El Comportamiento humano en la lucha por sobrevivir

Juan Francisco Nuñez del Arco

El Comportamiento humano en la lucha por sobrevivir

¿Cuál es nuestro verdadero comportamiento ante situaciones de anarquía? ¿Somos tan buenos como creemos? La novela “Ensayo sobre la ceguera” escrita por el autor portugués José Saramago nos presenta un escenario caótico causado por una inaudita ceguera generalizada que traerá a flote lo mejor y lo peor de los personajes al momento de verse en la necesidad de luchar por su supervivencia.  

Desde el inicio de la novela, esta gira alrededor del “mal blanco” que se ha propagado inexplicablemente alrededor de la ciudad. Lo que comienza como unos extraños casos aislados termina por convertirse en una epidemia que aqueja a todos los habitantes de la ciudad, exceptuando a la mujer del oftalmólogo, que, por amor a su marido, decide adentrarse junto con él en el desconocido mundo de la cuarentena en el manicomio. Una vez dentro del manicomio, se ha llegado al punto que este ensayo pretende analizar: el comportamiento humano en situaciones de supervivencia.

Al momento que los internos pasan por la puerta de entrada de ese abandonado hospital psiquiátrico, se acaba cualquier tipo de discriminación, favoritismo o clasismo que podía existir en el mundo exterior. Ahora son todos iguales, ya no importa la raza, la clase social, la edad o el dinero, desde el momento que son internados todos pasan a regirse bajo las mismas circunstancias, sin diferenciación alguna.

A lo largo el desarrollo de la novela se puede apreciar claramente cómo se va modificando el comportamiento de la sociedad. Al mismo tiempo que las personas van perdiendo la visión, de la misma manera se van perdiendo las cualidades que nos caracterizan como humanos y nos distinguen de los animales, tales como el orden, la correcta comunicación y la amabilidad o solidaridad ante los demás. Esto se puede ver fácilmente desde que se inicia la cuarentena para los recientes ciegos. En un principio, el gobierno establece ordenadamente que se utilizará la mitad del antiguo hospital psiquiátrico para mantener a los nuevos ciegos, mientras que del otro lado se ubicaran los posibles contagiados, que se cambiarían de lado en caso que igualmente queden ciegos. Además, también se dan instrucciones sobre cómo funcionará la repartición de alimentos y víveres entre los internos. Asimismo, los ciegos instituyen sus propias normas de convivencia, orden jerárquico, en cuanto eligen un líder que los represente, y repartición de tareas en cada sala, con la intención de hacer su estadía un poco más agradable y amena.

Sin embargo este intento por mantener una armonía y equilibrio dentro de su pequeña sociedad se ve cada vez mayormente abatido con la incorporación constante de nuevos ciegos a los cuales hay que explicarles el sistema de normas bajo las que se rigen y el orden jerárquico que mantienen, cosa que en varias ocasiones causo molestias, al haber ciegos recién llegados que se negasen a respetar al oftalmólogo y su mujer como los líderes de esa sala. No obstante, hasta ese momento la situación era medianamente aceptable, sobre todo al tener la ayuda de la mujer del ciego que podía ver y ayudaba a los demás en ciertas cosas.

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