La Adquisición De La Lengua Escrita
ranebeze19 de Febrero de 2012
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La adquisición de la lengua escrita.
Breve historia de la escritura.
La posesión del lenguaje es uno de los rasgos característicos de la
humanidad y su origen se remonta a la aparición del hombre. Pero la posibilidad
de expresarse por medio de la escritura fue lograda gracias a un largo proceso que
duró cientos de miles de años. Desde los tiempos primitivos el hombre sintió
necesidad de expresar de manera perdurable sus sentimientos y creencias; realizó
dibujos y pinturas y esa forma de expresión le resultó suficiente mientras su vida
era nómada y se desenvolvía en pequeños grupos que vivían del producto de la
caza.
La aparición de la agricultura y la formación ulterior de las ciudades
introdujo un gran cambio económico y cultural; la vida se organizó de manera muy
distinta y en forma mucho más compleja. Las necesidades crecientes de la vida en
la ciudad impulsaron a los hombres a inventar algunas formas de marcar, por
ejemplo, a quién pertenecía el ganado o quiénes habían entregado en los graneros
parte del producto de sus cosechas, llevar cuentas, etc. Pero también fue
necesario establecer leyes y registrar hechos históricos para que las generaciones
futuras los conocieran. Resulta evidente que el dibujo y la pintura ya no podían
cumplir estos objetivos.
La escritura surge por necesidad de los pueblos, y tanto sus características
como las funciones y la difusión que ella tiene en la humanidad, atraviesan un
largo proceso evolutivo. Al principio la escritura fue muy cercana al dibujo; signos
gráficos expresaban objetos y acciones. El sistema resultaba extremadamente
complejo pero tenía una ventaja: representaba ideas por medio de dibujos simples
y no estaba vinculado con la forma particular en que se decía tal o cual palabra.
Por lo tanto, esa escritura ideográfica podía ser entendida por hablantes de
cualquier lengua, siempre que ellos conocieran las convenciones usadas. Los
signos ideográficos tenían una relación muy estrecha con el referente.
Poco a poco los hombres, tratando de simplificar el sistema, comenzaron a
representar palabras atendiendo a las características lingüísticas de las mismas y
no a la representación más o menos fiel de los referentes. Sin embargo, al
principio, la relación entre signo gráfico y palabra todavía tenía muchos elementos
propios del sistema ideográfico.
Ejemplos de lo anterior, en nuestro idioma, serían los casos de palabras
como soldado, representado por el dibujo de un sol y de un dado, o de pantalla,
escrita con el dibujo de un pan y de una persona tallando una piedra. Es evidente
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que desde el punto de vista del referente, soldado no tiene nada que ver con el sol
ni con el dado, así como la palabra pantalla no está relacionada con el pan. La
relación establecida en ambos ejemplos entre escritura y referente, es lingüística:
una parte de la palabra soldado se dice igual que el vocablo sol, una parte de
pantalla se pronuncia igual que pan.
Así, en el transcurso del proceso histórico el problema de la escritura se fue
centrando cada vez más en aspectos lingüísticos. Los hombres inventaron luego
una escritura en que a cada sílaba del habla correspondía un signo para
representarla. Aún así, el sistema seguía siendo complicado porque la variedad de
signos era demasiado grande.
Es alrededor del año 900 A.C. que los hombres inventan el sistema
alfabético, en el cual cada signo representa un sonido individual del habla. Para
llegar a esa convención la humanidad tuvo que recorrer un largo camino con gran
cantidad de pasos intermedios; hubo momentos en los que, por ejemplo, sistemas
de escritura silábica ya poseían marcas de tipo alfabético.
La invención del sistema que hoy nosotros usamos, no significa que haya
sido adoptado por toda la humanidad. Actualmente numerosos pueblos usan
escrituras de tipo ideográfico o silábico. De hecho, nuestra escritura se rige por
dos sistemas bien diferenciados: uno alfabético para los textos y otro ideográfico
para la escritura de números y símbolos matemáticos. Incluso en el sistema
alfabético se usan algunas marcas de tipo ideográfico como son los signos de
puntuación.
La historia de la escritura enseña que, antes de plantearse el problema de
cómo escribir, la humanidad tuvo que sentir la necesidad de que sus ideas
quedaran establecidas en forma permanente. Al comprender que la pintura y el
dibujo no eran suficientes, ideó otras formas de expresión que la condujeron a la
creación de los diferentes sistemas de escritura.
El hombre necesitó escribir para marcar objetos que le pertenecían; para
comunicarse a distancia, para recordar hechos, para expresar sus sentimientos,
necesidades o creencias, para transmitir a los demás el fruto de su creación
científica o artística.
Lectura y escritura están íntimamente ligadas; siempre leemos lo que
nosotros mismos u otros hombres produjeron. Todo maestro cuyo objetivo sea
conducir a sus alumnos hacia la adquisición del lenguaje escrito, debe pensar
cuáles fueron las causas que llevaron a la humanidad a realizar tan notable invento
y tratar que los niños, a través de su trabajo cotidiano y en forma activa, vayan
descubriendo las características y funciones del sistema de escritura.
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La lengua oral y la lengua escrita.
El idioma español se usa de manera diversa en cada uno de los países de
América y en España; dentro de México se habla de manera diferente según las
regiones o las clases sociales consideradas. Estas distintas formas lingüísticas son
parte de la cultura específica de cada lugar.
Nuestro idioma, con todas sus variantes, constituye nuestra lengua; dentro
de ella se puede establecer la siguiente subdivisión: lengua oral y lengua escrita.
Tanto una como la otra tienen características específicas; ambas están
relacionadas, pero dicha relación no es de dependencia. Cuando se tiene por
objetivo conducir a los alumnos a la adquisición de la lengua escrita, es importante
conocer cuáles son esas características para comprender a qué tipo de problemas
se enfrentan los niños; su conocimiento de la lengua oral es amplio pero con
respecto a la lengua escrita les falta aún recorrer buena parte del camino.
El lenguaje del niño tiene las características propias de la comunidad a la
cual pertenece y cuando ingresa a la escuela su conocimiento de la lengua oral es
tal, que le permite comunicarse adecuadamente con los demás, expresar sus
ideas, sentimientos y deseos. Conoce las bases de su lengua y posee un amplio
vocabulario que enriquecerá en años posteriores.
La escuela debe tomar en cuenta estos conocimientos lingüísticos del niño y
no tratar de modificar su lenguaje oral con correcciones del tipo “así no se dice”,
porque seguramente esas formas consideradas incorrectas, son las usadas por la
comunidad a la que él pertenece. Lo anterior no significa que el maestro tenga
necesariamente que hablar como lo hace la comunidad en la que está trabajando;
él tiene su forma peculiar de hablar y los niños la suya. Es posible que uno y otros
se expresen en forma distinta, lo cual carece de importancia siempre y cuando se
entiendan, es decir, se logre la comunicación.
Este modo de proceder, que se basa en el respeto mutuo y en la valoración
de la cultura de cada comunidad, tiene además otra ventaja: el niño amplía el
conocimiento lingüístico al comprender que existen diferentes maneras de decir las
mismas cosas.
La comunicación oral siempre se produce en un lugar y en un tiempo
determinados y ella es acompañada por gestos que facilitan la comprensión entre
los hablantes. El lenguaje escrito necesita establecer con palabras aquello que en
la lengua oral es posible indicar con gestos. Por ejemplo, cuando una persona le
dice a otra: “Allí está el libro que comentamos en la clase de ayer”, quien recibe el
mensaje lo entiende, porque su interlocutor hace un gesto con la mano para
indicar el lugar en el que se encuentra el libro; además, la referencia al tiempo
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(“ayer”) se relaciona con el momento en que se emite el mensaje. Este, si se hace
en forma escrita, tiene que establecer el lugar en el que se encuentra el libro; si se
desconoce el momento en que el destinatario leerá el mensaje, la referencia al
tiempo debe ser explícita porque depende del momento en que el texto es leído. Si
el mismo mensaje se quisiera comunicar por escrito, se tendría que escribir: “El
libro que comentamos en la clase del martes está sobre la mesa de la sala”.
Además, al hablar se usan diferentes entonaciones: una misma cosa se
puede decir con extrañeza, enojo, alegría o tristeza. Esta posibilidad no existe en el
lenguaje escrito; así, para que un lector pueda entender un diálogo, es necesario
explicar las condiciones en que él se efectúa: lugar, tiempo, estado emocional de
los hablantes,
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