El día Dle Estudiante
Anahittt13 de Marzo de 2013
767 Palabras (4 Páginas)527 Visitas
Humor, erotismo, crítica social. ¡Una novela y un narrador excepcionales!
El día del estudiante es un compendio de esa búsqueda, a veces lúdica, otras refinada y mítica, o melancólica, sabia, precisa, referencial y reverencial, siempre maravillosamente poética. Es un libro que en cada lectura se torna más rico.
21 de septiembre de 1972. En Argentina, Día del Estudiante, festividad marcada en rojo en el calendario escolar. Aunque, por otros motivos, para el protagonista también se convierte en una fecha teñida por ese color, y en la que deberá encontrar tanto las causas que lo llevaron hasta ahí, como los medios para sobrevivir a ello. Esta obsesiva búsqueda en el tiempo vivido, mezclada a lo que le va sucediendo a lo largo del día, componen el material del que irá surgiendo Nubedil.
En El Invitado, primer libro de la serie, se nos ofrecía un detallado panorama de este particular universo y las claves de acceso. Ahora entramos de lleno en él, junto al personaje central, acompañando las voces que a él lo acompañan y descifran.
En el libro un reloj marca los capítulos en que ese presente va transcurriendo, junto a sus movimientos de dilación y dudas. Paralelamente servimos los comienzos de la aventura. Principios de 1969. El protagonista participa en bloques denominados, Recuerdos. Otros, bajo el título de Las Voces, traen el registro sonoro de un representativo número de escenas, en las cuales los personajes se perfilan de un modo más directo y dinámico. Los Papeles Arrugados, que se intercalan cada tanto, serían los poemas garabateados por él, y furiosamente hechos un bollo bajo la cama, en las anteriores noches de espera. Por supuesto, el autor se toma la licencia de rescatarlos, y adjuntarlos caprichosamente al texto.
Nubedil, que es el neologismo inventado por el protagonista, en un poema dedicado a su dulce tormento, sirve como excusa para las páginas más lacrimosas y melodramáticas. Y Catch 21 (evidente homenaje al impresionante flash-back progresivo, que articula el filme Catch 22), es también un progresivo juego, de hipótesis variables, que se continúa a lo largo de la saga.
Jamás me planteé escribir una saga. En l976, viviendo aún en Argentina, Nubedil estaba casi terminada, bajo la forma de un extenso pero único libro. Debo suponer que el conjunto de mis actividades artísticas y culturales, provocó una actitud radicalmente crítica en ciertos sectores. Diversos grupos de asalto –con todo tipo de uniformes, y sin ellos-, allanaron en siete ocasiones mi domicilio, destruyendo todas mis pertenencias, y llevándose consigo todos mis escritos, entre ellos Nubedil. Por suerte, o por el instinto animal de esa época, ni una sola de esas noches mi mujer y yo estábamos en casa. Un año y medio después –el tiempo que necesitamos para reunir el dinero del pasaje-, en 1978, nos vinimos a España, donde yo había nacido. Obviaré el trato, cultural y artístico, recibido en mi país de origen.
Lo que aquí importa aclarar es que, junto a la ardua tarea de recomenzar una vida desde cero, también debía plantearme si –con 30 años-, recomenzaba mi trabajo como escritor. Lo hice. Y la distancia obligada con el centro de mis historias, sumada a la distancia con un medio al que no le interesaba lo que hacía ni lo que hubiera hecho, es probable que propiciaran un ensimismado escape hacia el pasado –la maravillosa época, de un florecimiento vivencial y artístico excepcional, entre los 60 y 75, y la brutal experiencia de su destrucción a partir del 76-. Esto es, en definitiva, lo que empezó a rodear a la inicial historia de amor recomenzada. Fui entendiendo que en el devenir del protagonista no existía una sin la otra. Que la lucha de su deseducación social, su búsqueda y sus descubrimientos como individuo –tanto en lo
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