Como se puede Educar en igualdad y diversidad

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Caso práctico: Educar en igualdad y diversidad

Descripción de la actividad

Para realizar esta actividad, deberás leer el supuesto que encontrarás a continuación para después seguir los siguientes pasos:

• Identificar y explicar al menos tres problemas educativos vinculados con la igualdad y la diversidad. Por ejemplo, señala en qué conductas los alumnos muestran sus prejuicios o estereotipos hacia otra/s cultura/s.
• Basándote en los contenidos de la asignatura, justifica por qué consideras que dichas conductas expresan problemas educativos vinculados con la igualdad y la diversidad y qué consecuencias pueden tener para el alumnado.

Supuesto:

Alejandro es profesor novel en un colegio de la Comunidad de Madrid. Tiene 25 alumnos, de los cuales seis son latinoamericanos, cuatro marroquíes, dos de Europa del Este (uno de Hungría y otro de Rumanía) y uno chino. A Alejandro no deja de sorprenderle la multiculturalidad presente en su aula, porque cuando él estudiaba casi todos sus compañeros eran de su misma ciudad y ninguno era extranjero. Uno de los objetivos más importantes para Alejandro es educar en la diversidad. Alejandro tiene en clase a Sergio. Sergio es un alumno que está en silla de ruedas; para él es un reto incorporarle a todas las actividades y que no encuentre barreras arquitectónicas. No quiere que sus dificultades motoras le supongan un aislamiento. Para ello, uno de los pilares fundamentales en los que basa su enseñanza es que los alumnos adquieran las competencias suficientes para lograr comprenderse y reconocerse como protagonistas de la realidad social en la que viven; porque esto les permitirá desenvolverse de forma exitosa como ciudadanos comprometidos con la sociedad y las diferentes culturas.

El pasado mes de octubre, en el transcurso de una clase, ocurrió lo siguiente. Alejandro explicaba a sus alumnos la historia de Cristóbal Colón cuando Carlos Alberto, colombiano, levantó la mano y dijo que los españoles son unos ladrones porque robaron el oro de los mayas y de los aztecas. Los demás niños preguntaban quiénes eran los mayas y los aztecas. Sergio, muy preparado, intervino y explicó que eran indígenas originarios de América y que poseían grandes tesoros. Alejandro comentó que los españoles, aunque también habían cometido tropelías, habían llevado su cultura a América y se habían mezclado con la raza indígena, lo cual no habían hecho otras nacionalidades. Pero al no haberles dado una explicación acerca del oro, los alumnos quedaron insatisfechos y algunos de ellos marcados más por los actos negativos que por los positivos cometidos por los españoles en el «Nuevo mundo». Debido a esto, durante el recreo se dividieron en dos bandos y comenzaron a pelearse. A favor de los latinoamericanos, unos; a favor de los españoles, otros. Lo que más hirió a Alejandro fue el maltrato que dieron a Sergio en su silla de ruedas y la falta de respeto por sus limitaciones físicas. Tomaron la silla de ruedas con Sergio incluido y lo emplearon como carro de combate. El tema quedó inconcluso, Alejandro no supo darle un cierre coherente y quedó en el aire la duda de quién abusó de quién.

Semanas después, a principios del mes de octubre, con motivo de la proximidad del «Día de Hispanidad», se desarrolló un tema de ciencias sociales relacionado con las costumbres y rasgos culturales de las diferentes nacionalidades. Aprovechando la multiculturalidad que se presentaba en su clase, se le ocurrió pedir a algunos de sus alumnos que aportaran ideas, concepciones o experiencias relacionadas con la temática propuesta. En un momento dado, Alejandro se dirigió a Cheng, el alumno chino, muy introvertido y que hacía menos de dos semanas que se había incorporado a la clase. Le propuso que expusiera su experiencia personal sobre alguna festividad similar que se celebrase en su país. Cheng, haciendo un gran esfuerzo, compartió con sus compañeros sus vivencias sobre este tema. En el transcurso de sus explicaciones, Hassan, uno de los alumnos marroquíes, realizó un comentario hiriente respecto a la aportación de Cheng, dijo que esas costumbres son de tontos y que todo el mundo sabe que los chinos son fáciles de engañar. Mustapha, otro alumno marroquí se sumó a al improperio lanzado por su compatriota diciendo: «Claro que sí, por eso se dice “te han engañado como a un chino”». El resto del alumnado, menos Cheng, rompió en carcajadas. Alejandro se quedó bloqueado y no supo cómo actuar, en su corta experiencia como docente aún no había presenciado un episodio similar.

Las consecuencias fueron que Cheng entendió este comentario como una agresión a su identidad y, sobre todo, a su cultura. Desde ese momento se sumió en un profundo mutismo que se extendió a las demás asignaturas. Por otro lado, Hassan no dejaba de interrumpir constantemente las clases, protestando por todo aquello que sentía como ajeno a su propia cultura y buscando la complicidad de Mustapha, el cual siempre le apoyaba.

Alejandro sabía que tenía que atajar esa situación. Un día pidió prestada en Secretaría una trituradora de papel y la llevó al aula, explicó a su alumnado qué son los prejuicios y los estereotipos, entregó una hoja de papel a cada uno y les propuso un juego. El juego consistía en que escribieran en el papel que les había entregado, de manera anónima, los prejuicios y los estereotipos que tuvieran sobre las diferentes nacionalidades de sus compañeros, para después destruir las hojas. Todos recibieron con alegría la propuesta y participaron en el juego con entusiasmo. Una vez que todos los alumnos entregaron sus escritos, Alejandro fue introduciendo en la trituradora, una por una, todas las hojas en presencia del alumnado. Cuando la última hoja fue destruida, todos se abrazaron y se felicitaron por haberse librado de esos pensamientos nocivos que entorpecían su convivencia. Alejandro se sintió contento.

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