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Responsabilidad de la educación de los hijos


Enviado por   •  5 de Noviembre de 2013  •  5.134 Palabras (21 Páginas)  •  289 Visitas

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1. Asumir la responsabilidad de la educación de los hijos, sin delegar excesivamente en la escuela

Los padres y los profesores deberían ser socios activos en la tarea de educar. Sin embargo, los profesores tienden a quejarse que algunos padres delegan toda la responsabilidad en la escuela. Por ello es necesario que los padres puedan demostrar cuánto y cómo les importa la educación de sus hijos, involucrándose en la tarea educativa. En este sentido, no bastan las declaraciones de principio. Es necesario que el interés por los hijos se refleje en actitudes concretas y que haya un esfuerzo por satisfacer las demandas que la escuela le hace a los padres, como por ejemplo la generación de hábitos de estudio, pedido de materiales y asistencia a reuniones. Mantenerse informado también es un requisito mínimo para que la sociedad entre padres y profesores funcione.

2. Acompañar a los hijos

Acompañar a los hijos es una tarea central de los padres. El colegio es un aspecto muy significativo en sus vidas por lo tanto la presencia cercana de los padres y la compañía que sean capaces de entregar, será un elemento decisivo para el buen desarrollo de sus hijos.

Una instancia de apoyo al progreso académico de los hijos es la promoción de actividades que aporten al desarrollo intelectual, tales como la lectura, haciéndose socio de la biblioteca municipal más próxima, visitando los lugares de interés de la comuna, asistiendo juntos a eventos culturales. Asimismo, es importante estimular los talentos de los hijos, facilitando el acceso a actividades que los promuevan y valorando sus logros académicos.

También es necesario que los padres se preocupen de desarrollar los hábitos de estudio, como por ejemplo definir los horarios de estudio y limitar el tiempo dedicado a la TV.

En ocasiones esta función de apoyo es realizada por los abuelos. Los abuelos son, después de los padres, quienes más quieren a los niños y por diversas circunstancias, como el trabajo de los padres o enfermedad de ellos, cooperan activamente con los padres en el cuidado y la educación de los niños.

3. Cuidar la relación entre padres y profesores

Como todas las relaciones, aquellas que se establecen entre padres y profesores, es necesario cuidarlas, y los vínculos que se desarrollen entre ambos dependerá de las dos partes. Desde los padres es importante el reconocimiento de la autoridad y de la tarea del profesor, entender que su hijo es un alumno entre varios, y entender que el rol del profesor es muy demandante. Quizás lo más significativo para una buena convivencia entre padres y profesores es la confianza mutua, lo cual supone deponer actitudes ofensivas y defensivas, manteniendo una actitud abierta y honesta.

Cuando la relación que establecen los padres con los profesores es buena, el impacto sobre la interacción profesor-alumno será positivo. En contraste, cuando un conflicto es resuelto de manera agresiva entre padres y profesores, posiblemente habrá un impacto negativo.

4. Centrarse en lo positivo

Toda relación humana, para que sea fortalecedora, hace necesario que las personas se centren y reconozcan en el otro lo positivo. La relación que establecen los padres con los profesores de sus hijos no es una excepción.

Una manera de mantener buenas relaciones con los profesores, es asumir una actitud de reconocimiento lo más explícita posible, de los esfuerzos y acciones que realizan los profesores. El reconocimiento es más efectivo cuanto más descriptivo es. Es más eficaz decir ¡qué buena y original es su forma de enseñar matemáticas, que decir simplemente, "A la Juanita le está costando menos entender las matemáticas"

Todo lo que los padres hagan por reconocer los esfuerzos de los profesores para que los niños aprendan y progresen, será beneficioso para fortalecer los vínculos con el profesor. No se trata de fingir con respecto a este reconocimiento; lo que se dice debe ser sentido, realmente, pero sí se trata de ser lo más generoso y efusivo en el reconocimiento.

Cuando se produce un vínculo afectivo positivo entre padres y profesores, se favorece un conocimiento mutuo más profundo, que genera lazos entre ambos, los que van a favorecer una comunicación más libre y auténtica.

Cuando se produce una vinculación de esta naturaleza, el compromiso de los profesores, en ayudar al crecimiento académico y personal del niño, es mayor.

5. Legitimar a los profesores

Los padres deben cuidarse de no descalificar a los profesores frente a sus hijos, porque cuando se descalifica, no sólo se deslegitima a un profesor concreto, sino que se debilita el concepto de autoridad. Esto es especialmente grave en la adolescencia ya que en esta etapa el concepto de autoridad se ve habitualmente cuestionado.

En este sentido, es importante que el niño perciba que existe una alianza a favor de él y no en contra de él y sienta que sus padres y profesores se legitiman mutuamente.

6. Evitar buscar un culpable

Una tendencia natural, especialmente cuando se está angustiado por una dificultad de los hijos, es buscar al malo o al culpable; en este caso a algún profesor o profesora. Una actitud de esta naturaleza habitualmente tiende a aumentar el problema más que a encontrar soluciones, ya que provoca rabia y distancia entre padres y profesores.

Frente a los problemas, una mejor idea es hacer alianzas más que provocar confrontaciones. Una cosa es tratar de entender las causas de los problemas para ver si de allí pueden surgir soluciones, y otra muy distinta, es tener una actitud de encontrar un culpable. Pocos mecanismos producen más rabia en el otro, que cuando lo hacen sentir culpable.

Las culpas quitan mucha energía y pocas veces dan ganas de cambiar. Señalar al profesor como culpable no ayudará a encontrar la solución al problema del hijo, sino que dañará la relación entre el padre y el profesor, lo que se transformará en un obstáculo importante en la comunicación. En estas situaciones se produce un bloqueo en la comunicación y el resultado es que cada parte tiende a mantenerse en forma intransigente en su posición frente a los problemas, sin escuchar la argumentación del otro. La obstinación es una de las características que más daña las relaciones, y en este caso el resultado más dramático es que se pierde la perspectiva de que lo más importante es el niño y es él quien termina pagando la cuenta.

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