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Mito E Historia

brandonzambrano4 de Febrero de 2015

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MITO E HISTORIA

Un científico judío de origen húngaro, el Dr. Ignacio Goldziher, orientalista de prestigio mundial, escribió en 1876 sobre los mitos bíblicos por primera vez en la historia de las ciencias bíblicas. En su libro "Der Mythos bei den Hebraern" (El mito entre los judíos) mostró que las narraciones históricas del Génesis son mitos y están rela¬cionados con las concepciones míticas de los pueblos del Cercano Oriente, especialmente con Babilonia. Fue él quien señaló las simi¬litudes de los mitos bíblicos también con la mitología griega.

En la literatura hay diferentes géneros que se parecen al mito: la narración, la leyenda, la fábula y otros más. Intentaremos definir cuál es la diferencia entre el mito y los otros géneros literarios mencionados, cómo se presenta y qué lugar ocupa este género en la literatura bíblica.

La palabra misma, mithos, es de origen griego y significa narración, relato, algo lindo, interesante, instructivo. La ciencia religiosa limita este concepto y considera que los actores de los mitos no son seres humanos sino dioses, semidioses o personas sobrenaturales, es decir siempre son héroes.

Esta definición tiene sus contradicciones, porque se refiere también a cuentos populares; por lo tanto la diferencia entre ambos no es muy grande. Sin embargo, los mitos son más solemnes y además son instructivos y lo que transmiten no está ligado al tiempo. La solemnidad se manifiesta en el hecho de que no cualquier persona ni en cualquier lugar y oportunidad puede contar o recitar mitos, sino sólo dignatarios durante acontecimientos sobresalien¬tes y, muchas veces, en celebraciones definidas. Este carácter solemne y serio y la relación con ritos religiosos subrayan el conte¬nido importante e interpretativo de los mitos. Sabemos que la epopeya babilónica acerca de la Creación del Mundo era repre-sentada en su fiesta del año nuevo e incorporada en la ceremonia "akitu". Los himnos de Hornero eran presentados durante los mis¬terios de Eleusis, organizados para honrar a la diosa Démeter en forma ritual. Los mitos bíblicos son parte de las Sagradas Escrituras.

Según otra definición, el mito sería el primer ensayo del hombre primitivo de conocer e interpretar el mundo y sus fenómenos por sí mismo ante sus congéneres, en forma literaria y con seriedad religiosa. El mito es una forma de la interpretación temprana del mundo, donde se hacen las preguntas "por qué y cómo"; por qué y cómo ha surgido todo lo que les rodea, lo que se experimenta de las manifestaciones del mundo, relacionadas con él y con los otros.

Los mitos, por lo menos en su mayoría, tienen un aspecto pragmático o aitiológico. Aition, palabra griega, significa causa, razón, motivo, pero al mismo tiempo, los mitos son paradigmáticos, lo que significa que son o pueden ser ejemplo para cada genera¬ción; este carácter los hace también didácticos. En consecuencia, el mito es, para el narrador y también para los oyentes, portador de verdades eternas. Si agregamos que el contenido del mito se desarrolla en la esfera divina o en el mundo de personas sobrena¬turales o héroes trascendentales, comprenderemos también su carácter patético, lleno de sentimientos.

En lo que se refieren a algunos mitos del Antiguo Testamento, el mito de la expulsión del primer hombre y su esposa del Jardín del Edén (Gen. 3) se investiga: por qué tiene que morir el hombre y de dónde viene el sufrimiento. El mito pone ese acontecimiento, que dará la respuesta, en el alba de la historia del género humano y sus héroes son los ancestros de todos los seres humanos. Esto le da un significado eterno y ejemplar.

Podemos comparar este mito con otro, de origen sumérico, donde: "En el día del antaño cuando el cielo se separó de la tierra, los dioses con las diosas tenían relaciones y éstas parieron. Las comidas y las bebidas de los dioses ¿quién proveerá? Todos estaban obligados a trabajar: los dioses grandes vigilaban el traba¬jo, los dioses menores llevaban las canastas, los dioses todos excavaban canales y lloraban su mala suerte en altavoz". Por fin un dios sabio encontró la solución: "Háganse reemplazantes para los dioses para que puedan tirar sus canastas".

Por lo tanto, para que éste esté al servicio de los dioses, crearon al hombre, cuya tarea es, según un mito acadio: "Ponga en direc¬ción correcta el lecho de los canales y zanjas, erija señales de demarcación, riegue la tierra sedienta, cultive plantas, coloque las piedras de murallas de las ciudades; coseche los cereales con su hoz y ofrezca para los dioses la parte correspondiente de todos sus bienes".

La fórmula es clara también aquí. ¿Por qué tiene que trabajar el hombre y por qué tiene que entregar una parte de su producción a los dioses (o a sus representantes terrenales)? La pregunta es parecida a la del Antiguo Testamento, pero la respuesta es diferen¬te, aunque también es aitiológica, paradigmática y didáctica.

El mito griego hace la misma pregunta y la contesta en diferen¬tes variaciones. Una, quizás la más conocida, es: "Sin preocupacio¬nes vivía el hombre en la tierra; estaba lejos la fatiga; estaba lejos la miseria; y estaba lejos todavía la enfermedad, la que nos trae la muerte" (Hesíodo: "Los Trabajos y los Días").

Por fin, la curiosidad de una mujer muy linda y seductora, Pandora, terminó con esta situación tan feliz. Contrariamente a la prohibición de Zeus y la advertencia de Prometeo, junto a su marido Epimeteo, levantaron la tapa de la caja, donde estaban encerrados todos los males y los puso así en libertad. Desde aquel momento: "La tierra está llena de males, está repleto también el mar, las enfermedades, los sufrimientos vienen día y noche, lo que Zeus pensaba, no se puede evitar". (Hesíodo: "Los Trabajos y los Días").

Analizando los dos casos, vemos que las preguntas son las mismas: ¿de dónde viene el mal, la enfermedad y el sufrimiento? La respuesta es que la causa de todo mal es la desobediencia come¬tida en los comienzos de la vida de la humanidad y, en consecuen¬cia, la moraleja es la misma aún en la ideología de las sociedades patriarcales: la causa de todo mal es el carácter de la mujer (Eva es pervertible con facilidad; Pandora es tan curiosa como la mujer de Lot). El mensaje aitiológico, paradigmático y didáctico se entrelaza, aunque no es obligatorio que los tres elementos estén siempre juntos.

Un elemento común de casi toda manifestación mítica es que en los tiempos pasados -originalmente— todo era diferente, en general mejor de lo que experimentamos ahora, y el orden del mundo actual, junto a sus fenómenos naturales y sociales, sufrieron muchos cambios a consecuencia de una intervención divina o sobrenatural. Pero el mundo que se formó ya es definitivo y, hasta cierto punto, lógico.

La fórmula del pensamiento mítico, presentada en múltiples ejemplos, es la siguiente:

1.- Los hombres conocen y utilizan el fuego, por lo tanto "origi-nalmente no lo conocían y no lo utilizaban". Hubo un acon-tecimiento que trajo consigo el conocimiento del uso del fuego (el mito de Prometeo).

2.- Los hombres hablan en diferentes idiomas y unos no entien¬den la palabra de otros. Originalmente hablaban en el mis¬mo idioma, pero intervino un acontecimiento que hizo surgir la variedad idiomática (el mito de la confusión de las lenguas en la Torre de Babel).

3.- Al pie de la montaña Sípulos en Asia Menor hay una fuente con abundante agua y encima de ésta hay una piedra con forma de mujer. Se supone que originalmente no había fuente y tampoco la estatua, pero pasó algo: Niobe, orgullosa de su numerosa descendencia, se atrevió a burlarse de Latona, que sólo tenía dos hijos, Apolo y Diana. Para vengar a su madre, éstos mataron a flechazos a todos los hijos de Niobe. La desgraciada madre se convirtió en roca y de sus ojos brotan lágrimas permanentemente. Así surgió la roca en forma de mujer y la fuente que nunca se apaga (el mito de Niobe).

4.- Apolo tenía un santuario y oráculo en Delfos, famosos en toda Grecia. Originalmente este santuario no le pertenecía, pero lo consiguió por haber vencido a la serpiente Pitón. Por eso se llama pitonisa a la sacerdotisa del santuario y se organizaron los juegos píticos durante cinco días en recuer¬do de esta victoria (el mito de la fundación de Delfos).

Con estos ejemplos queremos demostrar que la causa (aitión) cuya explicación está representada por el mito, puede ser de significado humano y universal, pero también mezquino y trivial. El mito puede expresar no sólo aspectos básicos de la vida, sino también un fenómeno natural o un rito. Su estructura en estos casos es la misma que el esquema presentado, y vale para los mitos bíblicos y orientales y los griegos. Los mitos presentan al mundo entregado a los seres humanos como definido, estable y serio. Lo presentan dinámico, porque suponen que su estado original fue diferente del actual. Del antiguo ha surgido el nuevo. Y, al mismo tiempo, estático, pues ya es definitivo e inmodificable.

Al considerar los mitos bíblicos incorporados en los textos canonizados, es evidente que la Biblia eliminó los antiguos mitos politeístas y los transformó según los conceptos y términos del monoteísmo. Los dioses o héroes que figuran en los mitos orientales son personas, sean activas o pasivas, que forman parte de la naturaleza, eventualmente son

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