ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

El Hombre Mediocre


Enviado por   •  21 de Noviembre de 2013  •  2.035 Palabras (9 Páginas)  •  281 Visitas

Página 1 de 9

EL HOMBRE MEDIOCRE

Ésta magnífica obra escrita por José Ingenieros, habla a cerca de la naturaleza del ser humano. El autor clasifica al hombre en dos grandes categorías: el hombre mediocre y el idealista. En la obra, ingenieros deja plasmada la gran diferencia que existe entre un hombre mediocre y uno idealista; además de las causas y los factores que influyen para la existencia de estos seres completamente distintos dentro de una misma sociedad.

En este libro se describe muy claramente como una persona influenciada por el medio que la rodea, sin personalidad propia y sin ideales, desemboca directamente en la mediocridad, convirtiéndose en algo negativo para sí misma y para la sociedad. Así también, “El hombre mediocre” brinda una perspectiva muy crítica sobre lo que es la mediocridad, la falta de ideales y la superación personal; realmente muestra como y porque vivimos en el mundo en que vivimos desde un punto de vista muy filosófico.

El libro aborda temas de gran importancia como la inmoralidad, los intereses personales, la despreocupación por los demás y la hipocresía; como producto de una rutina enfermiza. Lo más interesante es que el libro se presenta como una oportunidad a aquellas personas que aún no caen en las garras de la rutina, y todavía dan esperanzas de cambio, pretende educar a la juventud para que forme ideales de perfeccionamiento lejos del egoísmo irracional.

El escritor hace una fuerte crítica a la sociedad debido a que la gran mayoría de los hombres piensan ingenuamente y no tienen la capacidad de lograr el perfeccionamiento humano que se necesita en la continua adaptación del hombre con la naturaleza, ya que para concebir una perfección se requiere cierto nivel ético y es indispensable alguna educación intelectual. Sin ellos a lo único que se puede llegar es al fanatismo y a las supersticiones, a los ideales jamás.

Los que viven debajo de ese nivel y no adquieren esa educación permanecen sujetos a dogmas que otros les imponen y si hacemos un análisis es lo que por desgracia ocurre en nuestra sociedad, lamentablemente muchas de las personas están de cierta manera esclavizadas a los estereotipos que impone la moda que por lo regular suelen ser cosas realmente materialistas y muy superficiales, dejando atrás lo que verdaderamente importa, el espíritu del hombre.

Cuando el pueblo se encuentra en ese estado de esclavitud y se habla de sentido común, se dice que es colectivo mientras que el sentido individual es el buen sentido, siempre innovador y libertario aunque suelen ser pocos los individuos que muestran ese sentido libertador y son esos pocos hombres los que sobresalen y es ahí donde se encuentra la diferencia entre los seres idealistas de los mediocres.

Un hombre mediocre es aquella persona que tiene una ausencia de características personales que le permiten distinguirse de los demás individuos en su sociedad.

El eterno contraste de las fuerzas que impulsan a las sociedades humanas, se traduce como la lucha entre dos grandes actitudes que remueven la mentalidad colectiva: el espíritu conservador o rutinario y el espíritu original o de rebeldía.

Se dice que es imposible dividir a la humanidad en dos categorías de hombres, los rebeldes del todo y los otros en todo rutinarios. Si en el mundo no hubiere más que rebeldes, no podría marchar; no tendría sentido la rebeldía sino hubiese a quién rebelarse. Y sin los innovadores, ¿Quién empujaría el carro de la vida sobre el que van aquellos tan satisfechos? ambas partes deberían de entender que ninguna tendría motivo de existir. Aquí es donde encontramos una base para la tolerancia: cada hombre necesita de su enemigo. De manera paralela, encuentro cierta comparación con el materialismo histórico planteado por Carlos Marx, donde indica que el motor de la historia es la interminable lucha de clases.

Cada hombre es como es y no podría ser de otra manera; el original y el rutinario, el malo y el bueno, el holgazán y el laborioso, el generoso y el avaro, no lo serían si la sociedad lo impidiera.

Este es el punto en el cual uno se pregunta: ¿Por qué la humanidad admira a determinadas personas? A los que inventan, plasman, descubren, enseñan, a los que piensan en el futuro. La sociedad les aplaude porque tienen implícita una moral que aplica para juzgar a cada uno de sus componentes.

En cada pueblo y en cada época la medida de lo excelso está en los ideales de las personas y la perfección de las mismas y con el tiempo van cambiando dependiendo de las circunstancias sociales que se vivan.

Incluso el hombre mismo ha tenido un notable desarrollo, por eso se le considera como un animal que evoluciona en las más recientes eras geológicas del planeta; no fue perfecto en su origen, ni consiste su perfección en la acumulación de bienes materiales, sino en la acumulación valores espirituales.

La psicología de los hombres mediocres tiene una característica muy en particular: la incapacidad de concebir una perfección, de formarse un ideal, suelen ser rutinarios, mansos, dominables, piensan con la cabeza de los demás, o ni siquiera piensan.

Está fuera de su alcance el ingenio, la virtud y la dignidad, ni siquiera sospechan que exista el infinito más allá de sus horizontes, se niegan a salir del cuadro en el que viven. El horror de lo desconocido los ata a mil prejuicios.

Todo ideal humano implica una asociación ordenada de la moral y de la voluntad, pues esta es la máxima fuerza que posee el ser humano. La voluntad es la capacidad que nos mueve a hacer cosas de manera intencionada, a conciencia, por encima de las dificultades, si tenemos un sueño debemos tener… ¡voluntad de hierro! Tal como lo dijo Albert Einstein: “Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad”.

El hombre pone su honor en el mérito propio y es juez supremo de sí mismo; es así, con las buenas acciones que asciende a la realización. Hay una gran diferencia en el ser y en el parecer; el “ser” es el estado de plena realización

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (12 Kb)  
Leer 8 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com