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CELESTE (HISTORIA FICTICIA)


Enviado por   •  19 de Enero de 2019  •  Tareas  •  1.438 Palabras (6 Páginas)  •  63 Visitas

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CELESTE.        

Cuando era pequeña, mis padres tenían una casa en el campo, y un pequeño departamento en la ciudad. Por el trabajo de ambos, solían turnarse para viajar y que yo no me quedara a cargo de algún familiar o con una niñera, mucho menos llegar a los extremos de tener que inscribirme a un internado. Papá amaba el departamento en la ciudad, todo le quedaba más cerca y cómodo para él, aun le resultaba un poco difícil quedarse a solas conmigo, con todos los proyectos que hacía con mama a distancia, los deberes de la casa y cuidarme. 4 meses al año las cosas eran así, cuando mama salía de viaje. Pero cuando las cosas eran al revés y mi papá tenía que salir, eran una maravilla, no porque no lo quisiera o no porque no lo extrañara, sino la vida en el campo era mucho más relajada, podía seguir yendo a la escuela, que me quedaba un poco más lejos y tenía que levantarme más temprano pero todo valía la pena por alejarme del mundo el resto del día. El jardín era enorme, teníamos algunos animales para producir alimentos y algunas cosechas con las que mi mamá hacía de comer. La casa era gigantesca, 2 pisos, y 4 recamaras. Una era para mis padres, una que servía de estancia, la de Olga, la mujer que se encargaba de la casa los meses que no estábamos, y la mía, que era maravillosa, medía el doble que mi habitación del departamento. Pero en el departamento había algo especial que no podía traer conmigo a la casa del campo, en la pared de donde se encontraba mi cama, estaba un pintado un árbol de jacarandas que mi madre había pintado cuando estaba embarazada de mí, y cuando ella se va, es lo más bonito que tengo que me recuerda todo el amor que ella siente por mí. Y aunque me da un poco de nostalgia verlo, también me hace un poco más fácil lidiar con su ausencia, porque sé que a donde van siempre me lleva en su corazón.

Las cosas habían sido maravillosas a pesar de los cambios y viajes, todo había sido fantástico para mí, era buena acostumbrándome a las transiciones que tenía que pasar, y para nada me quejaba, tenía todo lo que yo quería, y no me refería materialmente, todo lo que yo amaba era a mis padres. Y verlos felices me hacia muy feliz. Los tenía a ambos durante 4 meses al años, juntos, ya sea viviendo en la ciudad o a las afueras, todo era perfecto cuando ellos estaban, hasta que un día, me los arrebataron.

Fue un 17 de Diciembre, como dije, mis padres no viajaban juntos para no dejarme sola, pero como todo en la vida, algunas veces hay excepciones por necesidad. Tuve que quedarme con mi abuela, que por cierto era amante de los gatos, y yo alérgica. No iba a ser mucho tiempo, solo 3 días, en lo que mis padres irían a Bélgica a arreglar unos papeles para permisos de fotografías del mes que venia, por si no lo mencione antes, a eso se dedicaban mis padres, a la fotografía profesional y de ahí venia su necesidad de viajar. Ellos no estaban de acuerdo de que yo saliera del país hasta que estuviera lo suficientemente consciente de querer hacerlo y de recordar todo lo que puedo vivir con una nueva experiencia. Así que a mis escasos 6 años de edad, me dejaron en casa de mi abuela. Todo iba bien, mi abuela nunca fue la clásica mujer que teje suéteres y hornea galletas cuando vas de visita, más bien es un poco cruel, a pesar de que cuida a los hijos de sus vecinas solo por dinero, no fue hecha para tratar a los niños con amor. Creo que por eso mis padres no me dejaban con ella muy a menudo. Alrededor de las 7 de la noche, me encontraba viendo televisión en la recamara de visitas, había un buro muy grande y viejo, y 2 sillas que tronaban y en las que tenía prohibido sentarme, aunque nunca supe porque. Y de pronto, a lo lejos en la sala, (porque solo era una casita de planta baja) vi a mi abuela con su gato favorito acostado en su regazo, y ella acariciándolo, estaba exhausta y dormida, había cuidado a un bebe de unos 9 meses, y la casa estaba hecha un desorden, biberones por todos lados, papilla en la cocina y la mesa ni se diga, pero repito, solo lo hacía por dinero. El tono del teléfono la despertó de golpe, supuse que no recibía muchas llamadas a menudo, solo la mire de re ojo, no alcance a escuchar nada. Jamás creí que esa llamada me cambiaría la vida. Estaba bien, tranquila viendo un programa ya muy viejo llamado las Golden Girls, que por cierto yo no elegí, y de pronto mi abuela entro al cuarto, vi sus ojos, lo supe todo en el instante en que me miro incluso aunque no me dijera nada. Sus ojos siempre habían sido tan expresivos, y no tengo manera de describir el dolor que se veían reflejados en ellos. Mis padres. Algo paso. Fue lo primero que atravesó mi mente, y fue lo que ocurrió y como hubiese preferido haberme equivocado.

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