El Diablo De Los Numeros
pucca55720 de Enero de 2014
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El diablo de los números(COMPLETO) Document Transcript
• 1. El Diablo de los Números Hans Magnus Enzensberger ¡Aviso!En los sueños, todo es diferente al colegio o a la ciencia. Cuando Robert y el diablo de losnúmeros hablan, se expresan a veces de forma bastante extraña. Tampoco esto essorprendente, pues El diablo de los números es precisamente una extraña historia.¡Pero no creáis que todo el mundo entiende las palabras que ambos utilizan! Vuestroprofesor de Matemáticas, por ejemplo, o vuestros padres. Si les decís saltar o rábano, noentenderán qué quiere decir. Entre los adultos se habla de otra forma: en vez de saltar sedice elevar al cuadrado o elevar a la potencia y en lugar de rábano escriben raíz en la pi-zarra. Los números de primera se llaman en la clase de Matemáticas números primos, yvuestro profesor jamás dirá ¡Cinco pum!, porque para eso tiene una expresión extranjeraque es facultad de cinco.En los sueños no existen estas expresiones especializadas. Nadie sueña con palabrasextranjeras. Así que cuando el diablo de los números habla en imágenes y hace saltar losnúmeros en vez de elevarlos a potencias, no es sólo cosa de niños: en sueños, todoshacemos lo que queremos.Pero en la clase uno no se duerme, y raras veces sueña. Por eso vuestro profesor tienerazón cuando se expresa como todos los matemáticos del mundo. Por favor, dejaos orientarpor él, porque de lo contrario podría haber enfados en el colegio. 1 Preparado por Patricio Barros
• 2. El Diablo de los Números Hans Magnus Enzensberger IntroducciónA Robert no le gustan las Matemáticas, como sucede a muchas personas, porque no lasacaba de entender.Pero una noche él sueña con un diablillo que pretende iniciarle en la ciencia de los números.Naturalmente, Robert piensa que es otra de sus frecuentes pesadillas, pero en realidad es elcomienzo de un recorrido nuevo y apasionante a través del mundo de las Matemáticas.¿No es extraño hallar siempre secuencias numéricas por la simple multiplicación de los unos: 1x1=1 11 x 11=121 111111 x 111111 = 12345654321y así en adelante?Y esto es sólo la operación más sencilla. Durante doce noches, Robert sueña sistemasnuméricos cada vez más increíbles.De pronto, los números cobran vida por sí mismos, una vida misteriosa que ni siquiera eldiablo puede explicar del todo. Nunca las Matemáticas habían sido algo tan fascinante.Pronto, el diablo le hará abandonar los tópicos escolares y hará que acceda a nivelessuperiores: ¡y aun así los entiende!Y el joven lector también. Los números, cada página que pasa, se van volviendo cada vezmás absorbentes. Es como magia, y Robert quiere saber más y más basta que, al fin, el 1 Preparado por Patricio Barros
• 3. El Diablo de los Números Hans Magnus Enzensbergerdiablo le hace comprender que algunos problemas y paradojas pertenecen a las altas esferasde la ciencia. 2 Preparado por Patricio Barros
• 4. El Diablo de los Números Hans Magnus Enzensberger Capítulo 1 La primera nocheHacía mucho que Robert estaba harto de soñar.Se decía: Siempre me toca hacer el papel de tonto.Por ejemplo, en sueños le ocurría a menudo ser tragado por un pez gigantesco ydesagradable, y cuando estaba a punto de ocurrir llegaba a su nariz un olor terrible. O sedeslizaba cada vez más hondo por un interminable tobogán. Ya podía gritar cuanto quisiera¡Alto! o ¡Socorro!, bajaba más y más rápido, hasta despertar bañado en sudor.A Robert le jugaban otra mala pasada cuando ansiaba mucho algo, por ejemplo una bici decarreras con por lo menos veintiocho marchas. Entonces soñaba que la bici, pintada en colorlila metálico, estaba esperándolo en el sótano. Era un sueño de increíble exactitud. Ahíestaba la bici, a la izquierda del botellero, y él sabía incluso la combinación del candado:12345. ¡Recordarla era un juego de niños! En mitad de la noche Robert se despertaba, cogíamedio dormido la llave de su estante, bajaba, en pijama y tambaleándose, los cuatroescalones y... ¿qué encontraba a la izquierda del botellero? Un ratón muerto. ¡Era unaestafa! Un truco de lo más miserable.Con el tiempo, Robert descubrió cómo defenderse de tales maldades. En cuanto le venía unmal sueño pensaba a toda prisa, sin despertar: Ahí está otra vez este viejo y nauseabundopescado. Sé muy bien qué va a pasar ahora. Quiere engullirme.Pero está clarísimo que se trata de un pez soñado que, naturalmente, sólo puede tragarmeen sueños, nada más. O pensaba: Ya vuelvo a escurrirme por el tobogán, no hay nada quehacer, no puedo parar de ningún modo, pero no estoy bajando de verdad. 1 Preparado por Patricio Barros
• 5. El Diablo de los Números Hans Magnus Enzensberger .Y en cuanto aparecía de nuevo la maravillosa bici de carreras, o un juego para ordenadorque quería tener a toda costa -ahí estaba, bien visible, a su alcance, al lado del teléfono-,Robert sabía que otra vez era puro engaño. No volvió a prestar atención a la bici.Simplemente la dejaba allí. Pero, por mucha astucia que le echara, todo aquello seguíasiendo bastante molesto, y por eso no había quien le hablara de sus sueños.Hasta que un día apareció el diablo de los números.Robert vio a un señor bastante mayor, más o menos del tamaño de un saltamontes, que se columpiaba en una hoja de acedera y le miraba con ojos relucientes.Robert se alegró de no soñar esta vez con un pez hambriento, y de no deslizarse por uninterminable tobogán desde una torre muy alta y muy vacilante.En su lugar, soñó con una pradera. Lo curioso es que la hierba era altísima, tan alta que aRobert le llegaba al hombro y a veces hasta la cabeza.Miró a su alrededor y vio, justo delante de él, a un señor bastante viejo, bastante bajito,más o menos como un saltamontes, que se mecía sobre una hoja de acedera y le mirabacon ojos brillantes.-¿Quién eres tú? -preguntó Robert. 2 Preparado por Patricio Barros
• 6. El Diablo de los Números Hans Magnus EnzensbergerEl hombre le gritó, sorprendentemente alto: -¡Soy el diablo de los números! Pero Robert noestaba de humor para aguantarle nada a semejante enano.-En primer lugar -dijo-, no hay ningún diablo de los números.-¿Ah, no? ¿Entonces por qué estás hablando conmigo, si ni siquiera existo? -Y en segundolugar, odio todo lo que tiene que ver con las Matemáticas.-¿Por qué? -«Si dos panaderos hacen 444 trenzas en seis horas, ¿cuánto tiempo necesitaráncinco panaderos para hacer 88 trenzas?» Qué idiotez -siguió despotricando Robert-. Unaforma idiota de matar el tiempo. Así que ¡esfúmate! ¡Largo! El diablo de los números se bajócon un elegante salto de su hoja de acedera y se sentó al lado de Robert, que en protesta sehabía sentado entre la hierba, alta como un árbol.-¿De dónde te has sacado esa historia de las trenzas? Seguro que del colegio.-¡Y de dónde si no! -dijo Robert-. El señor Bockel, ese principiante que nos da Matemáticas,siempre tiene hambre, a pesar de estar tan gordo.Cuando cree que no le vemos porque estamos haciendo los deberes, saca una trenza de sumaletín y se la devora mientras nosotros hacemos cuentas.-¡Vaya! -exclamó el diablo de los números, sonriendo con sorna-. No quiero decir nada encontra de tu profesor, pero la verdad es que eso no tiene nada que ver con las Matemáticas.¿Sabes una cosa? La mayoría de los verdaderos matemáticos no sabe hacer cuentas.Además, les da pena perder el tiempo haciéndolas, para eso están las calculadoras. ¿Notienes una? -Sí, pero en el colegio no nos dejan usarla.-¡Ajá! -dijo el diablo de los números-. No importa.No hay nada que objetar a un poco de práctica con las tablas. Puede ser muy útil si uno sequeda sin pilas. ¡Pero las Matemáticas, ratoncito, eso es muy diferente! -Sólo quieres quecambie de idea -dijo Robert-.No te creo. Si me agobias en sueños con deberes, gritaré. ¡Eso se llama malos tratos amenores! -Si hubiera sabido que eres tan cobardita -dijo el diablo de los números-, nohabría venido. Al fin y al cabo, no quiero más que charlar contigo un poco. La mayoría de lasveces estoy libre por las noches, así que pensé: Pásate a ver a Robert, seguro que estáharto de bajar siempre el mismo tobogán.-Cierto.-¿Lo ves? -Pero no voy a dejar que me tomes el pelo -gritó Robert-. Que no se te olvide.Pero entonces el diablo de los números se puso en pie de un salto, y de repente ya no eratan bajito.-¡Así no se le habla a un diablo! -gritó.Pateó la hierba hasta que quedó aplastada en el suelo, y sus ojos echaban chispas.-Perdón -murmuró Robert. 3 Preparado por Patricio Barros
• 7. El Diablo de los Números Hans Magnus EnzensbergerTodo aquello estaba empezando a resultarle un poco inquietante.-Si es tan sencillo hablar de Matemáticas como de películas o de bicicletas, ¿para qué senecesita un diablo? -Por eso mismo, querido -respondió el anciano-: Lo diabólico de losnúmeros es lo sencillos que son. En el fondo ni siquiera necesitas una calculadora.Para empezar, sólo necesitas una cosa: el uno. Con él puedes hacerlo casi todo. Porejemplo, si te dan miedo las cifras grandes, digamos...cinco millones setecientos veintitrés mil ochocientos doce, empieza simplemente así: y siguehasta que hayas llegado a los cinco millones etcétera. ¡No dirás que es demasiadocomplicado para ti! Eso puede entenderlo hasta el más idiota, ¿no?-Sí -dijo Robert.-Y eso aún no es todo -prosiguió el diablo de los números. Ahora tení a en la mano un bastónde paseo con empuñadura de plata, y lo agitaba delante de las narices de Robert-. Cuandohayas llegado a cinco millones etcétera, simplemente sigues contando. Verás que sigueshasta el infinito.Porque hay infinitos números.Robert no sabía si creérselo.-¿Cómo lo sabes? -preguntó-, ¿Has probado a hacerlo? -No, no lo he hecho. En primer lugarllevaría demasiado tiempo, y en segundo lugar es superfluo.Robert
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