Muerte En Venecia

Resumen Muerte en Venecia (Thomas Mann)

Gustav Aschenbach, o von Aschenbach, Como se le conocía ya desde su quincuagésimo aniversario, él residía en Múnich. En un verano descubrió el deseo de viajar, por la sencilla razón de que estaba preocupado excesivamente por los problemas que le ofrecía su propio yo. Gustav había comenzado a iniciar el descenso lento de su capacidad literaria, pues se dio cuenta que de repente moriría sin haber logrado producir lo que en su interior se encontraba. Le gustaba pasar sus veranos en la casa de campo que él mismo había mandado construir, en la montaña. Surgía en él un impulso, que reducía gracias a la razón y al dominio de sí mismo, pero el impulso esta vez se traducía a un deseo indudable de huir, de encontrar nuevas cosas y lejanas, de encontrar la liberación y el descanso. Era un ímpetu que lo llevaba a olvidar su obra, su rutina diaria. Era en pocas palabras un deseo de liberación, producida por la disconformidad en su obra litería, disconformidad que había sido desde joven la esencia de su talento. No era que Gustav fuera un mediocre, pues era un escritor muy reconocido públicamente, era la insatisfacción personal de su creación literaria la que buscaba el viajar, para buscar tal vez el remedio para su insatisfacción personal.

Gustav fue un hijo de sangre alemana por parte del padre y de una madre extranjera, que hizo surgir una síntesis de una vida disciplinada y sobria, con una sangre más viva y sensual. Era un artista singular, su genio no era ni vulgar ni excéntrico, era un escritor acostumbrado al esfuerzo intenso, sin haber vivido sus años juveniles intensamente. A los treinta y cinco años había estado enfermo en Viena, siendo una persona que no había nacido para esfuerzos supremos, no había tenido muchos amigos en su infancia, aprendiendo a resistir los obstáculos de la vida, queriendo llegar a ser viejo para poder así, crear su obra en todas las etapas de la vida humana. Gozaba de una extremada disciplina para hacer sus obras literarias, compaginándose la dedicación y esfuerzo, con las inspiraciones breves. Pensaba que su trabajo literario tenía que ir al mismo tiempo con el carácter general de su generación. Era uno de los que pensaba que las grandes obras de arte se han escrito a pesar de tribulaciones y angustias. Era un escritor abatido pero que conservaba su firmeza. Disfrutó de una educación casera, sin tener amigos. Era de los escritores que necesitaba de una extrema disciplina. Era intenso y se concentraba en su trabajo mental. Las inspiraciones eran breves, pero a la larga, le servían para crear obras extensas, sin perder el hilo conductor de estas. Gustavo, trataba de acercarse y lo lograba con éxito, a las tendencias de la literatura contemporánea; estaba a la vanguardia con su generación. Había escrito expresamente en un pasaje poco conocido de sus obras, que casi todas las cosas grandes que existen son grandes porque se han creado contra algo, a pesar de algo: a pesar de dolores y tribulaciones, de pobreza y abandono; a pesar de la debilidad corporal, del vicio, de la pasión. Gustav era sereno aún en medio de la desgracia, era por esa razón que gozaba de un triunfo positivo en su obra. A pesar de haber tenido una juventud brutal, Era el poeta de los que se sienten caídos aunque se mantienen, en el fondo, erguidos. Había logrado ascender a la dignidad literaria. Aunque fue irreverente en su juventud, esta le había traído como consecuencia, ser problemático. Era su herencia de juventud. Sin ser un vicioso, ni un gran pecador, rechazaba el conocimiento y se aislaba donde tenía dolores y luchas no compartidas, aislamiento que le deparó el poder y la consideración de la gente.

El talento de Gustavo, se formó en la soledad, en el aislamiento. Inclusive sus obras eran recomendadas en las escuelas públicas, eran utilizadas como obras didácticas. Se había casado joven, pero enviudó y de ese fruto tuvo una hija, no teniendo hijos varones. Se le concedió el título de noble y se estableció en Múnich. Era de estatura ligeramente inferior a la mediana, moreno, e iba siempre bien afeitado. Una cabellera peinada hacia atrás, rala en la coronilla y abundante y canosa en las sienes, su frente era alta, surcada de arrugas. Las gafas que usualmente tenía eran de oro y sin arcos en los cristales, su nariz recia y de perfil noble. La boca era grande, lánguida unas veces y otras tensa y bruscamente fina, tenía surcadas las mejillas y un suave hoyuelo dividía su buen moldeada barbilla. Su cabeza no estaba proporcionada a su desmedrado cuerpo. Su arte le deparaba más placer que una vida llena de pasiones y goces violentos.

Gustav decide irse, buscando un mundo exótico, a una isla del Adriático, no lejos de la costa de Istría. Semana y media después,

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