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Saber Escribir


Enviado por   •  19 de Junio de 2015  •  1.930 Palabras (8 Páginas)  •  269 Visitas

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Carlos Lomas

Aunque es obvio que uno de los objetivos del aprendizaje de la escritura es el dominio de la ortografía de la palabra y de la frase, también lo es que el conocimiento de las reglas ortográficas de una lengua no garantiza por sí solo una escritura coherente, adecuada y creativa. Porque, como señala Linda Flower (1989): «Una comunicación escrita es como un -territorio extenso y desconocido que te contiene a ti, a tu lector/a, tus ideas, tu propósito y todo lo que puedas hacer. Lo primero que debes hacer como Escritor/a es explorar este territorio. Tienes que conocer las leyes de la tierra antes de empezar a escribir el texto».

El aprendizaje de la ortografía es condición necesaria pero no suficiente para saber hacer cosas con los textos escritos en nuestras sociedades. De ahí que en el aprendizaje de la escritura sea esencial no sólo el conocimiento gramatical del código escrito (un saber sobre fonética y ortografía, sobre morfosintaxis y léxico) sino también el dominio de una serie de habilidades y de conocimientos textuales, estratégicos y sociolingüísticos (un saber hacer cosas con la escritura en los distintos ámbitos de la comunicación escrita). Porque, como señala Raffaele Simone (1988 [1992, págs, 88 y 89]): «Es más complejo elaborar una estructura que taponarla con palabras. Esta es la razón por la que los estudiantes (y los escritores inexpertos) construyen sus textos como sartas, como series, como enumeraciones (entonces..., entonces..., entonces...) y no como organizaciones».

En el siguiente texto Daniel Cassany (1991) analiza las características que deben tener los textos escritos para ser no sólo correctos sino también adecuados, coherentes y cohesionados:

Según los estudios de lingüística textual o de gramática del discurso, cuando hablamos o escribimos (y también cuando escuchamos o leemos) construimos textos y, para hacerlo, tenemos que dominar muchas más habilidades: discriminar las informaciones relevantes de las irrelevantes, estructuradas en un orden cronológico y comprensible, escoger las palabras adecuadas, conectar las frases entre sí, construir un párrafo, etc. Las reglas fonéticas y ortográficas, morfosintácticas y léxicas que permiten formar oraciones aceptables, sólo son una parte del conjunto de conocimientos que domina, el usuario de la lengua. La otra parte es la formada por las reglas que permiten elaborar textos: las reglas de adecuación, coherencia y cohesión .

Adecuación

Es un concepto pragmático que designa el grado de adaptación del discurso a su situación comunicativa (interlocutor, género, propósito). La dicotomía adecuado/inadecuado se distingue de la de correcto/incorrecto porque esta última no incluye la dimensión contextual del uso lingüístico. Por ejemplo, “el bar es cutre pero cojonudo” es una oración correcta en español (peninsular), adecuada para una conversación informal entre amigos, e inadecuada para fi¬gurar en una guía turística. Además de desajustes entre texto y contexto, también podemos hallar incongruencias dentro de un mismo discurso: interferencias dialectales, caídas o subidas de registro, etc. Por ejemplo:

“Olvidé la campera en un taxi y no apunté la placa.” Presenta escasa adecuación dialectal puesto que la campera argentina (cazadora en español peninsular y casaca en peruano) no se ajusta a la placa peruana (pa¬tente argentina y matrícula española).

Para evitar solapamientos con el concepto de cohe¬rencia, sólo vamos a incluir dentro de la adecuación la elección y el mantenimiento del dialecto y del registro apropiados al contexto:

- Dialecto. Uso sostenido y congruente de la variedad dialectal apropiada a la situación comunicativa, sea interdialectal (estándar) o intradialectal general (dialecto regional) o local (dialecto local de pueblo, familia, idiolecto).

- Registro. Uso sostenido del registro apropiado al contexto y al género discursivo escrito. Elección de un grado de especificidad apropiado según el tema del discurso, del nivel de formalidad apropiado al interlocutor (conocido/desconocido, estatus), y del tipo funcional ne¬cesario según el propósito comunicativo (objetividad/ subjetividad).

- Inscripción del enunciador. Elección de las formas nominales (nombres personales, cargos y atributos) y gramaticales (formas pronominales) con que el enunciador se presenta en el texto. Formas de modalización.

Coherencia

Hay informaciones relevantes, que son apropiadas para el texto, y otras irrelevantes, que son superfluas e innecesarias. Cuando hablamos y escribimos debemos saber discriminar estos dos tipos de informaciones. [...]

La coherencia es la propiedad del texto que selecciona la información (relevante/irrelevante) y organiza la estructura comunicativa de una manera determinada-(introducción, apartados, conclusiones, etc.)…

Si en el marco oracional diferenciamos, por ejemplo, Los manifestantes invadieron la calle (gramatical) de El manifestantes invadiste la calle (agramatical), según la intuición lingüística de los hablantes, en el marco textual la coherencia establece pa¬ralelamente la frontera entre los textos que el hablante percibe como bien formados, significativos y adaptados a la situación, y los que presentan confusiones, incongruencias o limitaciones de algún tipo. Pero, al ser la coherencia dinámica, dependiente del contexto y escalar (hay un continuum entre lo coherente y lo incoherente), resulta todavía más difícil identificar los criterios o las re¬glas que determinan su funcionamiento. En el siguiente ejemplo se muestra diversos grados de incoherencia:

“Juan,

Cada día, y una semana tiene siete días, doy comida a mi gato. Nunca vi un gato que tuviera tres patas. Patas es una palabra bonita y natural y a nuestro taxista Jazmín, que adora a los animales, le gusta especialmente, ¡esta palabra!

Maya”

Este escrito tiene cierta cohesión (continuidad de la primera per¬sona, anáfora le, conectores pero e y, cadena nominativa: gato, patas, animales) pero ningún propósito (¿qué pretende decir o conseguir Maya?) ni contenido (¿cuál es el tema?); es un buen ejemplo de frases cohesiona¬das sin coherencia.

El concepto de coherencia procede de la lingüística del texto (Bernárdez, 1982 y 1995) y tiene carácter fun-damentalmente pragmático y semántico (e incluso gra¬matical, en las acepciones más amplias, que incluyen la cohesión y la formación de oraciones complejas). Algu¬nos de los aspectos que incluye son :

• Fuerza ilocutiva y perlocutiva. Correlación entre el propósito del autor del texto, su contenido semántico

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