Entre Mujeres
sharomalik7 de Noviembre de 2013
5.800 Palabras (24 Páginas)306 Visitas
ENTRE MUJERES
Acto I
La acción se desarrolla en la sala de la casa de Elena, decorada con buen gusto; entran Hortencia y Elena.
Elena: ahí en la mesita en el rincón. (Elena sale de escena por la misma puerta por donde entró, que sería la que lleva al comedor).
Amelia: (voz en off) no seas hipócrita y confiesa, le vas a llamar a tu amante.
Luisa: (voz en off) sí, pero ¿a cuál de todos?
Hortensia: a mi preferido y no van a lograr escandalizarme. Hola mi amor, ¿cómo estás?... yo quién va a ser ¿qué tienes muchas mujeres que te digan mi amor?... no, todavía me voy a quedar un rato es que hacía tanto que no nos veíamos.... no detesto hablar mal de la gente; no soy como Carlota que tiene una lengua de látigo; por cierto ahora anda por la vida sintiéndose la divina, arrojándonos migajas... (en off se escucha un canto: América inmortal, faro de luz, puente de libertad, américa inmortal, brillante luz que al mundo alumbrará, por siempre serás la salvación, América inmortal) ¿las oyes?... ¿Luisa? claro que vino... guapa, muy guapa, a base de operaciones seguramente... oye la que esta amoladísima es Amelia, tiene unas bolsas debajo de los ojos, sospecho que toma anfetaminas o algo peor... bueno, te dejo, vigila la llegada de Teresa y el niño, ya sabes, a la cama inmediatamente.
(Entran Amelia y Carlota)
Amelia: Oigan ustedes no se vayan a demorar demasiado porque se hace tarde.
Elena: No, ahorita venimos.
Carlota: ¿Te tienes que ir temprano Amelia?
Amelia: pues sí, como la cenicienta, a las 12 en punto.
Hortencia: (al teléfono) no me esperes levantado.
Carlota: es increíble que nos acordemos de esa canción con tanta exactitud.
Amelia: ¡qué mala eres! pero ¿sabes qué era realmente maravilloso? nuestra juventud, lo que pensábamos, lo que hacíamos.
Carlota: nuestras ilusiones.
Amelia: yo ya las he perdido completamente.
Hortencia: bueno, te dejo, besitos (cuelga)
Amelia: y cuéntanos Hortencia ¿cómo está tu amante?
Hortencia: bien, muy bien. Saben, ahorita que las estaba escuchando cantar me acordé de cuando estábamos en el colegio con nuestros uniformes y la manera en que nos miraban los hombres.
Carlota: las colegialas siempre han sido una atracción para los hombres maduros.
Hortencia: Sí, cuando íbamos de gira por la calle los hombres nos miraban de una manera demoníaca...
Amelia: pero a nosotras nos encantaba, seamos sinceras.
Hortencia: pero era humillante.
Amelia: para mí lo humillante es que no te miren.
Carlota: los hombres se fijan en cualquier cosa con faldas.
Hortencia: yo me acuerdo de algo que me dijeron, íbamos al museo de ciencias, me dijeron... me da vergüenza decirlo.
Amelia: Pero no es posible que tenga tantos años de casada y todavía la avergüence decir algo y la sonroje.
Hortencia: me dijeron ¡adiós bizcochito!
Carlota: que masculino.
Amelia: pero exacto.
Hortencia: óyeme no. Yo nunca me he sentido así.
Amelia: pues yo sí, una vez a la semana por lo menos sí, relaja muchísimo.
(Entran Luisa y Elena con una botella de champan y copas)
Elena: ¡por las panteras del 64!
Luisa: nuestra anfitriona propone que brindemos por los viejos tiempos recientísimos.
Elena: Avignon, reserva del 68. Debo confesar que guardaba esta botella para una noche loca.
Hortencia: con tu marido supongo.
Elena: eso es mucho suponer.
Amelia: una noche loca con un marido ¡por Dios!
Luisa: ¿por qué no? yo he pasado noches maravillosas con bastantes maridos y suelen portarse muy bien.
Hortencia: ¡qué cínicas son! no han cambiado nada.
Carlota: ¿qué pasa, no la puedes abrir?
Amelia: para situaciones como ésta deberíamos tener un marido guardado en el clóset.
Elena: ni para esto, a ver, tomen las copas.
Carlota: Hortencia.
Hortencia: para mí no, gracias, nunca bebo.
Elena: esta noche sí vas a beber.
Hortencia: es que me cae mal, me marea.
Elena: no importa.
Hortencia: es que el champagne me da dolor de cabeza.
Luisa: tu marido te hace feliz y el champagne te da dolor de cabeza, ¡qué extravagante eres mamacita!
Hortencia: no soy extravagante, soy honesta.
Obra de teatro para cinco actrices parte II
Segunda parte
Carlota: no, tú no es que seas honesta, es que careces de cualidades para la deshonestidad, que es diferente.
Hortencia: ¿Y eso es malo?
Luisa: no, pero es aburridísimo.
Elena: oigan yo quiero decir unas palabras.
Amelia: ¡hombre! estás en tu casa, no faltaba más.
Carlota: era inevitable.
Hortencia: adelante, adelante.
Luisa: pero sin añoranzas, que detesto la melancolía.
Elena: nos conocimos cuando apenas éramos unas niñas...
Amelia: ¡ay sí! nueve añitos, ¡qué inocencia!
Luisa: Hortencia era tan inocente que pensaba que un capado era un hombre con capa.
Hortencia: sí, es cierto ¡hip!
Amelia: ¿ya vieron? y apuesto a que ni siquiera le ha tomado.
Hortencia: son las burbujas, es una cuestión psicológica, veo las burbujas y siento que me mareo.
Elena: con el paso del tiempo nos fuimos formando y convirtiendo en mujeres y juntas hemos compartido todo: dormitorio, sueños, ilusiones; ni siquiera nuestros marido... bueno, las que nos hemos casado.
Luisa: ¡qué suertuda!
Carlota: me corroe la envidia.
Amelia: ¿estás oyendo a este par? se están pitorreando de nosotras.
Elena: déjalas, repito, ni siquiera nuestros maridos nos conocen tanto como nosotras llegamos a conocernos.
Luisa: mejor, se divorciarían en seguida.
Hortencia: voy a dejar esto aquí.
Amelia: Hortencia, si se te suben las burbujas no te preocupes, nosotras te acompañamos hasta tu casa.
Elena: después tuvimos que separarnos para penetrar en ese mundo inquietante de los hombres.
Luisa: mejor di que los hombres empezaron a penetrar en nuestro mundo.
Carlota: ¿y te gustó?
Luisa: a mí por lo menos, sí.
Carlota: sigues con tu forma sutilísima de decir las cosas.
Luisa: pero se entienden ¿verdad?
Carlota: perfectamente.
Elena: los años del colegio formaron nuestro carácter y nuestros gustos y ahora somos definitivamente lo que deseábamos ser allá, por eso propongo que repitamos nuestro antiguo brindis.
Carlota: ¿se acuerdan?
Amelia: sí
Carlota: ¿pero cómo empezaba?
Luisa: jovencitas virginales.
Amelia: virginales, qué palabra más cachonda.
Carlota: (cantando) jovencitas virginales.
Todas: ¡qué martirio, qué martirio!
Carlota: levantemos nuestras copas (levantan las copas y el busto)
Todas: las tenemos levantadas
Carlota: y brindemos por las tres virtudes de la mujer que son: sexo
Todas: sexo.
Carlota: lujo.
Todas: lujo
Carlota: y cachondeo..
Todas: y cachondeo.
Amelia: por las panteras del 64!
Luisa: ¡qué bonito!
Amelia: oye mi vida tú acabarías con cualquiera bebiendo champagne.
Hortencia: cómo recuerdo ese tiempo, éramos inseparables.
Elena: nos conocimos en el 56
Amelia: y en el 60 ya estábamos estrenando nuestro primer kótex, mujeres al fin.
Elena: fue como una epidemia, la primera fue Luisa ¿no?
Hortencia: no, la primera fue Carlota.
Elena: es cierto, Carlota era siempre la primera, la que nos explicaba los misterios de la vida.
Amelia: ¿De verdad no se les hace un sueño haber sido niñas alguna vez?
Luisa: A mí no se me hace un sueño, sino una pesadilla haber cumplido 15 años tres veces.
Elena: pero tenemos que aceptar que un día la juventud desaparece y nunca vuelve.
Amelia: eso es cierto, cualquier mañana vamos a despertar con las bolsotas debajo de los ojos y una de arrugas, total, en una palabra, hechas una mierda.
Carlota: pues se dura más siendo viejas que jóvenes, así que la mejor crema contra las arrugas es la madurez.
Luisa: la madurez es la peor de las locuras, yo nunca seré tan vieja como para ser madura.
Carlota: por eso vienen las diversiones, los conflictos, los conciertos, los amante, los hijos; cada una se va formando su propia máscara.
Hortencia: yo nunca he tenido amantes
Amelia: pues yo sí.
Luisa: si los amantes no envejecen, enriquecen, mira (le muestra a Hortencia un anillo muy lujoso)
ME FALTA LA TERCERA PARTE
Amelia: ¿saben qué es lo peor de la máscara? los ojos.
Elena: sin esperanza y sin curiosidad.
Luisa: eso les pasa a las casadas por andar firmando contrato de exclusividad, yo en cambio cuando veo a un hombre grande, precioso y en posición de firmes, me entra una esperanza y una curiosidad que no se la pueden imaginar.
Elena: por lo visto eres una entusiasta de tu condición de mujer.
Luisa: desde luego, dedicación exclusiva, mientras haya hombres, bendito sea, yo encantada, que no se acaben.
Carlota: o sea que no hay señales de jubilación.
Luisa: al contrario a medida que me hago mayor consigo hombres más jóvenes, más ingenuos y con mucho más dinero.
Elena: es que a nuestra edad ganamos una experiencia más firme a cambio de un cutis menos terso.
Amelia: unas cuantas arrugas más a cambio de unas cuantas ilusiones menos.
Luisa: siempre lloriqueando sobre la vida, ustedes no tienen celulitis en las nalgas, las tienen en el cerebro. Odio
...