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Semiótica del signo y semiótica de los discursos


Enviado por   •  7 de Septiembre de 2021  •  Informes  •  2.436 Palabras (10 Páginas)  •  84 Visitas

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El saber semiótico[1]

Semiótica del signo y semiótica de los discursos

A diferencia del saber científico, que busca ser un saber explicativo de los fenómenos, el saber semiótico se nos presenta como un saber descriptivo. El saber semiótico describe cómo están compuestas las representaciones de los fenómenos con los que tomamos contacto diariamente.

La historia contemporánea de la semiótica puede dividirse en dos grandes momentos: el primer momento es el que se denomina comúnmente el momento de la semiótica del signo. El período de la semiótica del signo es un período en el que la semiótica todavía está ligada de algún modo a la lingüística. Se estudian los sistemas de significación producidos a imagen y semejanza de la lengua (sistemas de significación compuestos por unidades discretas y por reglas sintácticas y gramaticales que se utilizan para producir sentido).

En este período se pone el acento en el estudio de la construcción y composición de los distintos tipos de signos (insignias, carteles, señales, uniformes, etc.) y en los códigos que regulan la formación y utilización de los sistemas de significación. En resumen, en este período la noción de signo y su utilización está todavía muy ligada a las nociones de lengua y lenguaje.

El segundo momento es el que, situándolo más o menos a mediados de los años sesenta, se lo conoce como el momento de la semiótica de los discursos. En este momento comienza la progresiva separación de esta disciplina de la lingüística y, consecuentemente, el ensanchamiento del terreno apropiado para desempeñarse como saber autónomo. En este período ya no solamente el signo lingüístico llama la atención de los semiólogos sino que muchos otros fenómenos de la vida social (las comidas, el vestido, los objetos de consumo, etc.) empiezan a analizarse desde su dimensión significante, es decir como objetos que, además de cumplir con la función para la cual están específicamente hechos (alimentarse, vestirse o brindar confort), representan (significan) algo distinto de ellos mismos.

Este período coincide con el furor que causa el análisis de los productos que provienen de los medios de comunicación de masas. A partir de aquí al semiólogo comienza a interesarle la complejidad de los fenómenos sociales pero analizados desde su dimensión significante. Al semiólogo le interesa saber qué es lo que hace que un fenómeno social complejo, cualquiera que sea, sea construido siempre, más o menos del mismo modo y, al mismo tiempo, sea recepcionado por los demás, asignándole un sentido que, en líneas generales coincide con el sentido elaborado en el momento de la producción del fenómeno. Por ejemplo, al semiólogo, a partir de este momento, le interesa saber qué recursos, que rasgos son necesarios para construir un fenómeno social complejo que signifique "saludo" y al mismo tiempo le interesa saber qué condiciones deben darse en el receptor del saludo para que éste capte el sentido del fenómeno como saludo y no, por ejemplo como un insulto. Dicho en otras palabras, la semiótica le llamará discursos a todos los fenómenos sociales analizados en su dimensión significante (desde el saludo a un articulo periodístico, desde la situación dentro de un aula que significa por ejemplo "gente estudiando en una escuela" hasta la ubicación de un film dentro del género al que pertenece), e intentará dar cuenta de los rasgos que hacen que el saludo sea para esa sociedad un saludo y no otra cosa, y también de los rasgos que hacen que un film sea un film de suspenso y no una comedia musical. En pocas palabras, el objeto de la semiótica de los discursos es el conjunto de todos los fenómenos sociales analizados como objetos que significan algo, que tienen significado.

El signo. Expresión y contenido

¿Qué quiere decir "tener significado"? En nuestra vida diaria, constantemente recibimos infinidad de estímulos. Sin embargo, no a todos les prestamos la misma atención; es decir, muchos de ellos nos pasan desapercibidos. Bien porque no nos interesan, bien porque no representan nada para nosotros. En cambio, un número relativamente reducido de estímulos (reducido si lo comparamos con la infinidad de estímulos posibles) se nos presentan como portadores de sentido: significan. Esto se debe a que la sociedad en la que vivimos, para hacer posible la comunicación, usa aquellos estímulos, aquellas expresiones que le sirven para funcionar.

Esto lo vivimos a diario, sin reflexionar sobre la cuestión. Cotidianamente percibimos ruidos, luces, formas, olores, etc. Sin embargo, sólo un número reducido de todos esos estímulos son utilizados por nosotros. En otras palabras, muy pocas percepciones "nos sirven".

Determinadas señas que están en lugar de objetos, situaciones o entidades abstractas ausentes de la percepción del sujeto que las utiliza, son usadas con la finalidad de instruirlo acerca de "algo" en particular. Todas esas señas, que son realidades concretas, materiales, adquieren una dimensión significante. Y ese "algo" representado, traído hacia el sujeto por aquel significante, es lo significado.

Digamos, entonces, que los signos cumplen con la función de significar. Ahora bien: todo signo es una cosa y toda cosa es un signo SI CUMPLE CON LA FUNCION DE SIGNIFICAR; es decir, si en el tiempo y lugar que ocupa, tiene algún sentido para alguien. Entonces, para que haya significación serán necesarios:

1.- Una cosa significante;

2.- Otra cosa significada;

3.- Una relación entre 1 y 2 establecida por un ser humano.

Vemos entonces, que hablar de signo como de una cosa aislada no tiene sentido, si no están los otros componentes.

Uno de los componentes del signo es aquello que lo expresa, es decir lo que denominaremos la expresión del signo. El contenido del signo puede estar sostenido por diversos tipos de soportes expresivos; es decir, que la expresión siempre es sensible; por lo tanto, captada por los sentidos. De este modo un mismo contenido puede ser expresado de distintas maneras y puede ser captado por distintos sentidos. En general, algo agradable o desagradable, verdadero o falso, puede ser expresado por un signo visual, fónico, táctil, etc.

Cualquier cosa que usamos como signo, sin excepción, significa algo. Sin embargo, no siempre eso que es significado por el signo, tiene o tuvo existencia concreta. Puede ocurrir, como de hecho ocurre, que el contenido de ese signo sea una construcción específica para una situación específica. Por ejemplo, "centauro" o "unicornio" son signos que no tuvieron ni tienen algo concreto que significar, y no por eso decimos que no significan nada. Cada uno, en su caso designa una entidad, una producción de la cultura sin existencia real concreta, sin denotado o referente (en nuestro ejemplo, son construcciones de un universo mítico) pero también es posible generar contenidos pertenecientes a mundos de ficción, o simplemente producir mentiras: significar algo que no tiene su correlato en la realidad). Si yo utilizo un signo para expresar algo de la realidad, puedo decir que además de tener designado, ese signo tiene denotado. Tener denotado implica que, si se diera la ocasión, yo podría estar en contacto con el fenómeno sustituido por el signo; es decir, el objeto, el hecho, o la circunstancia a la que el signo hace referencia.

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