IMPORTANCIA DEL LENGUAJE COMO INSTRUMENTO EFICAZ DE LA COMUNICACIÓN ORAL Y ESCRITO

REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN UNIVERSITARIA

UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DE LOS LLANOS OCCIDENTALES

“EZEQUIEL ZAMORA”

EXTENSIÓN EL PIÑAL

MUNICIPIO FERNÁNDEZ FEO – ESTADO TÁCHIRA

IMPORTANCIA DEL LENGUAJE COMO INSTRUMENTO EFICAZ DE LA COMUNICACIÓN ORAL Y ESCRITO

(ENSAYO)

El Piñal, 23 de febrero de 2019

Para comenzar se hace necesario plantearse el dilema ¿cuál es el aporte que da el lenguaje, la lengua y el habla al concepto de comunicación? En un comienzo debe evocarse a las significaciones de cada uno de estos temas, o sea de lenguaje, lengua y habla, para poder entrar directamente en lo necesario para entender este texto. Dicho esto, el concepto de lenguaje es un término que se utiliza a diario en nuestra sociedad; sin embargo, muchas veces se desconoce el significado, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (2001) es “un conjunto de sonidos articulados con los que el hombre manifiesta lo que piensa o siente”. Mas,  el que más se asemeja al significado que más nos “identifica” es la capacidad que tienen los seres humanos para comunicarse mediante signos ya sean verbales o no verbales, teniendo en cuenta lo que Saussure nos dice: “el lenguaje es una institución humana”. En este contexto y pasando a otro ámbito, la lengua hace relación con los códigos que se utilizan para la debida comunicación, los cuales deben ser comunes a todos debido a que son realidades sociales definidas por reglas pre-establecidas en la sociedad y,  por ende, su carácter colectivo. Así lo comprueba el semiólogo Saussure: “…la lengua, es decir la estructura, el mecanismo, los códigos referenciales que usan los individuos para hablar sin los cuales no será posible el habla…”. Sin embargo el DRAE (2001) nos dice que es un sistema de comunicación verbal y casi siempre escrito, propio de una comunidad humana.

En este enfoque, el habla es la realización de la lengua y posee un carácter abstracto, debido a que el habla es de tipo individual, como dice Saussure: “es el lenguaje en acción, es la ejecución individual de cada hablante” a lo que el DRAE corrobora diciendo que es el acto individual del ejercicio del lenguaje, producido al elegir determinados signos, entre los que ofrece la lengua, mediante su realización oral y escrita. Así, pues, estos tres términos sin duda ofrecen un panorama único, ya que resumen en su interior todo el proceso que hace la lengua al momento de decodificar y expresar nuestros propios pensamientos. En este mismo contexto, las competencias lectoras (que es una capacidad que se da mediante amplitud de conocimientos, de entender las diferentes bases textuales y, por ende, el tema del texto) nos permiten un análisis lingüístico amplio, que se forma mediante los conocimientos adquiridos durante los días que se han vivido. El ejercicio de lo cotidiano llena de experiencias a todos los seres humanos que están codificadas y que son decodificadas mediante un proceso de semiósis textual, el cual se entiende como conceder un significado a un algo mediante los signos lingüísticos.

En conformidad con lo señalado anteriormente, se usa la palabra lenguaje para hacer referencia a esa facultad que, entre otras, poseen los seres humanos para comunicarse mediante signos verbales. Por ser muy general, la palabra lenguaje se aplica también a aquellos sistemas artificiales de comunicación (lenguajes formales), creados por el hombre: el lenguaje de las matemáticas, el lenguaje de la química, el lenguaje Cobol, el lenguaje del cine. En cambio, la palabra lengua se refiere a las manifestaciones de esa facultad de comunicar. La posesión de una lengua, más que cualquier otra cosa, es lo que distingue al hombre de los otros animales. En síntesis, la facultad para el lenguaje se hereda, como otras facultades, pero una lengua no se hereda, se aprende. Por su parte, el habla constituye un aspecto decisivo e importante en la interacción social y está estrechamente vinculada con otros elementos que ayudan a lograrla. En este proceso de interacción social, el habla cumple numerosas funciones.

Conforme a lo anterior, las diferencias entre lenguaje, lengua y habla son muy importantes a la hora de adentrarse en el estudio del lenguaje y de la lingüística. En este ensayo se intentará dar unas definiciones básicas que permitan discernir unos conceptos de otros. El lenguaje es una capacidad o facultad extremadamente desarrollada en el ser humano; por ende, es un sistema de comunicación más especializado que los de otras especies animales. Según Ferdinand de Saussure en el lenguaje humano debe diferenciarse entre lengua y habla. En este sentido, el lenguaje tiene como características que es universal e inmutable, es abstracto ya que no tiene una forma definida y, comienza a desarrollarse a partir de la gestación y se configura con la relación del individuo con el mundo que lo rodea.  Por su parte, la lengua es un sistema de signos que los hablantes aprenden y retienen en su memoria. Es un código que conoce cada hablante y que se utiliza cada vez que lo necesita. Dicho esto, la lengua se caracteriza por ser social puesto que no es igual para todos sino para una sociedad en particular; es convencional puesto que, al depender de la sociedad, la forma que adquiere viene determinada por ella y es variable, ya que sufre modificaciones tanto en el tiempo como en el espacio. En este mismo orden de ideas, al referirse al habla, puede indicarse que es un acto individual y voluntario en el que a través del uso de la fonación y de la escritura, el  hablante usa la lengua para comunicarse lo que hace que las diversas manifestaciones del habla son las que hacen evolucionar la lengua. Así, pues, el habla puede clasificarse en dialecto, el cual es un variedad de una determinada lengua que se diferencia claramente en otras zonas geográficas y por diferentes grupos sociales, tal como ocurre con los zulianos quienes llaman cotizas a las conocidas alpargatas o sandalias; el argot, el cual consiste en un tipo de habla que emplean determinados miembros de un grupo determinado y, la jerga, la cual consiste en un lenguaje particular y familiar que utilizan entre sí los integrantes de un cierto grupo social y que puede resultar difícil de entender para aquellos que no forman parte de una determinada comunidad.

Ahondando en este tema y, según el lingüista Roman Jakobson, establece las siguientes funciones del lenguaje, a saber: Función Referencial, Representativa o Informativa (se centra en el contenido del mensaje y la situación, aparece en aquellos mensajes en los que se informa de algo de manera objetiva; por ejemplo: son las tres de la tarde); Función Emotiva, Expresiva o Sintomática (se centra en el emisor y aparece en aquellos mensajes en los que predomina la subjetividad y, por lo tanto, el hablante expresa sus sentimientos, emociones, estados de ánimo, etc.; por ejemplo: Soy muy feliz); Función Apelativa (se centra en el receptor; está presente en aquellos mensajes en los que el emisor tiene como objetivo condicionar o alterar la conducta del receptor. Esta función se manifiesta, sobre todo, en oraciones imperativas, exhortativas e interrogativas. Por ejemplo: Tómate la sopa y vete a la cama).

En cuanto a lo relativo a la función fática, ésta se define como la función del lenguaje predominante cuando el foco del mensaje está puesto en el canal y  posee como características las siguientes: 1) se pone de manifiesto en marcas discursivas del lenguaje que responden a consensos sociales; por lo tanto, todos los seres humanos tienden a manejarlas y socializan a pesar de utilizarlas inconscientemente. Ejemplos de estas marcas discursivas son: “Aló”, “Atento”, “Cambio”, “Cambio y Fuera”, etc. Por otra parte, el paso previo a la función apelativa: si el canal que tenemos al frente se encuentra disponible (o abierto), es posible apelar al receptor. Si el canal que tenemos al frente no se encuentra disponible (o cerrado), no es posible apelar al receptor. Sin embargo, una de las dificultades más características de la función fática es no saber reconocer cuando ésta se convierte en una función apelativa, o bien confundir la función fática con función apelativa.

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