La Comuncación

Importancia de la comunicación y de aquello que se quiere comunicar

Hoy en día se habla mucho de la tolerancia en el mundo. En cuanto a la comunicación, todos queremos que se nos escuche, pero no queremos escuchar a los demás. Quizás lo hagamos, pero cuando sucede esto es en el nivel de la tolerancia. Porque acaso cuando escuchamos una posición que difiere a la nuestra ¿no nos sentimos aludidos en nuestro amor propio? ¿Qué es comunicar?, ya sea a través de señales de humo, o por medio de mensajes a través de internet. ¿Nos limitamos a recopilar datos y a retransmitirlos? Hemos edificado a nuestro alrededor un comportamiento trivial de copiar y pegar, de mirar hacia otro lado a la hora de exponer al menos la honestidad de saber que nada sabemos. ¿Qué puede significar el acuñar pensamientos de otro y enmascararlos con la firma del profano? Se trata de la destrucción de la creatividad por pereza mental, que surge de la falta de conocimiento propio. Es eludir la fatiga primera que se siente al estar a las puertas de la sabiduría sin atreverse a cruzar al otro lado, donde nos espera la luz de la genialidad. ¿Qué importancia tendría la comunicación si nos centrásemos solamente en el medio y la forma, y no en el significado del símbolo? ¿Acaso no es precisamente ese el propósito de la comunicación? El llevar de un lado a otro, de una mente a otra, de un tiempo a otro, la sensación percibida, la idea configurada, el deseo surgido, y merecer otorgar la carga que pesa cuando se deja para sí, porque lo que se quiere es que eventualmente tenga la posibilidad de ser reposada en la alteridad, al menos como una semilla latente y siempre potente de ser recibida en el presente o la posteridad.

De seguro las tecnologías de la comunicación seguirán en su curso de progreso y generación de posibilidades insospechadas, pero ¿acaso esto implica que con ellas también evoluciona la calidad del discurso? No parece que fuera así. No se percibe al menos, reflejado en el sistema social que la amistad se acrecenté por la posibilidad de conocer personas por medios virtuales. El sueño de Roberto Carlos de poder “tener un millón de amigos” seguramente no se refería a “añadir” a un alguien a su listado. La calidad del discurso no reposa en los medios, sino en el sentido, y esto no cambiará con el paso de los siglos, pues es la mente la que crea e interpreta el signo y no al revés. El signo es para ser leído, el signo no lo lee a uno. Paradójicamente somos “esclavos” del lenguaje, pues qué dificultad existe al tratar de escindir la palabra del pensamiento. Cuando vemos una palabra escrita en un lenguaje comprensible, su significado es tan fuerte que el símbolo y su significado nos parece un ente siamés. Por eso es que la mente aborda el pensamiento de una manera contracorriente; es decir, que pensamos con la memoria, en lugar de redescubrir que primero estuvo la percepción

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