La Medea de Eurípides como sujeto femenino trágico
luciaximena24Tutorial8 de Mayo de 2013
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ENTRE LA TRADICIÓN Y LA MODERNIDAD:
LA MEDEA DE EURÍPIDES COMO SUJETO FEMENINO TRÁGICO
El retorno a los orígenes míticos, a las imágenes oscuras y a la vez esclarecedoras de los mitos, representa una vía de acceso fundamental a la relación íntima entre las experiencias subjetivas individuales y las imágenes de mundo colectivas. En este sentido, la interpretación creativa de los mitos griegos, cultivada por los antiguos poetas trágicos durante una impactante etapa de transición histórica, hace más de dos mil años, sigue ofreciendo hasta hoy en día formas cautivantes para la comprensión de la conexión que une los mundos vivenciales subjetivos con el contexto cultural. Para la cultura griega, el desarrollo de la tragedia como un nuevo género literario, significa un hito histórico en una época en la que la creación cultural experimentó un avance que difícilmente se podría repetir. La Atenas Clásica constituye una fase de transición, en la cual los poderes divinos del origen, representados en los viejos conceptos míticos y las prácticas religiosas, se enfrentaron con los nuevos principios jurídicos, políticos y filosóficos que surgieron con el sistema democrático (ver Vernant, 1972). La insuperable discrepancia entre el mundo original de los mitos y la nueva estructura social de la democracia, marcaba para el ciudadano de Atenas el comienzo definitivo de una nueva época.
Las contradicciones y rupturas irreconciliables, que caracterizaron el siglo 5 a. C. en Atenas, permitieron según Vernant (1972), el desarrollo de la creación literaria como ficción. Los textos trágicos ya no son meras descripciones de determinados eventos históricos o relatos míticos, sino que representan las primeras interpretaciones literarias, en las cuales el autor se toma la libertad de crear historias propias basadas en la realidad. Como apogeo cultural, que marca el origen de la ficción literaria en la antigüedad, la tragedia griega parece proporcionar imágenes paradigmáticas, que permiten acercamos a una cantidad de situaciones vivenciales conflictivas que ocurren en la intimidad de las relaciones familiares. En este panorama, el sujeto trágico pone en escena una personificación provocativa del antiguo héroe griego, en la cual lo enigmático de las relaciones humanas se sobrepone a la interpretación homogeneizante de los viejos héroes y dioses de la mitología. Estos mundos vivenciales subjetivos nacen de la relación entre la realidad etnográfica, histórica y mítica de la Atenas Clásica, por un lado, y la capacidad individual de autorreflexión, representada por el autor de la tragedia, por otro lado. En las tragedias surge de forma impresionante el enlace entre las fantasías inconscientes del autor y la etapa de transición socio-histórica, cuyas consecuencias trágicas para la cultura griega ya eran predecibles.
De los tres autores trágicos, Eurípides es el autor que no sólo toma una mayor distancia crítica frente al mundo antiguo de la mitología griega, sino también frente a los nuevos principios sociales, políticos y filosóficos que surgieron con la democracia ateniense (ver Nancy 1992, March 1990 y Williamson 1990). Esta posición crítica en relación con los conceptos religiosos de la época condujeron a que, en la obra de Eurípides, los héroes legendarios y los poderosos dioses griegos aparecieran menos idealizados y heroicos que en los otros autores trágicos. El conflicto entre el mundo celestial de los dioses y el mundo terrenal de los humanos se traslada hacia las contradicciones internas del sujeto trágico, poniendo a éste en el primer plano de la puesta en escena dramática. Asimismo, las relaciones entre los géneros y las imágenes sobre la feminidad obtienen en sus dramas, de forma extraordinaria, un carácter de búsqueda de lo nuevo, radical para esta época. Aunque, por lo general, en las tragedias las figuras femeninas toman la palabra de forma manifiesta, es en la obra de Eurípides, en la cual ellas se apoderan activamente de las discusiones políticas y sociales de su tiempo (ver Nancy, 1992).
En este sentido, Medea personifica, como sujeto femenino trágico, una figura paradigmática. Medea es una figura trágica ubicada en un espacio entre el mundo de lo divino y lo terrenal. Por un lado está la figura de la mujer enamorada y madre de sus hijos, y por otro lado encontramos la mujer asesina, que no muestra piedad con sus enemigos. De esta posición ambigua que caracteriza la Medea de Eurípides, resulta un sujeto femenino, que personifica una mujer luchando por la realización de su propio proyecto de vida, la cual rompe, en este proceso, con la posición cultural de la mujer como objeto de intercambio, asignada a la misma por las reglas del matrimonio. En Medea encontramos una figura femenina que se apropia de sus deseos sexuales y expresa activamente su agresión y fuerza de voluntad. En una época, en la cual la mujer ocupaba una posición social restringida políticamente, ella personifica una figura femenina con capacidad de autodeterminación y autoafirmación. Sin embargo, en contraste con otras figuras trágicas que representan mujeres independientes, Medea no recibe un castigo directo ni de los dioses ni de los seres humanos. La legitimación de estas características en la Medea de Eurípides convierte a la figura principal en un sujeto femenino trágico, que representa capacidades potenciales, todavía utópicas para la mujer en aquellos tiempos.
La mujer que se apropia de sus propios deseos sexuales y que actúa de acuerdo con sus propios intereses, que rompe con la tradición y subvierte el lugar social asignado a la mujer es representada a menudo en la literatura o la mitología a través de figuras deformes o grotescas. Desde una perspectiva patriarcal la tendencia en la mujer hacia la autonomía y la autoafirmación tiende frecuentemente a estar asociada con la desmesura, la aberración o la crueldad como expresiones de aquello que trasciende la cultura y se ubica en el mundo de la naturaleza. La imagen de lo femenino como continente oscuro, como aquello siniestro que se vuelve inabordable para la conciencia ha sido un tema de análisis fundamental dentro de la teoría psicoanalítica desde sus orígenes. Es esta imagen mistificada de la feminidad, que yo pretendo desconstruir con base en el análisis de Medea, una figura ejemplar de la mitología griega, que en cierta forma no corresponde con esta imagen estereotipada de la mujer. Medea representa una figura femenina, que incluso trasciende la fantasía masculina de la mujer como encarnación del mal, siendo ella presentada también como una mujer autónoma y una madre poderosa.
Una interpretación socio-psicoanalítica de la Medea de Eurípides abarca un espacio interdisciplinario, que va desde un análisis crítico socio-cultural de los conceptos de feminidad en la edad antigua, pasando por una discusión de las complejas relaciones entre mitología y tragedia griega, hasta un debate crítico sobre los aportes modernos de una comprensión teórica de la feminidad desde el psicoanálisis. En el presente trabajo voy a abordar el caso de la tragedia de Medea con base en los fundamentos de la comprensión hermenéutica desde una perspectiva tanto psicoanalítica como socio-histórica (ver Lorenzer 1986; Pietzcker 1992; Raguse 1993). El énfasis en vincular la interpretación psicoanalítica de textos con un análisis socio-cultural e histórico del fenómeno que se esté analizando, se fundamenta en la necesidad de abordar la relación entre el texto, el contexto social y las relaciones intertextuales. La comprensión del texto en sí mismo, a partir de la experiencia subjetiva del intérprete, implica un primer momento en el acercamiento a éste. El texto como tal tiene una cierta autonomía que a partir de la relación intérprete-texto permite elaborar una comprensión primordial tanto de los contenidos manifiestos como de los contenidos latentes, es decir, de aquellas manifestaciones inconscientes tanto individuales como culturales. En este sentido, el abordar la relación entre el intérprete y el texto desde la hermenéutica profunda permitiría interpretar tanto la puesta en escena subjetiva que ocurre en el intercambio entre ambos interlocutores como las manifestaciones de mundos de la vida subjetivos dramatizados en el texto. Tanto el análisis sistemático de la contratransferencia como el análisis teórico-conceptual de los datos interpretados hace posible el mantener una tensión crítica en la relación intersubjetiva entre el lector y el texto. Por otra parte, el análisis del contexto social, cultural e histórico concreto, así como la comprensión del mundo social representado en el texto mismo, implica abordar la interdependencia entre las experiencias subjetivas escenificadas en el texto y la realidad social tanto textual como contextual. Finalmente, el análisis de las relaciones intertextuales, es decir, de la recepción histórica del texto, en términos de los análisis o interpretaciones que se hayan hecho sobre el mismo, permite acercarse a una comprensión más objetiva de los mundos de la vida subjetivos escenificados en el texto. Pasemos a continuación a presentar a nuestra heroína desde esta perspectiva interdisciplinaria aquí esbozada.
DESENCADENAMIENTO DE LO TRÁGICO:
MEDEA COMO FIGURA FEMENINA MÚLTIPLE
»Ojalá la nave Argo no hubiera volado sobre las sombrías Simplegádes 2 hacia la tierra de Cólquide«, (v.1-2) dice, la Nodriza, lamentándose, al comienzo de la tragedia.3 La llegada de Jasón como capitán de los argonautas a la patria de Medea representa el inicio de una historia de amor cuyo desenlace trágico está marcado por el encuentro de mundos lejanos e irreconciliables. Medea,
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