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“La ficción como una herramienta de protesta a las problemáticas del mundo. Análisis semiótico-pragmático de Diciembre, Súper Álbum de Liliana Bodo


Enviado por   •  24 de Julio de 2017  •  Monografías  •  2.279 Palabras (10 Páginas)  •  250 Visitas

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN JUAN

FACULTAD DE FILOSOFÍA, HUMANIDADES Y ARTES

DEPARTAMENTO DE LETRAS

LITERATURA HIPANOAMERICANA II

“La ficción como una herramienta de protesta a las problemáticas del mundo. Análisis semiótico-pragmático de Diciembre, Súper Álbum de Liliana Bodoc.”

Equipo de cátedra: Delia Beatriz González- Federico cabrera

Alumna: Micaela Bernard

DNI: 38078494

Año: 2015


  1. Introducción.

 Tal como dice Umberto Eco, “un escrito se puede comparar con una máquina perezosa porque exige del lector que la ponga en funcionamiento con un conjunto de operaciones lectoras que hagan posible además del placer de leerla, poder actualizar su contenido con felicidad” (Saint- André, 1997:61). Partiendo de esta concepción de escrito, considero que la novela “Diciembre, súper álbum” de Liliana Bodoc no puede leerse de otra manera que no sea con la ayuda de las herramientas que nos dan la semiótico pragmática, analizándola desde los planos sintáctico, semántico y pragmático, donde el lector adquiere un rol activo, y no separa la lectura de la obra, con los contextos de lectura y de escritura.

Esta obra fue publicada en el año 2003, en una Argentina que intentaba superar las secuelas de los ‘90, años en los cuales Roberto Dromi, Ministro de obras y Servicios Públicos anunciaba que "Nada de lo que deba ser estatal, permanecerá en manos del Estado”[1]. En este año de publicación el pueblo elegía ahora un nuevo gobierno, el de Néstor Kirchner, candidato del partido justicialista quien asumió automáticamente luego de que su opositor, Carlos Menem, en el ballotage retirara su candidatura, buscando esperanzado un mandato que acabara con la crisis en la educación, el hambre y la pobreza, producto de las políticas neoliberales tomadas por los mandatos anteriores.

Es por todo esto, que propongo una lectura de la obra que vaya más allá de una trillada historia de amor adolescente, y parto de la hipótesis de que esta obra juvenil es una novela política que plantea el funcionamiento de una sociedad tironeada por dos grandes fuerzas que se oponen: los que respetan el orden político-social establecido, y los que buscan un cambio de paradigma.


  1. Análisis de la obra.

Sintácticamente, esta novela comienza con una dedicatoria al poeta argentino “que le canto a las causas perdidas”, Raúl González Tuñón (Bodoc, 2003: 5) y luego se encuentra dividida  en veinte capítulos numerados por números romanos, sin subtítulos propios.

Ya el primer capítulo da cuenta de que se trata de una metaficción, en donde se contarán dos historias que luego se cruzarán y se encuentran separadas solamente por un doble espacio. Por un lado la historia del guionista que está a punto de publicar el último capítulo de su historieta “El viajante” antes de que lo despidan de la editorial en donde trabaja, y por otro lado la historia del protagonista de esta historieta, Santiago.

La obra comienza con un narrador en tercera persona heterodiegético que posee una focalización externa, en principio, y describe el escenario en el que va a transcurrir una de las historias. A  medida que pasan las líneas descubrimos que la primera historia narrada es la del protagonista de la historieta gracias a pistas textuales como “La historia comenzó en colores (…). Santiago volvía al pueblo después de una ausencia que había durado muchas páginas” (2003: 7).

Luego del doble espacio nos encontramos con la segunda historia, la del guionista y el dibujante, que también se encuentra narrada en tercera persona pero con una focalización, desde el principio, interna: “el dibujante pensó que la verdad era un poco distinta” (2003: 8).

En la historia de “El Viajante”, a diferencia de la del guionista, el orden del discurso no corresponde con el orden de la historia, por lo cual, trama y fábula no coincidirían. La historieta comienza con el final, Santiago regresando a San Jerónimo, y luego hace una gran analepsis, con la cual comienza el segundo capítulo: un Santiago adolescente atravesando la reciente muerte de su padre. Es que sólo así, volviendo al pasado del protagonista, puede explicarse el regreso al pueblo y la búsqueda incesable del parque de diversiones.

A medida que avanzan los capítulos, estas historias paralelas comienzan a tener un límite borroso por dos motivos. El primero es que aunque los dobles espacios continúen, las acciones del dibujante sobre la historieta comienzan a explicitarse y parece invadirlas “-¡Mientras nosotros existamos, existirá la decencia en San Jerónimo! –Sus brazos abiertos rompieron los límites de la tinta, y se metieron en los cuadros vecinos.” (2003: 38), “-Vamos Viorica- la tironeó para sacarla de la viñeta-.” (2003: 41) (Pasaje en el cual también se ve como los personajes van tomando vida propia). Y el segundo, y más significativo, es que Santiago empieza a tomar voz propia y el relato por momentos está en primera persona, narrador protagonista, “Yo estaba leyendo una historieta en la cocina y me quedé para verla.” (2003: 87). Digo que esta característica tiene que ver con el límite borroso entre las dos historias que se cuentan paralelamente porque, considerando que la primera persona generalmente implica un hacerse cargo, es con esta pista que empezamos a sospechar que tan cercana es la historia de Santiago y del guionista que la ha escrito, sospecha que es corroborada al final de la novela cuando el guionista explicita que la historieta es autorreferencial.

En la historia del viajante, y por lo tanto en la del mismo guionista, podemos observar como las posiciones ideológicas, políticas y sociales marcan desde la elección de los espacios hasta los discursos de los diferentes personajes. De acuerdo a esto, y a mi parecer, la novela aborda dos grandes temas que se tocan el uno con el otro: la lucha contra los mandatos familiares y el hermetismo de los habitantes, frente a personas distintas a ellos y a modos de trabajo diferentes a los “tradicionales”  

Santiago, el gran protagonista de la obra de Bodoc, habita en el pueblo de San Jerónimo y ha perdido recientemente a su padre quien se ha suicidado luego del cansancio que implicaba trabajar en la cementera[2], “único” trabajo posible pueblo. A medida que avanza la historia, podemos observar como Santiago lucha y se muestra disconforme contra los mandatos de su madre de que, al finalizar la escuela, quiere que entre a trabajar a la cementera “me había quedado encerrado dentro de San Jerónimo, condenado a respirar cemento para siempre” (2003: 18), mandato que logra romper gracias a la ayuda de Natalia, por la cual se convierte en viajante.

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