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La Metodologia


Enviado por   •  29 de Septiembre de 2014  •  1.087 Palabras (5 Páginas)  •  168 Visitas

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Se sabe que los niños que viven en hogares rotos o con padres divorciados son más propensos a desarrollar problemas personales y de conducta, pero hay una variabilidad muy grande entre niños y en la forma de afrontar la situación que tiene cada uno. De todas formas un divorcio no tiene porque ser extremadamente dañino para un niño si se tienen en cuenta ciertas medidas y precauciones. Veamos que factores influyen en la reacción del niño y que podemos hacer para minimizar el impacto de un divorcio en un menor.

Los datos….

En España se estima que el 30% de los matrimonios acaban en divorcio.

Desde el foro Español de la familia se estima que la tasa de abandono escolar es de un 25% en niños divorciados (siendo solo del 10% en hijos de padres no divorciados). El 60% requerirá tratamiento psicológico (frente al 30% habitual). El 50% tendrán problemas con el alcohol o drogas antes de los 15 años (cifra muy alarmante). Y por ultimo el 65% suelen tener una relación conflictiva con su padre.

Casi todos los niños suelen superar con éxito los divorcios con el tiempo (tras 1 o 2 años) y con un mínimo de consecuencias psicológicas, si bien es cierto que los niños por lo general suelen presentar más problemas que las niñas.

Efectos del divorcio en los hijos:

A parte del divorcio como tal hay otros factores que se asocian a este que se consideran un factor de riesgo para un divorcio más complicado:

• Perdida de poder adquisitivo, los gastos ya no se comparten.

• Cambio de residencia, colegio y amigos.

• Convivencia forzada con alguno de los progenitores o algún familiar.

• Disminución de la influencia del progenitor con el que no conviven.

• Introducción de parejas nuevas de los padres.

• Mala adaptación de alguno de los padres (hostilidad o depresión).

• Presión hacia los hijos para que tomen partido o proyección de la hostilidad hacia ellos.

Estos son los factores sobre los que debemos incidir para evitar divorcios complicados.

En conjunto todo lo que supone el divorcio se desencadena en los niños en un menor rendimiento académico, disminución de la autoestima o el autoconcepto, dificultades sociales, problemas emocionales (miedo, ansiedad, depresión…) y problemas de conducta. Aunque estos problemas se suelen producir durante el divorcio (a corto plazo) y acabar superándose tras unos años (ante la estabilización de la situación) además se cree que a largo plazo estos niños crecerán en adultos con más dificultades en comprometerse con parejas y con problemas para creer en la continuidad de las relaciones.

La ruptura también puede aumentar las interacciones negativas entre hermanos por lo general, excepto si las diferencias de edad son grandes y uno es “el mayor” (un adolescente).

Habrá niños que por su temperamento y la situación del entorno decidirán llevar a cabo una evitación, ignorar lo que les ocurre y ocultar y reprimir sus sentimientos, hacer como si nada (como estrategia de afrontamiento). Esto puede hacer que los padres falsamente perciban que las cosas van bien pero no es así. Esta estrategia se asocia con niveles más altos de depresión, ansiedad y problemas de conducta.

Efectos según la edad del niño:

• De 2 a 6 años: Se creen culpables por no portarse bien, no haber hecho las tareas o comerse toda la comida, el pensamiento mágico les lleva a tomar responsabilidades que no son reales. Temerán quedarse solos y abandonados. En los más pequeños son habituales conductas regresivas como volver a hacerse pipí en la cama, chuparse el dedo, querer dormir con los padres… También pueden aparecer rabietas, necesidad de llamar la atención constantemente, ansiedad de separación (miedo a separarse de los padres) y vinculación excesiva (normalmente con la madre). En ocasiones, el niño puede alternar entre la agresividad o el menosprecio y la búsqueda de un afecto incondicional.

Además pueden alterar su patrón de comidas y sueño y presentar quejas somáticas no justificadas (dolor de cabeza, estomago). Pueden volverse niños apáticos, introvertidos. Algunos niños se negarán a ir a casa de uno de los progenitores (normalmente el padre). Los niños de estas edades son los más afectados a corto plazo pero mejoran a largo plazo pues acaban por olvidar la situación, no recuerdan las peleas, etc…

• De 7 a 12 años: No saben muy bien como reaccionar ante el problema y ante su propio dolor. Creen que los padres se pueden volver a juntar y lo intentan produciendo más frustración en la pareja. Al disponer de mayores recursos verbales esto les ayuda a exteriorizar sus sentimientos.

Pueden haber conductas de recriminación a los padres con la esperanza de intentar unirlos de nuevo si siguen sin aceptar la realidad. En ocasiones se dan casos de conductas manipulativas, de menosprecio o rencor a alguna de las figuras paternas paralelamente a la idealización de la otra (asimetría emocional). Suelen tender a tomar bandos.

Además frecuentemente presentan sentimientos de culpa, conductas de riesgo, baja autoestima, dificultades en las relaciones con sus iguales, baja tolerancia a la frustración y agresividad. Puede ser que el rendimiento escolar disminuya también.

• Adolescentes: Sienten miedo, soledad, depresión y culpabilidad. Dudan de su propia habilidad para casarse o mantener una relación. Es una época complicada para los jóvenes y el divorcio suele amplificar los problemas típicos de estas edades, por ejemplo pueden incrementar sus conductas de riesgo (alcohol y drogas), ser más promiscuos… Los adolescentes tras una situación así (sobretodo las chicas) pueden acabar por desarrollar una tendencia a vincularse afectivamente a relaciones inestables.

Aparecen dificultades en las relaciones con los iguales con alta impulsividad y poca capacidad para la resolución de conflictos a través del diálogo. Suelen aparecer conductas delictivas.

Los adolescentes pueden presentar baja autoestima, agresividad y poca tolerancia a la frustración. En los casos más severos puede derivar a un trastorno disocial. El divorcio les enseña a ser escépticos con valores como la confianza, el amor y la lealtad. Puede haber inversión de roles o parentificación instrumental (que los hijos acaben asumiendo tareas y responsabilidades de alguno de los padres, ejerciendo de “padres”), esto se asocia con más ansiedad y depresión. Suele ocurrir que se les exijan más responsabilidades y tareas por regla general en los divorcios.Es el único grupo que puede empeorar pasados 18 meses, ante una inicial adaptación y un periodo favorable pueden presentar síntomas más tarde.

Las consecuencias del divorcio por regla general suelen ser peores en niños que en niñas, ellas suelen adaptarse mejor a la situación.

Para los hijos una separación (igual que para los padres) supone un proceso de duelo, cada niño lo afrontará de diferente manera pero por lo general muchos de los problemas se superarán y los niños suelen recuperarse pasado un año o así, si no ha habido complicaciones.

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