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La Muerte Y Sus Ventajas


Enviado por   •  13 de Enero de 2014  •  3.101 Palabras (13 Páginas)  •  433 Visitas

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Instituto Politecnico Nacional

CECyT 13 “Ricardo Flores Magon”

LA MUERTE Y SUS VENTAJAS

Nombre: Castellanos Pastrana Abraham

Asignatura: Comunicación Científica

En un momento dado tenemos una idea, estamos prestando atención a un asunto determinado, o somos conscientes de algo en particular. Todo el resto de nuestra información está contenido en nuestro inconsciente: números de documentos, fechas, canciones que nos cantaba nuestra madre, comidas que preparaba nuestra abuela, nombres de montañas y ríos de la infancia, temores que sufrimos alguna vez, versos que recitamos en una fiesta infantil, contingencias en el colegio secundario, el color de flores que no vemos desde hace varias décadas, el olor de una fruta de estación, goles, sustos, cuentos picarescos y todo cuanto podamos recordar es traído de pronto al foco de nuestra atención desde ese archivo increíble que contiene toda la información que le suministraron nuestros sentidos o que fue generando nuestra propia meditación. De modo que la mente humana tiene al menos dos registros, uno consciente, mediante el cual razona, explica y discute, y otro inconsciente que atesora palabras, huellas y representaciones.

Los libros de una biblioteca pueden estar ordenados por autor, colección, tamaño, temática o alfabéticamente. Pero, así y todo, al consultarlos debemos leer las frases mediante cierta temporalidad. Podríamos decir que las sagas de César, Colón, Benito Juárez y Cortázar ya están inscritas ahí, coexistiendo atemporalmente, que el tiempo no rige para ellos, pero que ellos vuelven a re-presentar sus aventuras en el momento de leer las frases. Análogamente, las huellas mnémicas consisten en inscripciones atemporales en la memoria, parte de la cual es inconsciente (la biblioteca entera) y por ello impera ahí la atemporalidad, pero al recordar, pensamos cada contenido temporalmente. Esto se aplica, por supuesto, a cada recuerdo, pero no excluye que podamos recordar primero nuestro examen de ingreso a la universidad y luego la fiesta del 10º cumpleaños; lo que sí importa es que tanto los hechos del examen como de la fiesta se recuerden de pasado a futuro, es decir, que respeten cierta temporalidad.

Pero el inconsciente no sólo atesora las cosas que podemos recordar, sino también lo que se resiste a nuestros esfuerzos de trasladarlo al plano de la conciencia y que sin embargo pesa en nuestras decisiones y actitudes. Hoy no sabemos por qué, en un momento dado, al analizar un dato experimental recordamos otro similar que recogimos el año pasado, pero olvidamos algún hecho reciente que lo contradice, o tenemos en cuenta cierta información bibliográfica pero ignoramos otra, o se enciende el entusiasmo al encontrar cierta correlación, o restamos importancia a determinada fuente de error. Aún desconocemos las leyes que rigen esos recuerdos, olvidos, énfasis y menosprecios, e ignoramos por qué y cómo se asocian los contenidos, se condensan los conceptos y se gesta una nueva idea.

Por más que nuestros recuerdos sean imperturbables ante el paso del tiempo, su significado es modificable en virtud de nuevas experiencias. Freud (1918) señaló que esta posterioridad (Nachträglichkeit) produce un efecto de resignificación, que consiste en la reelaboración de ciertos recuerdos en función de experiencias posteriores, vinculadas con nuevos grados de desarrollo y comprensión.

El niño pequeño da por sentado que él siempre ha sido y seguirá siendo un niño, y que su abuelo siempre ha sido y seguirá siendo su abuelo, a uno le tocó ser un chico y al otro un anciano, pues apenas adquiere un concepto claro de futuro cuando sale de la latencia.23 Al llegar a la adolescencia, ya está inmerso en una concepción de la vida por venir. Después, los cambios de la imagen que tiene de sí mismo y la necesidad de conocer otras personas y otros ambientes lo incitan a independizarse de su familia y a recrear los vínculos edípicos en un nuevo contexto exogámico: de pronto descubre que el mundo está poblado de chicas o chicos atractivos.

El adolescente emplea el concepto de futuro en términos lógicos. En esa etapa puede, por primera vez, considerar su vida como algo que transcurre en la historia de un universo al que se atribuye principio y fin. Frecuentemente este progreso lo pone en conflicto con el medio familiar, que lo considera un continuador de sus costumbres y valores, y que no se resigna al ver que se distancia. La hostilidad y diferenciación con los padres le permite separarse e individualizarse en su manera de concebir la vida y el mundo, establecer relaciones propias y transformarse en depositario de los deseos de progreso social. Tal vez no hay otro momento en la vida como la adolescencia en el que el pasado parezca tan lejano y el sujeto esté tan pendiente del presente y del futuro.

En este periodo se manifiesta con máxima frecuencia la esquizofrenia; abundan los suicidios y se atraviesan las primeras situaciones en las que el individuo se encuentra sin apoyo familiar, solo frente al mundo. Cuando existe una distancia exagerada entre las aspiraciones y las posibilidades del sujeto, el conflicto puede ser muy intenso y tener un desenlace fatal (Lifton, 1979).

Antes de continuar, conviene introducir la noción de "investidura" (besetzung). El término tiene distintos usos y connotaciones, aun dentro de un mismo idioma. Así, los economistas usan "investir" para designar la inversión de un capital en una empresa; los militares para referirse a la adjudicación de un grado; los colonizadores, para la toma de un lugar, al que le inflingen una cultura distinta. A su vez, los psicoanalistas llaman "investir" al hecho de ligar una cierta energía psíquica a una representación, por ejemplo, cuando alguien adjudica un valor particularmente importante a la gente, la ciencia, la música, los hijos, el dinero, una reliquia, la bandera, la patria, la ecología, el universo. Los objetos que el sujeto inviste pasan a tener sentido para él, y le despiertan un interés y un deseo de acercarse. Una de las investiduras más esenciales es la que pone en juego la madre al investir al bebé, pues lo capacita para que luego él mismo llegue a ser capaz de investir a su propia persona y a los objetos.

También se puede investir al mismo hecho de investir. Por eso Piera Aulagnier (1976) considera que la pulsión de vida 24 está ligada no sólo al desear, sino al desear tener deseos: querer tener intereses, amores, entusiasmos, ideales. Investir es tan importante que si una persona está muy interesada en su obra, tenderá a llevarla adelante aun en malas condiciones de salud, y tendrá así un estímulo para negar

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