Estado Y Sociedad
ivania.ramirez26 de Abril de 2015
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Los cambios políticos que se están dando son producto de un cambio en las relaciones entre Estado y sociedad civil, entre las diferentes sociedades y culturas que existen en el país. Los ensayos que forman aparte de este libro ven los cambios políticos en relación a la dinámica de las estructuras sociales y políticas, y en las relaciones entre Estado, gobierno, sociedad y culturas. Se trata de miradas sociológicas e históricas sobre la política y el Estado. El Estado se está reformando en algunos aspectos porque la composición y acción de la sociedad civil y de las culturas comunitarias está cambiando, produciendo una coyuntura de posibilidad y de reestructuración democrática de las relaciones entre Estado y sociedades, pero también se despliegan los aspectos conservadores contenidos en la sociedad civil en el polo propietario y desde los ámbitos populares. El Estado es una relación y un conjunto de estructuras que es resultado de la lucha política. El Estado es un campo de lucha y una forma de lucha política, a la vez que se pretende que sea la forma de unificación de territorios y poblaciones divididas por criterios de propiedad, poder político y cultura. La lucha política se está desplegando fuera y dentro del Estado, un Estado dividido por el modo en que los sujetos que gobiernan diferentes niveles y espacios relacionan las estructuras estatales con las estructuras sociales.
Prólogo
El Estado. Campo de lucha
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El Estado es campo de disputa por la reproducción o reforma del orden social. Sobre esto discurren los ensayos de este nuevo libro de Comuna. En el transcurso de elaboración de estos ensayos reunidos han colaborado, debatido y aportado diversas personas en distintas ocasiones y momentos, lo cual nos llevaría a menciones muy extensas y probablemente ingratamente olvidar alguna o algunas; por ello, agradecemos a todos y todas que compartieron de una u otra manera estos escritos. Y, al final aunque no la última, a Isabella Margerite Radhuber por su compromiso y complicidad en su empeño para cada uno de los ensayos.
Álvaro García Linera
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El Estado en transición. Bloque de poder y punto de bifurcación
Álvaro García Linera
“El objetivo del gobierno constitucional es de conservar la Republica: el del gobierno revolucionario es el de fundarla. La Revolución es la guerra de la libertad contra sus enemigos; la Constitución es el régimen de la libertad victoriosa y serena. El gobierno revolucionario necesita una actividad extraordinaria por estar, precisamente, en guerra. Se ve sometido a reglas menos uniformes y menos rigurosas, porque las circunstancias en las que se encuentra son tormentosas y móviles; y sobre todo, porque se ve obligado a desplegar sin respiro recursos nuevos y veloces para hacer frente a peligros nuevos y urgentes. El gobierno constitucional se ocupa principalmente de la libertad civil; y el gobierno revolucionario de la libertad publica. En situaciones de régimen constitucional basta, prácticamente, con proteger a los individuos de los abusos del poder publico; bajo el régimen revolucionario, el poder publico debe defenderse a si mismo de todas las facciones que lo atacan.”
Robespierre
En este articulo, quisiera reflexionar acerca del Estado en tiempos de transición. Qué podemos entender por Estado en momentos en que su forma social está en duda, en proceso de incertidumbre o, si se prefiere, en momentos en que se construye una nueva estructura estatal. Ciertamente, lo que llamamos Estado es una estructura de relaciones
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políticas territorializadas y, por tanto, flujos de interrelaciones y de materializaciones pasadas de esas interrelaciones referidas a la dominación y legitimación política. Esta relación-Estado siempre es un proceso histórico político en construcción, en movimiento, en flujo. Sin embargo, hay momentos en su historia cuando este devenir se mueve en un marco de procedimientos, jerarquías y hábitos relativamente previsibles y acotados; estos son los momentos de la “estabilidad” de la relación-Estado. Pero cuando las jerarquías, los procedimientos y los hábitos de la relación-Estado pierden su anclaje estructural primordial, estamos frente a los momentos de “transición” de una estructura de relaciones políticas de dominación y legitimación a otra, es decir, a otra forma de relación-Estado. En un anterior artículo, reflexionamos en torno a tres ejes analíticos del concepto de la relación-Estado1: el Estado como correlación política de fuerzas sociales, el Estado como materialidad institucional y el Estado como idea o creencia colectiva generalizada. Quisiera recoger este debate, entendiendo al Estado, por una parte, como una correlación política de fuerzas entre bloques y clases sociales con capacidad de influir, en mayor o menor medida, en la implementación de decisiones gubernamentales o, si se prefiere, como construcción de una coalición política dominante; por otra, como una maquinaria donde se materializan esas decisiones en normas, reglas, burocracias, presupuestos, jerarquías, hábitos burocráticos, papeles, trámites, es decir, como institucionalidad. Estos dos primeros componentes hacen referencia al Estado como relación material de dominación y conducción política. Y, en tercer lugar, el Estado como idea colectiva, como sentido común de época que garantiza el consentimiento moral entre gobernantes y gobernados. Con este tercer componente, nos referimos al Estado como relación de legitimación política o, en palabras del profesor P. Bourdieu2, como monopolio del poder simbólico.
1 García Linera, Álvaro, “Lucha por el poder en Bolivia”, en Horizontes y limites del Estado y el poder. Comuna/ Muela del Diablo, La Paz, 2005. 2 Bourdieu, Pierre. Razones Practicas. Anagrama, España, 1997.
Álvaro García Linera
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Esto nos permite ver entonces al Estado también como una construcción política de monopolios legítimos sobre determinados recursos escasos de la sociedad: coerción, recursos económicos públicos y legitimación. En este sentido, el Estado, como lo definió Weber3, es una maquina relacional que ha logrado a lo largo de la historia monopolizar el uso de la coerción publica en un determinado territorio mediante la centralización de la fuerza armada (Fuerzas Armadas, Policía), la punición de las transgresiones a los modos de convivencia social (cárceles, tribunales, códigos) y el disciplinamiento colectivo al cumplimiento de procedimientos y reglamentos (acceso y cumplimiento de las normas publicas). Esta coerción, si bien se materializa en instituciones (dimensión material del Estado), y se consagra o se cotidianiza por medio de la continua internalización, y aceptación pre-reflexiva de los procedimientos, por parte de los ciudadanos (dimensión ideal del Estado), se trata de unas coerciones que han sido fruto de momentos específicos de luchas, de confrontaciones sociales que han jerarquizado e impuesto determinadas visiones o necesidades de mando y control sobre otras necesidades y mandos de otros sectores sociales (el Estado como dominación –Marx– o correlación de fuerzas), y que con el tiempo se han consolidado, olvidado en su origen de imposición, y “naturalizado” como habito social. Lo mismo con los otros dos monopolios que dan lugar al Estado histórico: de recursos económicos y de legitimación social. En el caso del monopolio económico construido por el Estado, N. Elias, ha mostrado como es que el Estado moderno ha ido consolidando tempranamente la facultad exclusiva de cobrar impuestos4, a lo que hay que añadir luego, la propiedad de las empresas públicas y la administración centralizada del presupuesto general del Estado.5
3 Weber, Max, Economía y sociedad. Fondo de Cultura Económica, México, 1987. 4 Elias, Norbert, El proceso de la civilización. Fondo de Cultura Económica, México, 1989. 5 Intervención del Vicepresidente Álvaro García Linera, Coloquio “Poder y cambio en Bolivia: 2003-2007”, 27 de noviembre de 2008.
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Acá también tenemos un hecho monopólico construido mediante mecanismos coercitivos, legitimados como obligación ciudadana e institucionalizados como función regular estatal. Por ultimo el monopolio del poder simbólico que detenta el Estado, si bien hace referencia al control de los procesos de producción de las ideas-fuerza que cohesionan a una sociedad, se trata de legitimaciones de imposiciones, de dominaciones y luchas por la imposición cuya violencia ha sido “olvidada” y reconocida como “normal” y practicada como parte del mundo dado de las cosas de una sociedad. Por todo ello, otra manera de ver al Estado contemporáneo es como un proceso de construcción histórica de dominación a partir de tres grandes monopolios: de la coerción, de la riqueza publica y de la legitimación política en el que cada uno de estos tres grandes monopolios a la vez ha sido producido por procesos articulados correlaciones de fuerzas, de institucionalizaciones de esas correlaciones de fuerzas y de legitimaciones políticas. Los monopolios serian como los “átomos” de la “materia” estatal, en tanto que las “partículas elementales “de la que se componen esos tres “átomos” serian la correlación de fuerzas, la institucionalidad y la legitimidad. De ahí que, de cierta manera, la relación-Estado sea una relación paradojal. Por una parte, políticamente no hay nada más material (física y administrativamente) que un Estado (monopolio de la coerción, de la administración de los impuestos como núcleo íntimo y fundante), pero, a la vez, no hay nada que dependa más en su funcionamiento,
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