EXPECTATIVAS DEL DOCENTE.

La expresión “la primera impresión es lo que cuenta” es en numerosas ocasiones un mero reflejo de la realidad en el campo de la enseñanza. Los docentes desde el primer día que imparten sus clases ya pueden llegar a conocer algunos aspectos importantes de sus alumnos; por lo que si “la primera impresión es la que cuenta” , algunos alumnos se beneficiaran respecto de sus compañeros.

El efecto Pigmalión nos muestra cómo las creencias falsas crean realidades verdaderas; como las expectativas del docente pueden limitar su comportamiento hacia él y afectar en su evolución académica. Esto puede tener una justificación ya que el profesor al tener grandes expectativas respecto del alumno se esforzará más para obtener un aprendizaje mas productivo; de este modo el alumno a través de la actitud del profesor percibirá una mejora.

Dicho lo anterior cabe decir que en el aula el docente tiene de forma simultánea una serie de individualidades: cada alumno y alumna como persona independiente y el grupo. Partiendo de esta base es necesario conocer primero las características tanto individuales como generales del alumnado. Es imprescindible conocer los intereses,

las posibilidades y las pretensiones de sus alumnos para poder motivarles y de este modo potenciar sus habilidades. También es imprescindible conocer sus limitaciones para ayudar a superarlas teniendo en cuenta que la mayoría de ellas solo permanecen en su mente y hay que hacérselo ver para que sean superadas.

Respecto al grupo de alumnos, éste tiene su propia personalidad, distinta de cada individuo, pero no ajena a ellos. Entre el alumno y el grupo se produce una ósmosis de manera que el alumno influye en el grupo y viceversa; por este mismo motivo es necesario conocer las características del grupo y saber tratar su personalidad sin caer en estereotipos y sin olivar la “complicidad” entre éste y cada uno de los miembros.

Para finalizar pienso que el efecto Pigmalión puede ser un recurso muy útil para incrementar la motivación del alumnado, mejorar su rendimiento, ya que se produce una mayor esfuerzo para responder a la mayor exigencia percibida ( “El profesor espera más de mi, no le voy a defraudar”); el éxito derivado de la mayor motivación y el rendimiento superior retroalimenta ambos procesos.

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