ENSAYO SAN AGUSTIN, SANTO TOMAS Y MAQUIAVELO

La búsqueda del orden social, su lógica y la legitimidad de los actos humanos han sido desde tiempos inmemorables una búsqueda exhaustiva para grandes pensadores en sus respectivas épocas, llegando a crear manuscritos que han influenciado en las posteriores generaciones e incluso creando ramas de pensamientos que se desprenden de las diferentes conclusiones que estas obras pudiesen presentar.

Claros ejemplos de esto son los filósofos cristianos San Agustín, Santo Tomas de Aquino y bastante posterior filosofo Nicolas Maquiavelo, quienes a través de sus muy diferentes realidades, creencias y experiencias, intentaron profundizar el tema del orden social y los diferentes tipos de leyes que se involucran en el mismo.

¿Serán las ideas de orden social de los filósofos de corriente religiosa realmente mejores que las del Maquiavelo, por estar basadas en valores cristianos?

Aurelius Augustinus Hipponensis, más conocido como San Agustín de Hipona, reconocido por su “El Libre Albedrío” en la cual se profundiza en el marco de la reflexión cristiana católica, que trata temas como, la libertad humana dentro de la obra hecha por Dios, la demostración a través de la lógica de la existencia de Dios, el origen del mal y la que será de enorme utilidad para el desarrollo de este ensayo; la Ley Eterna a la cual los hombres están sometidos y como estos se relacionan con ella.

Dicha ley también fue tratada de forma importante por teólogo y filósofo de la Iglesia Católica Tomàs de Aquino dentro de su obra “Suma Teológica”, la cual fue escrita durante la edad media y es considerada una de las más famosas de este periodo, presentándose como un verdadero manual, ordenado y profundamente útil para la educación en lo que respecta a las bases del catolicismo y la lógica de sus creencias.

Por otra parte, Nicolas Maquiavelo los que expone en su libro “El príncipe” es un completo manual de gobierno destinado a los príncipes y enfocado hacia el correcto actuar de estos con el fin de mantener la estabilidad de estos en el poder de forma inteligente y estratégica.

Tanto Santo Tomas como San Agustín establecen una cierta lógica con respecto al actuar humano, el cual tiene en su potencialidad un punto de encuentro con la superioridad que envuelve a Dios, al Bien. Esta conexión que existe entre el creador y su creación es definida por ambos filósofos, de manera parecida, aunque por supuesto con algunas diferencias con el termino de “ley”.

Por ejemplo, en el caso de Santo Tomas, encuentra en esta ley natural una presencia de la ley divina y creada por dios en la naturaleza racional del ser humano acorde a su propia especie, ley que le permite seguir el camino correcto, el camino del Bien, ya que se encuentra dentro de el mismo y la conoce. Esta es guiada también por la razón, elemento propio del hombre, que también le permitiría diferenciar los distintos actos y en base a eso hacer el bien por naturaleza. Es decir, es la versión alcanzable en base a las capacidades humanas de una ley eterna y superior dada por Dios. Así mismo lo precisa:

 “Hay en el hombre una inclinación al bien correspondiente a la naturaleza racional, que es la suya propia, como es, por ejemplo, la inclinación natural a buscar la verdad acerca de Dios y a vivir en sociedad. Y, según esto, pertenece a la ley natural todo lo que atañe a esta inclinación, como evitar la ignorancia, respetar a los conciudadanos y todo lo demás relacionado con esto.” Suma de Teología. P.144

Para San Agustín de igual forma traduce una Ley Eterna en una humana como ley natural, ley en la que se encuentra todo lo bueno y nada distinto a ello, basada muy fuertemente en el concepto de justicia y la capacidad de optar por el bien como el verdadero camino hacia Dios y nunca elegir el mal a través del libre albedrío. Esta gran Ley Eterna aplicada a lo humano se ejemplifica en el siguiente fragmento:

“Nada hay justo y legitimo que no lo hayan deducido los hombres de esta ley eterna; porque si el pueblo al que aludimos hace algún tiempo gozó justamente del derecho de elegir a sus magistrados y en otro se vio privado justamente de este derecho, la justicia de esta vicisitud temporal arranca de la ley eterna.”  El Libre Albedrio, San Agustin

Luego se tienen los pensamientos de Maquiavelo en su obra “El Príncipe”, la cual responde a una dimensión política de las relaciones humanas, es una obra donde el Bien y Dios están muy lejos de ser las bases de la filosófica planteada, y vendrían a ser remplazadas por la prosperidad del poder y la mejor forma posible de llevar el gobierno de alguna determinada región o país. La legitimidad del poder en este caso respondería completamente a lo que se denominó el arte de gobernar, es decir, las capacidades del príncipe de manejar la política. Establece al Estado como un fin último, absoluto e independiente, incluso opuesto a los valores éticos y morales, posicionándose por encima de estos.

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