desarrollo social de los pueblos. Como punto de partida, es preciso pensar en el significado de la palabra calidad, teniendo como premisa que seguramente la respuesta a esta pregunta podría quedarse limitada ante la diversidad de planteamientos que a lo largo de la historia han marcado el ámbito de la educación, y solo en la medida en que se debata lo que esta implica y el alcance que adquiere, se podrá pensar en las soluciones adecuadas.

Etimológicamente la palabra calidad deriva del latín qualitas y según el diccionario de la real academia española significa, propiedad o conjunto de propiedades inherentes a una cosa que permiten apreciarla como igual, mejor o peor que los restantes de su especie.

El término en si resulta polifacético y a menudo subjetivo, siendo actualmente uno de los conceptos más importantes en el mundo de las organizaciones, de allí su importancia en el campo educativo. En el mundo desarrollado, la política de la calidad organizacional lleva varias décadas de aplicación, pero en Colombia comienza a desarrollarse recientemente para responder a las exigencias económicas externas.

Si bien fueron varios los autores que abordaron este tema, fue Edwards Deming quien encontró mayor eco después de la publicación de su libro Calidad, Productividad y Posición Competitiva, donde se detallan como claves de la administración de calidad como ¿la calidad se mejora atendiendo al proceso más que al producto?, ¿el líder del proceso de calidad debe gestionar para mejorar y no para castigar? y lo más importante para discutir la idea de calidad educativa ¿es fácil aplicar los principios de administración económica a los principios de administración escolar? La respuesta a este interrogante debe ser debatida para encontrar un punto de equilibrio entre lo positivo y negativo de este aspecto.

La gestión educativa persigue como una de sus principales metas alcanzar los máximos niveles de calidad, pero si bien cada Institución tiene su singular universo, no se puede desconocer que la tarea escolar no puede permanecer alejada de la comunidad, por lo tanto alcanzar la calidad educativa implica compromiso de los diferentes actores del proceso educativo: estudiantes, docentes, directivos docentes, familia y entorno social.

Ferrer Tiana, sostiene que es difícil abordar con precisión el concepto de calidad educativa debido a su complejo tratamiento, ya que calidad significan cosas diferentes para distintos observadores y grupos de interés, resultando generalmente controvertidas las definiciones acerca de la misma. Asimismo hay que reconocer que existen perspectivas diferentes para su estudio, y por lo tanto hay que verlo desde dos enfoques, el sistema educativo y la institución educativa.

Ferrer Tiana detalla distintas consideraciones conceptuales de la calidad, existe la concepción que asocia a la calidad educativa con la eficacia o grado de cumplimiento de objetivos educativos, éste modelo fue adoptado del mundo industrial, teniendo como aspectos positivos la posibilidad de "medir" resultados y como negativo básicamente asociar a la institución educativa con la empresa, y esto no puede ser así ya que el "producto" aprendizaje, es mucho más complejo que cualquier producto empresarial, y esto resulta porque en él existen aspectos y dimensiones difícilmente ponderables y porque básicamente la relación educativa es una relación humana donde la conducta y circunstancias son inestructuradas y hasta impredecibles. Otro tratamiento complementario de la calidad como eficacia es el de la eficiencia, en donde básicamente el grado de adecuación entre logros obtenidos y recursos utilizados es definido como indicador de calidad, pero al ser éste complementario de aquel se le hace extensiva la crítica precedente.

Algunos factores como el clima o ambiente escolar, la respuesta de la escuela a las necesidades comunitarias y sociales, el estimulo a la actividad del alumno, la participación democrática de todos los actores, la formación docente, los recursos educativos, la innovación educativa, el grado de compromiso de los distintos actores con la cultura institucional, y el trabajo en equipo, permitirán identificar lo que se denomina calidad educativa.

En este mismo sentido, Alberto Sileoni (pedagogo argentino) afirma que el concepto tradicional de calidad que se instaló esencialmente en los años 90, basado en los resultados, y de acuerdo con las evaluaciones internacionales, es limitado y exige una revisión. La calidad educativa no debe reducirse a lo que debe saber el estudiante; esto es muy importante, pero hay otros factores que inciden en esa calidad, entre ellos la inversión en educación, la dotación en equipos tecnológicos para las escuelas, el reconocimiento de la labor del docente, los salarios, las plantas físicas, entre otros.

De acuerdo con los postulados de la Unesco de 1996, en el Informe de Jack Delors, los pilares de la educación para la educación del siglo XXI, son: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a convivir y aprender a ser. Hacia allá se debe extender el concepto de calidad

En Colombia el hecho de que los estudiantes estén mínimo 12 años en forma obligatoria en la escuela es un desafío nuevo, es un esfuerzo de cobertura del sistema que se ve reflejado en más aulas y más escuelas, un gran logro que hay que reflejarlo de alguna forma en la calidad

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