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El Derecho A La Ternura

lulitopecesito20 de Febrero de 2014

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Mesa redonda: La mejora del clima de

aula a través de la organización del

centro

José Manuel Arribas Álvarez, Director de

l I.E.S. Severo Ochoa de Alcobendas,

Madrid.,

Todas las formas de violen

cia tienen en común su

intolerancia frente a la diferencia y la resistencia a

permitir su aparición y crecimiento. La escuela es

violenta cuando se niega a reconocer que existen

procesos de aprendizaje di

vergentes que chocan contra

la estandarización que se exige de los estudiantes.

Somos violentos cuando la homogeneización nos hace

desconocer que el mayor patri

monio con que cuenta la

vida y la cultura es la

diversidad, el impresionante y

nutrido abanico de las dife

rencias del género humano

”.

Luis Carlos Restrepo. El derecho a la ternura.

Si preguntamos a los docentes sobre la

situación actual de la convivencia en

los centros educativos en nuestro

país podríamos escuchar que “

los alumnos son

ahora más violentos, que no respetan a los

profesores ni las

normas y que, como

consecuencia, ya no se puede dar clase como antes

Sin embargo es muy diferente la percepci

ón de profesores y alumnos sobre el

carácter habitual de la disrupción en el aula,

la falta de respeto al profesor o el robo o

rotura del material del Centro. Parece

que la visión de los profesores de los

problemas de convivencia está más relaci

onada con la indisciplina en el aula,

mientras que los alumnos se encuentran más preocupados por las agresiones entre

iguales.

En el informe sobre la violencia escola

r del Defensor del

Pueblo del año 2000

se afirma que el 60 % de los alumnos de

la ESO dicen sentir miedos casi todos los

días, siendo algunos compañeros la causa mayor

de su miedo en la escuela. Entre el

15 y el 20 % de los alumnos que sienten mie

do no se lo cuentan a nadie y entre el 12

y el 18 % no reciben ayuda de nadie.

El peligro de la hiperreglamentación y la necesidad de un nuevo modo de mirar

los problemas de la convivencia escolar

No son pocos los que afirman que la so

lución está en medidas más radicales,

normas más rígidas y castigos más severos pa

ra combatir la violencia en las aulas.

Sin embargo, la “hiper-reglamentación

conduce a la desp

ersonalización, a la

ausencia de responsabilidad y al inmovilismo. Cada vez se nos muestran más

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ejemplos de que la exclusión, el no sentirse

parte, convierte en

inútiles los castigos

para disuadir a quienes no respetan a

los demás y trasgreden las normas de

convivencia del grupo.

De nada sirve amenazar con la pérdida de aquello que no se

ha apreciado primero como valioso, incluso la estima personal.

Deberíamos aprender a mirar de otro

modo los problemas de convivencia si

queremos ser justos, pero también si quere

mos ser eficaces. Es preciso revisar los

esquemas excesivamente rígidos de buenos

y malos, agresores y víctimas, para

pararnos a mirar y comprender lo que pasa

en relación con los problemas de la

convivencia en los centros educativos. Ca

da ser humano, cada uno de nosotros es

capaz de la crueldad y de la compasión, lo

importante es acertar

con la activación de

las estrategias que desarrollan aquellas

capacidades que nos permiten vivir en

común.

Hace falta firmeza para mejorar la convivencia, pero necesitamos ojos nuevos

que puedan devolver una mirada amable a

quienes no han recibido otra instrucción

orientadora de su comportamiento que la

negación, es necesaria

otra mirada que

pueda hacer sentir que somos valiosos, que

es posible acertar, que somos capaces de

vivir de modo que podamos sentirnos aceptados y valorados por los demás.

Dos ejes orientan la reflexión sobre

el fenómeno de la convivencia, la

participación y la comunicac

ión dialógica. En torno a estos ejes encontramos el

análisis de muchas de las causas de los

problemas de conviven

cia y también muchas

de las propuestas de intervención. La fa

lta de participación en la vida social y

escolar, la falta de ámbitos para comuni

carse produce despersonalización e impide

crear criterios comunes para una regu

lación coherente de la convivencia.

La mejora de la convivencia escolar desde un modelo integrado.

El enfoque de la mejora de la c

onvivencia que proponemos respondería a la

idea de un modelo integra

do en un triple sentido:

a) Integrador de los modelos de regulación de la convivencia punitivo o de castigos

y relacional o de simple acuerdo entre las partes implicadas.

b) Integrado en las actividades de ense

ñanza-aprendizaje: ap

render a convivir no

puede ser la disciplina de los recreos.

La actividad en el aula es el ámbito

privilegiado para la convivencia. Es el

lugar donde se puede participar, debatir,

valorar las diferencias, respetar al otr

o, ponerse de acuerdo, co

laborar, aprender a

aceptar críticas, expresar el punto de vista, di

sculparse, etc. La tarea del profesor ha

de entenderse como facilitadora

y reguladora de este proceso.

c) Integrado en el centro, en su cultura y en su organización. Se hace

imprescindible reflexionar y explicitar entre

todos los valores en los que el Centro

quiere educar y establecer cuáles son las

normas que garantizan el desarrollo de esa

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educación. Este proceso debe implicar a

todos, profesores y personal del centro,

alumnos y padres de alumnos. Toda la comunidad educativa debería ser capaz de

compartir y asumir la paz, la justicia y la solidaridad como cultura común de Centro,

así como la participación democrátic

a y la comunicación dialógica como sus

instrumentos. El siguiente paso es trasla

dar esa cultura a la organización de modo

que sea posible planificar, actuar, verifi

car y evaluar lo que hacemos, aprendiendo

continuamente de nuestros acierto

s y de nuestros errores.

Por último, el modelo integrado de ges

tión de la convivencia en los Centros

educativos responde a un nuevo modelo de

educación moral, una auténtica educación

para la ciudadanía en la que el apre

ndizaje moral no consiste en predicar los

valores, sino en “practicarlos”. La escuela pretende formar a alumnos para la

democracia, para la vida, para

la solidaridad, para ser re

sponsables, etc, Pero algunas

cosas sólo se pueden aprender como aprend

emos a dialogar, a conducir un coche o a

respetarnos, haciendo y reflexionando sobre lo

que se hacemos, es decir, viviendo.

Hay que empezar a educar en democracia, desde la vida, en solidaridad y en

responsabilidad.

Factores fundamentales en la mejo

ra de la convivencia escolar:

El compromiso de los profesores es un

motor esencial del cambio educativo.

Implica la participación activ

a del profesorado en la mejora mediante el trabajo

cooperativo, estableciendo

la adopción de criterios co

munes en relación con la

educación en valores, la utilización de met

odologías participativas y garantizando la

coherencia en la aplicación de las norma

s del Centro. Parece relevante el hecho de

que en uno de los últimos estudios citado sobre la Convivencia Escolar en nuestro

país tan sólo el 37,1 % de

los profesores de secundaria

decían aplicar las normas de

su centro de un modo coherente. El papel de

los tutores es esencial en la mayor

parte de las estrategias de mejo

ra de la convivencia escolar.

La participación de los alumnos en la me

jora de la convivencia en el Centro

es primordial no sólo porque contribuye a

desarrollar una regulaci

ón autónoma de su

comportamiento, sino porque son ellos qui

enes tienen un conoc

imiento más directo

de los problemas de las agresiones entre iguales. El 60 % de los alumnos que sufren

agresiones se lo cuenta a sus amigos y

recibe ayuda de sus

amigos, según el citado

informe del Defensor de Pueblo del año 2000.

La participación de los pa

dres es imprescindible, lo

s padres siguen siendo los

principales agentes en la educación de sus hi

jos. Padres y profesores deben encontrar

el modo de colaborar para estimular con c

oherencia en sus hijos y en sus alumnos las

capacidades emocionales y sociales que ta

n importantes resultan para la educación

de la persona, también de

la educación intelectual.

La mejora de la convivencia en el

Centro educativo requiere

...

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