LA EDUCACION DE LOS HIJOS

LA EDUCACION DE LOS HIJOS

Hoy educar es diferente, somos testigos que en estas últimas décadas (mejor hablamos de años y no de siglos para no sentirnos viejos) la velocidad de cambio en todas las áreas del ser humano alcanzan los mayores records; el deseo de comunicarse por un teléfono en la casa y el lograrlo era un triunfo y estaba destinado para un limitado grupo de personas en nuestra ciudad, hoy en dia no hay persona que disponga o que pueda usar las diferente formas de comunicarse con los diferentes modelos y funciones de los teléfonos. Lo nuevo ayer ya es viejo. En el área educativa, nos han cambiado los puntos de referencia; la familia, escuela y ambiente han evolucionado (para el bien o para el mal en síntesis han cambiado).

Los padres, ante la necesidad de trabajar ambos, encargamos a nuestros hijos a segundas personas, el hogar se queda solo y el ambiente exterior penetra en la intimidad familiar hasta dominar la situación y la relación padres e hijos; nuestro dios televisión atraerá y ejercerá autoridad sobre la familia hasta convertirse en un ente ingobernable donde se enseña lo que dictaminan unos pocos llegando a muchos.

La educación (del Latin educere, sacar, extraer o educare, formar, instruir) se entiende como un conjunto de ejercicios o disciplinas destinadas a brindar conocimiento o desarrollo, generalmente destinada a niños y jóvenes. Es un proceso multidireccional que permite transmitir conocimientos, valores, costumbres y formas de actuar sentimientos y actitudes. Educar es una ciencia y un arte; un arte porque no hay reglas fijas, y cada caso es diferente, cada circunstancia, única ya que las personas somos irrepetibles. Pero es también una ciencia y como tal es necesario conocerla, estudiarla y dedicarle horas de trabajo.

La educación permite un proceso de vinculación y conciencia cultural, moral y conductual que permite la socialización y sentido de pertenencia. Este proceso, que se inicia en la familia, afecta tanto a los aspectos físicos como a los emocionales y morales, y se prolonga a lo largo de la existencia humana. Se materializa en una serie de habilidades y valores, que producen cambios intelectuales, emocionales y sociales en el individuo. De acuerdo al grado de concienciación alcanzado, estos valores pueden durar toda la vida o solo un cierto periodo de tiempo.

Como católicos tendríamos que hacernos una pregunta ¿A quién puso Dios para educar a los hijos?

Considerando que ser padres de familia es asumir la responsabilidad de ser, proveedores, protectores, maestros que enseñan la buena senda, los que contienen a los que están triste, los que dan consejos para la vida y aman a los suyos hasta dar la vida por ellos; es un derecho la tarea de educar a los hijos, esta obligación tiene sus raíces en la vocación primordial de los esposos a participar en la obra creadora de Dios. Como lo menciona el Concilio Vaticano II “puesto que los padres han dado vida a los hijos, tienen la gravísima obligación de educar a la prole, y por tanto hay que reconocerlos como los primeros y principales educadores de sus hijos. Este deber de la educación familiar es de tanta transcendencia que, cuando falta, difícilmente puede suplirse. Es pues, deber de los padres crear un ambiente de familia animado por el amor, por la piedad hacia Dios y hacia los hombres, que favorezca la educación integra personal y social de los hijos. La familia es por tanto, la primera escuela de las virtudes sociales, que todas las sociedades necesitan”.

La relación de amor que se construye día a día entre padres e hijos, no puede ser totalmente delegada o usurpada por otros, es en el amor paterno y materno que encuentra en la acción educativa su realización, al hacer pleno y perfecto el servicio a la vida.

He leído hoy una definición en internet de José Saramago, Premio Nobel de Literatura, que por su profundidad

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